El personal de salud de Venezuela vive el duelo por sus amigos, pero continúa trabajando. Mientras el COVID-19 sigue llevando a cientos de personas a las salas de emergencia de los centros asistenciales, los que quedan en primera línea recuerdan a sus compañeros fallecidos con la misma sonrisa que les dio su compañía, pero también con el pesar que causa el sentir que no estuvieron vivos lo suficiente como para ver el fin de la pandemia.
El COVID-19, enfermedad presente en el territorio desde el 13 de marzo de este año, se ha llevado 158 trabajadores del sector salud desde el inicio de la emergencia nacional por coronavirus, de acuerdo con la base de datos de Efecto Cocuyo. De ese total, 125 eran médicos. El primero fue el epidemiólogo zuliano Samuel Viloria, quien murió el 16 de junio. Solo del 1 al 24 de septiembre han muerto 61 trabajadores sanitarios, más de lo que se registró en todo el mes de agosto.
Para Médicos Unidos de Venezuela, los números son mucho más grandes: contabilizaban 195 fallecidos hasta el pasado jueves 24 de septiembre. En un país con una limitada cantidad de personal de salud calificado, cada muerte es más que un consultorio vacío. Por ejemplo, luego de la partida del doctor Arturo Rodríguez, el estado Nueva Esparta quedó con solo dos cardiólogos infantiles.
El segundo informe Condiciones de Trabajo sector salud en Venezuela: agosto 2020, de la ONG Provea reveló que las precarias condiciones y medio ambiente de trabajo del personal sanitario son las principales causas de las muertes.
Un abrazo desde el recuerdo
Parte importante de los homenajeados por en esta tercera entrega de #SiemprePresentes destacaban por su buen humor y su talento innato para la música: algunos cantaban al llegar a la consulta, se entregaban a una canción mientras estaban en el quirófano o bailaban como nadie una salsa. La característica que sí es común en todos los casos es su sonrisa amable y su disposición para ayudar hasta con lo que no se tiene.
Efecto Cocuyo conversó con amigos y familiares de algunos miembros del personal de salud fallecido para dejar registro de su paso por los pasillos de los centros de salud y por la vida de sus compañeros. Dos pediatras neonatólogos, un cirujano pediátrico, dos enfermeros, un especialista en Medicina Interna, una médica integral y un ginecobstetra forman parte de este homenaje a sus vidas y a su servivio. Para todos sus familiares y amigos, nuestro más sentido abrazo.
Luz Duque (+11/08/2020)

Era pediatra neonatóloga en el estado Monagas. Trabajó como jefa del servicio de neonatología en el Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar (Humnt) de Maturín. Participó como voluntaria en jornadas de atención a niños de comunidades vulnerables de la Asociación Civil Por Amor A Ti.
El coordinador de Médicos Unidos de la entidad, Manuel Velázquez, la recuerda como una persona muy solidaria y dedicada. Siempre atendía con una sonrisa y “una mirada de comprensión”. Estas cualidades le ayudaron a ganarse el respeto y el cariño de sus colegas y pacientes.
Era dulce, extrovertida y cantaba muy bonito. Le gustaba la música romántica, especialmente los boleros. “La palabra integridad la define. Pero más allá de eso era esa responsabilidad, que la vida de cada uno de sus pacientes era su responsabilidad. Cuando hace lo que uno le gusta, uno lo disfruta bajo condiciones de estrés. Ella manejaba su estrés con alegría. Siempre tenía una palabra de aliento cariñosa para los familiares”, destacó.
La doctora Martha, hija de Duque, recuerda a su mamá como una persona súper trabajadora. Era “casi imposible” que se quejara o dejara algún problema sin resolver en el hospital. A sus pacientes les dedicaba todo el tiempo que necesitaran en la consulta. Si era en sus emergencias, no salía hasta dejar estables a los pequeños o haber hecho todo lo posible para que estén bien.
En casa, se dedicaba a escuchar y aconsejar a sus familiares. “Se daba cuenta de los problemas que teníamos aunque no dijéramos palabra y nos ayudaba en todo lo que estaba a su alcance”. También en la memoria queda su habilidad para cocinar “desde pastas artesanales hasta los postres más raros”, aunque nada le quedaba tan bien como el pasticho. Tenía una gran amistad con Dios (formaba parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día) y le gustaba mucho leer. Será recordaba por su entrega y “por ser luz” para sus colegas y familia.
Ramón Arturo García (+14/08/2020)

El doctor García estudió Medicina e hizo un postgrado en Medicina Interna en La Universidad del Zulia (LUZ). Su postgrado en Cardiología lo realizó en el Hospital Ruiz y Páez (Bolívar), donde se graduó como el primero de su promoción. Fue locutor en la emisora Selva 88.9 fm, luego en Palmera 102.5 fm y Radiante 95.7 fm. Su programa se llamaba Consultorio Músical. En diciembre hacía un especial llamado Cabina Gaitera. Era voluntario frecuente de Cáritas.
García destacaba por ser un hombre de caracter fuerte pero cariñoso, amable y educado, según recuerda una de sus amigas, la directora de Cáritas parroquial Nuestra Señora de la Luz, Marly Franco. Llegaba a la consulta de los martes saludando de mano a cada uno de sus pacientes y cantando rancheras. Le encantaban las melodías de Vicente Fernández. Su gusto por la música méxicana se combinaba con la salsa, que además bailaba muy bien.
La música y el canto eran sus dos grandes pasiones fuera de su trabajo. “Tradicionalmente hacemos un bingo y él era el primer participante cantando, siempre música mexicana. A pesar de que pudiera estar desafinado, cantaba con mariachis, se animaba y tomaba el micrófono. Siempre cantaba en los cumpleaños”, comentó Franco. Como locutor en su programa Consultorio Musical, se dedicaba a explicar lo que genera en el cuerpo escuchar música romántica.
Para el doctor García era muy importante que un médico tuviera sensibilidad humana, sino “no servía para ser médico”. Siempre tenía muy presente cuán importante era ayudar a las personas. Con sus pacientes tenía un trato muy especial, le gustaba mucho hacerlos reir. Siempre será recordado por su don de gentes, su servicio y su amabilidad.
Climer Forti (+14/08/2020)

Se desempeñaba como enfermero en el Hospital Docente Asistencial Dr. Raúl Leoni Otero de San Félix, conocido como hospital de Guaiparo (Bolívar). Su trabajo se enfocaba sobre todo en el área de quirófanos.
Sus colegas lo recuerdan como una persona servicial, respetuosa, carismática y con una gran calidad humana. Siempre estaba dispuesto a colaborar. “Cuando me inicié en el Hospital Raúl Leoni hace ya 30 años, Climer estaba allí y fue una de las personas que me ayudó, me orientó en el área de quirófano porque yo venía del área administrativa y no conocía el área quirúrgica”, dijo una de sus compañeras, Maritza Moreno.
Le gustaba mucho cantar. Además, formaba parte de un grupo de música, que siempre ponía a bailar al personal de salud.
Oswaldo Luces (+22/08/2020)

Se desempeñó como coordinador del programa de cirugía pediátrica del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) en Barcelona (Anzoátegui). Años antes, fue subdirector del IVSS Las Garzas y del IVSS de El Tigre. Mientras estudió la carrera, fue dirigente estudiantil en la Escuela de Medicina de la Universidad de Oriente (UDO), núcleo Anzoátegui.
El doctor César Gil, su amigo por más de 20 años, padrino de sus hijos y compañero de quirófano, aseguró que Luces era “un amigo con todas las letras”. Era una persona “muy desprendida” desde el punto de vista material. Si una persona no tenía para pagar la cirugía, hacía todo para operar de forma gratuita.
“Era capaz de organizar jornadas de operaciones gratuitas en el hospital, a veces financiaba él, otras veces yo. “¿Y ahora cómo hago mercado?”, decía y se reía”, contó.
Solía poner música en el quirófano. Siempre iniciaba la jornada con Flor Pálida de Marc Anthony y terminaba con Imagine de John Lennon. Como muchos de los procedimientos eran ambulatorios, Luces y Gil podían operar entre 15 y 18 pequeños en un día. Era muy querido por los padres de los niños y niñas que atendía. No por ser especialmente cariñoso, sino por su habilidad para comunicar de forma clara los porcentajes de éxito o fracaso de las cirugías que practicaba.
En su tiempo libre, se ponía sus zapatos de fútbol para hacer de portero del equipo que juega en la sede del Colegio de Médicos de la entidad. “Era un tipo que no pasaba desapercibido y que de una forma u otra, la vida de sus amigos giraba en torno a él”. Sus amigos y familia recordarán su partida con mucho pesar.
Maiber Barrada (+23/08/2020)

Era enfermera en el Hospital Dr. Américo Babó de Puerto Ordaz (Bolívar) y miembro de la junta directiva del Colegio de Enfermería de Caroní.
“No quería dejar nada para mañana, quería ayudar al que se paraba en frente. Si tenía una situación, te buscaba para llevarte, siempre dispuesta a servir”, recordó una de sus amigas y compañeras de trabajo, Maritza Moreno. Barrada era una persona amable y generosa, tanto que muchas veces trasladaba en su vehículo a parte del personal de enfermería que no tenía facilidad para acudir al trabajo por las fallas en el transporte público.
Una de las cualidades que más valoraban sus colegas y pacientes era su energía y optimismo. Cada que llegaba al área de COVID-19 del Hospital decía “¡vamos, vamos tienen que moverse, aquí nadie se puede deprimir!”. En una de sus últimas guardias, le dijo a sus cinco pacientes “me voy libre, me voy a ochentear. Cuando venga los quiero ver a toditos bailando“. Ellos le respondían que la iban a esperar.
Moreno contó que la hija de uno de sus pacientes (también fallecido de COVID-19) dijo que Barrada fue la enfermera que mejor atendió a su papá cuando estuvo hospitalizado. “¡Vamos, a moverse! La vida es corta y no se puede perder el tiempo“, era su lema y la frase que más repetía cada vez que le tocaba la guardia. Le gustaba conversar con los pacientes, hacer lo posible porque estuvieran bien.
“La van recordar como alguien que sobrepuso a los demás antes que sus intereses, que siempre estuvo dispuesta a servir”, concluyó Moreno.
Enseñanzas y buenos recuerdos deja personal de salud fallecido por COVID-19 #SiemprePresentes
Junny Omar Macabril Jiménez (+24/08/2020)

Era ginecobstetra. “Fue el primer médico ginecobstetra en llegar a Caicara del Orinoco (Bolívar), donde le sirvió a toda la población durante 30 años con mística y dedicación a la salud”, dijo Camilo Torres, vocero del Colegio de Profesionales de la Enfermería de Ciudad Bolívar. Trabajó en el Centro Médico Quirúrgico de Caicara, institución de la que fue dueño, director y administrador. También fue empresario ganadero.
Uno de sus buenos amigos, el doctor Nelson Villalobos, lo describe como una persona cariñosa con sus pacientes y de muy buen trato con sus compañeros; de carácter fuerte pero tranquilo. Siempre hablaba con propiedad. Además, tenía habilidad para inventarse chistes.
Sus gustos y pasatiempos estaban asociados con la actividad ganadera y el lugar donde vivía: le gustaba bailar joropo y cada que podía usaba un par de botas vaqueras que le encantaban, acostumbraba a repararlas cada cierto tiempo. Era devoto de la Virgen de la Luz, patrona de Caicara del Orinoco.
Miguelina Rivera (+30/08/2020)

Era médica integral, catequista y realizó labores comunitarias en Maripa (Bolívar). Fue voluntaria de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús y de la antigua casa hogar Santa Inés. Trabajó en la clínica Cruz Verde y colaboró para Cáritas Ciudad Bolívar. También formó parte del personal del Instituto de Salud Pública del estado Bolívar (Ispeb) y del Oncológico Virgen del Valle. Hizo sus estudios de medicina en República Dominicana.
“Excelente profesional que destacó por su espíritu de servicio que, en todo momento, puso a disposición de las jornadas de salud organizadas por Cáritas Ciudad Bolívar”, escribieron la Arquidiócesis de Ciudad Bolívar y Cáritas en una nota de duelo.
Una de sus amigas en la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, Gloria Méndez, recuerda a Miguelina como una persona tranquila y sensible, pero con una personalidad muy avasallante. Muchas personas solían abordarla en la calle para saludarla y abrazarla. “Tenía una manera de saludar: abría los brazos y las manos, extendía los brazos para saludar”. Era carismática, generosa y una católica activa en su comunidad. Era muy devota del Sagrado Corazón de Jesús, San Pío de Pietrelcina y Jesús de la Divina Misericordia.
Cuando alguien le comentaba alguna preocupación le decía, “tú eres una persona de Dios, no te va a pasar nada”. “Deja una honda huella de trabajo, amor, buena voluntad, desprendimiento a las comunidades”, concluyó Méndez.
Carlos Anés (+06/09/2020)

Se desempeñaba como pediatra en el Hospital Dr. Luis Ortega del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) de Nueva Esparta. Egresó de la Escuela José María Vargas de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Fundó la empresa de atención médica MediKids en playa El Ángel (Pampatar) y trabajó en la Clínica Juan Griego.
Se necesitó un grupo de WhatsApp de cerca de 50 personas para describir lo mucho que lo apreciaban sus compañeros de trabajo y amigos. El doctor Anés destacaba por ser una persona muy respetuosa, alegre y cordial. Una de sus compañeras en el servicio de neonatología, Francy Zabaleta, comentó que era una persona muy firme al momento de dar una opinión. No le gustaban las cosas mal hechas ni la mala educación.
Era un buen consejero y didáctico para explicar, habilidades adquiridas en su rol como profesor de posgrado de pediatría del Hospital Luis Ortega. Podía identificar cómo se sentían los residentes y darles ánimos cuando lo necesitaban.
“Siempre con un chiste y mucho cuento, con el trabajo entregado al mil por ciento”, recuerda una de sus amigas, Maribel Bejarano. La doctora Adriana Palermo recuerda sus ocurrencias en el espacio de trabajo: “cuando le preguntabas ¿cómo estás carlitos? Me decía: ¿No me ves?, cada día más bueno”.
“Galleta Oreo”, “negro precioso”, “rey de neonatal” (era el único hombre del servicio), son algunos de los apodos cariñosos que siempre escuchaba de sus compañeros. En estos días de duelo, sus compañeros de trabajo y amigos se unieron en oración para agradecer por el doctor a quien siempre considerarán su “hermano“.