Por Oscar Doval | @OscarDoval_
Como hemos leído en estos días, la relatora sobre los derechos humanos designada por la ONU, Alena Douhan, comenzó el lunes 1 de febrero una visita a Venezuela que durará hasta el viernes 12. Tendrá reuniones con funcionarios del gobierno y miembros representativos de los partidos opositores, ONG y miembros de la sociedad civil. ¿Su objetivo?: hacer un análisis del impacto de las sanciones impuestas por EE.UU. sobre los derechos humanos de los venezolanos.
La relatora tiene previsto exponer sus conclusiones iniciales en una rueda de prensa el mismo 12 de febrero. Esto se logró después de que la nueva Asamblea Nacional urgió a las Naciones Unidas a adoptar todas las medidas a su alcance para poner fin a las sanciones, además de fomentar la liberación de activos gubernamentales bloqueados con el objeto de comprar dosis de vacunas contra el COVID-19, porque el gobierno está pelando.
Alena Douhan, bielorrusa, es una experta independiente contratada por la ONU, doctora europea en derecho internacional y derechos humanos, y especialista en temas de sanciones, según informaron los portales Infobae y Efecto Cocuyo, recientemente.
No veo necesario que la ONU se apoye en un peritaje experto para saber si las sanciones financieras y comerciales que pesan sobre Venezuela, desde el 2017, han empobrecido y violado los derechos humanos de la población de a pie. Por caridad, señores, no podemos tapar el sol con un dedo. Si bien estamos meridianamente claros en que el gobierno nacional ha realizado una pésima gestión económica, incluyendo dilapidación de recursos y flagrante corrupción; su mejor epílogo han sido las sanciones gringas. Como consecuencia de ambos fenómenos, hemos caído en la desgracia financiera y social que vivimos como país, haciendo que nuestro pueblo se alimente de miseria y desesperanza.
No puedo dejar de preguntarme cómo es que un organismo que, en su esencia primigenia, existe para defender los derechos humanos requiera de una especialista para revisar si las sanciones económicas y financieras afectan o no a los pueblos. Esto, como si no hubieran suficientes evidencias históricas, anecdóticas y fácticas, de las miserias políticas, sociales y económicas, en los más de 30 países, que han sido y siguen siendo víctimas de las sanciones de los gringos.
Me atrevo a afirmar que la ONU llega a ser cínica, no solo por lo mencionado, sino también basándome en otra evidencia reciente. El informe de previsiones económicas de esa multilateral, estima que la economía del país decrecerá un 7% este año. Esto, no obstante los analistas económicos más conservadores dentro y fuera de Venezuela, afirman que nuestra patria verá después de un desastroso 2020, un crecimiento del PIB que nos colocará cerca de 0%, e incluso en modestas cifras positivas, durante el 2021.
Afirmaciones de decrecimiento económico como las referidas, no solo desincentivan la inversión extranjera, ya bastante golpeada por la irresponsabilidad del gobierno nacional, sino además mata cualquier apetito de inversionistas locales.
Respecto a las nefastas predicciones económicas, no puedo dejar de preguntar a la ONU:
¿Qué pasaría si Biden laxa las sanciones y se comienza nuevamente a exportar petróleo a través de “off-takers” no ligados al gobierno, como pareciera avizorarse en las declaraciones de sus secretarios del Tesoro y del Departamento de Estado?
¿Qué ocurriría en nuestra economía, si la nueva licencia de la OFAC 30-A, apenas publicada el 2 de febrero, permite abrir espacios aéreos y acuíferos al sector privado del país, aumentando la actividad comercial?
¿Y si este año aumentan las exportaciones auríferas y las remesas, podrían verse mejoras de la economía nacional?
¿Qué pasaría si en virtud de la famosa, aunque pavosa, ley antibloqueo, sumado a la natural atracción de fondos de capital de riesgo internacionales, comienzan a proliferar compras e inversiones en el sector público y privado? Acaso, no hemos visto recientemente las compras de Direct TV y Cargill, así como en las concesiones de Lácteos los Andrés, Agropatria, el Central Pio Tamayo, y la posible venta de Movilnet en los próximos días.
Todo lo mencionado, aumentaría significativamente el PIB, produciendo crecimiento económico del país y mejora de las condiciones de vida de todos los venezolanos.
Qué diferencia existe entre lo que hace la ONU y lo que viene haciendo el opositor Leopoldo López desde su escape de Venezuela, quien en diferentes medios de comunicación reconoce que las sanciones americanas afectan al pueblo venezolano, pero que deben mantenerse como mecanismos de presión internacional para empujar a una transición democrática en el país.
De hecho, en los últimos días, Leopoldo nos informa de una nueva plataforma para la unidad de los partidos opositores y sociedad civil contra el gobierno de Maduro —contra Maduro, no por el bienestar de Venezuela —, y sigue insistiendo en la importancia de mantener las sanciones y la presión internacional contra nuestro país.
¿Lo que hace Naciones Unidas no implica una forma de violar derechos humanos también? Sin ser una multilateral financiera, la ONU se atreve a asegurar que este será otro año de calamidad económica para Venezuela, golpeando la ya maltratada imagen financiera del país, haciendo predicciones peregrinas sobre una economía tan impredecible como la nuestra.
Por una parte, la ONU espera tres años para revisar si las sanciones americanas afectan el bienestar de nuestra población, cuando ya estamos en “vuelo rasante” como país.
Señores de la ONU, cuando vienen delegaciones exploratorias, como la liderada por Bachelet, y denuncian violación de los DDHH por parte de personeros e instituciones del gobierno, no solo los aplaudo, sino celebro que estén cumpliendo sus funciones. Ahora, cuando hacen disparates y perogrulladas como los referidos en este escrito, entonces no me queda más que recordar que son ustedes unos lacayos burócratas de las potencias que los componen y dominan, sean estás americanas, europeas o asiáticas.
Solo queda decir: ¡qué dolorosa realidad!
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Por Oscar Doval | @OscarDoval_
Como hemos leído en estos días, la relatora sobre los derechos humanos designada por la ONU, Alena Douhan, comenzó el lunes 1 de febrero una visita a Venezuela que durará hasta el viernes 12. Tendrá reuniones con funcionarios del gobierno y miembros representativos de los partidos opositores, ONG y miembros de la sociedad civil. ¿Su objetivo?: hacer un análisis del impacto de las sanciones impuestas por EE.UU. sobre los derechos humanos de los venezolanos.
La relatora tiene previsto exponer sus conclusiones iniciales en una rueda de prensa el mismo 12 de febrero. Esto se logró después de que la nueva Asamblea Nacional urgió a las Naciones Unidas a adoptar todas las medidas a su alcance para poner fin a las sanciones, además de fomentar la liberación de activos gubernamentales bloqueados con el objeto de comprar dosis de vacunas contra el COVID-19, porque el gobierno está pelando.
Alena Douhan, bielorrusa, es una experta independiente contratada por la ONU, doctora europea en derecho internacional y derechos humanos, y especialista en temas de sanciones, según informaron los portales Infobae y Efecto Cocuyo, recientemente.
No veo necesario que la ONU se apoye en un peritaje experto para saber si las sanciones financieras y comerciales que pesan sobre Venezuela, desde el 2017, han empobrecido y violado los derechos humanos de la población de a pie. Por caridad, señores, no podemos tapar el sol con un dedo. Si bien estamos meridianamente claros en que el gobierno nacional ha realizado una pésima gestión económica, incluyendo dilapidación de recursos y flagrante corrupción; su mejor epílogo han sido las sanciones gringas. Como consecuencia de ambos fenómenos, hemos caído en la desgracia financiera y social que vivimos como país, haciendo que nuestro pueblo se alimente de miseria y desesperanza.
No puedo dejar de preguntarme cómo es que un organismo que, en su esencia primigenia, existe para defender los derechos humanos requiera de una especialista para revisar si las sanciones económicas y financieras afectan o no a los pueblos. Esto, como si no hubieran suficientes evidencias históricas, anecdóticas y fácticas, de las miserias políticas, sociales y económicas, en los más de 30 países, que han sido y siguen siendo víctimas de las sanciones de los gringos.
Me atrevo a afirmar que la ONU llega a ser cínica, no solo por lo mencionado, sino también basándome en otra evidencia reciente. El informe de previsiones económicas de esa multilateral, estima que la economía del país decrecerá un 7% este año. Esto, no obstante los analistas económicos más conservadores dentro y fuera de Venezuela, afirman que nuestra patria verá después de un desastroso 2020, un crecimiento del PIB que nos colocará cerca de 0%, e incluso en modestas cifras positivas, durante el 2021.
Afirmaciones de decrecimiento económico como las referidas, no solo desincentivan la inversión extranjera, ya bastante golpeada por la irresponsabilidad del gobierno nacional, sino además mata cualquier apetito de inversionistas locales.
Respecto a las nefastas predicciones económicas, no puedo dejar de preguntar a la ONU:
¿Qué pasaría si Biden laxa las sanciones y se comienza nuevamente a exportar petróleo a través de “off-takers” no ligados al gobierno, como pareciera avizorarse en las declaraciones de sus secretarios del Tesoro y del Departamento de Estado?
¿Qué ocurriría en nuestra economía, si la nueva licencia de la OFAC 30-A, apenas publicada el 2 de febrero, permite abrir espacios aéreos y acuíferos al sector privado del país, aumentando la actividad comercial?
¿Y si este año aumentan las exportaciones auríferas y las remesas, podrían verse mejoras de la economía nacional?
¿Qué pasaría si en virtud de la famosa, aunque pavosa, ley antibloqueo, sumado a la natural atracción de fondos de capital de riesgo internacionales, comienzan a proliferar compras e inversiones en el sector público y privado? Acaso, no hemos visto recientemente las compras de Direct TV y Cargill, así como en las concesiones de Lácteos los Andrés, Agropatria, el Central Pio Tamayo, y la posible venta de Movilnet en los próximos días.
Todo lo mencionado, aumentaría significativamente el PIB, produciendo crecimiento económico del país y mejora de las condiciones de vida de todos los venezolanos.
Qué diferencia existe entre lo que hace la ONU y lo que viene haciendo el opositor Leopoldo López desde su escape de Venezuela, quien en diferentes medios de comunicación reconoce que las sanciones americanas afectan al pueblo venezolano, pero que deben mantenerse como mecanismos de presión internacional para empujar a una transición democrática en el país.
De hecho, en los últimos días, Leopoldo nos informa de una nueva plataforma para la unidad de los partidos opositores y sociedad civil contra el gobierno de Maduro —contra Maduro, no por el bienestar de Venezuela —, y sigue insistiendo en la importancia de mantener las sanciones y la presión internacional contra nuestro país.
¿Lo que hace Naciones Unidas no implica una forma de violar derechos humanos también? Sin ser una multilateral financiera, la ONU se atreve a asegurar que este será otro año de calamidad económica para Venezuela, golpeando la ya maltratada imagen financiera del país, haciendo predicciones peregrinas sobre una economía tan impredecible como la nuestra.
Por una parte, la ONU espera tres años para revisar si las sanciones americanas afectan el bienestar de nuestra población, cuando ya estamos en “vuelo rasante” como país.
Señores de la ONU, cuando vienen delegaciones exploratorias, como la liderada por Bachelet, y denuncian violación de los DDHH por parte de personeros e instituciones del gobierno, no solo los aplaudo, sino celebro que estén cumpliendo sus funciones. Ahora, cuando hacen disparates y perogrulladas como los referidos en este escrito, entonces no me queda más que recordar que son ustedes unos lacayos burócratas de las potencias que los componen y dominan, sean estás americanas, europeas o asiáticas.
Solo queda decir: ¡qué dolorosa realidad!
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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