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Oscar Morales Rodríguez
Básicamente, el lavado de dinero consiste en realizar ciertas operaciones financieras para convertir recursos ilícitos en recursos lícitos, es decir, se trata de limpiar la riqueza, que ha sido generada por medio de actividades ilícitas, en riqueza aparentemente con orígenes lícitos.
Así, los interesados en blanquear riqueza ilícita cuentan con diferentes técnicas para transformar y movilizar dichos recursos. Regularmente, las actividades más propensas a lograr el objetivo son: la compra y venta de joyas, metales y obras de artes, alquiler de inmuebles, donaciones, juegos de envite y azar, desarrollos de proyectos inmobiliarios, remesas internacionales, activos virtuales, entre otros.
Actualmente, en Venezuela existe un proceso de dolarización de facto, lo cual ha posibilitado ingresar divisas a la economía sin control. En otras palabras, como no existe un procedimiento organizado y formal que pueda bancarizar esas nuevas divisas que entran a nuestra economía, estamos creando, como consecuencia, las condiciones para que ingresen divisas de cualquier origen. Este escenario es propicio para el crimen organizado, porque las transacciones estarían ocurriendo con escasa o nula supervisión, fiscalización y monitoreo.
Por lo tanto, no es extraño que hoy se levanten tantas sospechas acerca de los nuevos emprendimientos denominados “bodegones” o “mini-market”, puesto que, detrás de algunas (léase bien “algunas”) de esas inversiones, quizás esté la mano oscura del narcotráfico o funcionarios y familiares sancionados del régimen dictatorial. Además, se reportan muchas inversiones en los países de la región para instalar locales de venta de comida rápida, licorerías, panaderías, tiendas de ropa y negocios diversos que manifiestan muchas señales de dinero sucio, aprovechándose de la alta presencia de venezolanos y otros vínculos.
Representa un desafío mayúsculo para la Unidad Nacional de Inteligencia Financiera poder separar las transacciones legales y las transacciones ilegales, pues, ya estamos inundados de dólares que se nos hace casi imposible conocer su procedencia y, paulatinamente, seguirán circulando más dólares con muchos procedimientos opacos, por tanto, somos tierra fértil para el narco lavado de dinero, puro y duro.
El crimen organizado busca diariamente técnicas novedosas para filtrar su riqueza mal habida, pero en nuestro país no tendría mucha dificultad para cumplir su cometido, dada las particularidades que ofrece nuestra economía. Si es cierto que ese proceso que llaman dolarización “no lo ven mal” -y gracias a DIOS que existe-, entonces deben crearse mecanismos para que las divisas ingresen a la economía ordenadamente y respetando las normas y formalidades jurídicas. Porque si no, lamentablemente, esta vez, en este río revuelto pudiera ganar la criminalidad y todos sus males asociados.
Para finalizar, les dejo este dato: Según Econoanalítica, cerca de 86 % de las transacciones minoristas en Maracaibo se efectuaron mediante pago en dólares, mientras que a nivel nacional se estima que alcanzó 54%. Esto suma y sigue. Valdría la pena actuar.
* * *
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Actualmente, en Venezuela existe un proceso de dolarización de facto, lo cual ha posibilitado ingresar divisas a la economía sin control. En otras palabras, como no existe un procedimiento organizado y formal que pueda bancarizar esas nuevas divisas que entran a nuestra economía, estamos creando, como consecuencia, las condiciones para que ingresen divisas de cualquier origen. Este escenario es propicio para el crimen organizado, porque las transacciones estarían ocurriendo con escasa o nula supervisión, fiscalización y monitoreo.
Por lo tanto, no es extraño que hoy se levanten tantas sospechas acerca de los nuevos emprendimientos denominados “bodegones” o “mini-market”, puesto que, detrás de algunas (léase bien “algunas”) de esas inversiones, quizás esté la mano oscura del narcotráfico o funcionarios y familiares sancionados del régimen dictatorial. Además, se reportan muchas inversiones en los países de la región para instalar locales de venta de comida rápida, licorerías, panaderías, tiendas de ropa y negocios diversos que manifiestan muchas señales de dinero sucio, aprovechándose de la alta presencia de venezolanos y otros vínculos.
Representa un desafío mayúsculo para la Unidad Nacional de Inteligencia Financiera poder separar las transacciones legales y las transacciones ilegales, pues, ya estamos inundados de dólares que se nos hace casi imposible conocer su procedencia y, paulatinamente, seguirán circulando más dólares con muchos procedimientos opacos, por tanto, somos tierra fértil para el narco lavado de dinero, puro y duro.
El crimen organizado busca diariamente técnicas novedosas para filtrar su riqueza mal habida, pero en nuestro país no tendría mucha dificultad para cumplir su cometido, dada las particularidades que ofrece nuestra economía. Si es cierto que ese proceso que llaman dolarización “no lo ven mal” -y gracias a DIOS que existe-, entonces deben crearse mecanismos para que las divisas ingresen a la economía ordenadamente y respetando las normas y formalidades jurídicas. Porque si no, lamentablemente, esta vez, en este río revuelto pudiera ganar la criminalidad y todos sus males asociados.
Para finalizar, les dejo este dato: Según Econoanalítica, cerca de 86 % de las transacciones minoristas en Maracaibo se efectuaron mediante pago en dólares, mientras que a nivel nacional se estima que alcanzó 54%. Esto suma y sigue. Valdría la pena actuar.
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