El luto volvió a los pasillos de los servicios de Hematología, Nefrología y Oncología del hospital de niños José Manuel de los Ríos. Entre el 2 de enero y el 11 de julio de 2019, cuatro niñas y doce niños murieron en el centro pediátrico de Caracas en medio de la crisis de salud.
Juan, Diego, Marianyi, Giovanni, Robert, Yeiderberth, Erick, Mariangel, Nohemí, Frandynson, Harold, Víctor, Dainer, Eliander, Jesús y Andrea son los nombres de los 16 menores cuyos decesos fueron documentados por Efecto Cocuyo en el primer semestre de 2019 e inicio del mes de julio.
Hematología: tres en enero y cuatro en mayo
Juan Sebastián Arnao, bebé de 11 meses, fue el primer paciente del servicio de Hematología en morir en el hospital de niños este 2019. Tenía leucemia. Su tratamiento se atrasó debido a que, a principios de 2018 se dañó la campana de flujo laminar del J.M. de los Ríos, equipo en el que preparan las quimioterapias. Dejó de respirar a las 8:15 am del 10 de enero, casi tres horas antes de que Nicolás Maduro se juramentara ante el Tribunal Supremo de Justicia para empezar su segundo mandato.
Quince días después falleció Diego García, de 13 años. Tenía leucemia. Murió a las 4:00 am del 25 de enero en la torre de aislamiento del centro pediátrico, donde estaba hospitalizado. Allí no pudo conseguir su tratamiento completo de quimioterapia. Su madre buscaba ayudas económicas para pagar los exámenes hematológicos que el J.M. de los Ríos no hacía por carecer de reactivos.
Marianyi Serrano, de 5 años, se convirtió en la tercera paciente del servicio de Hematología en morir en el primer mes del año, el día 29 de enero. Padecía leucemia linfoblástica aguda. Su familia había pedido ayuda a la Presidencia de la República, a la Vicepresidencia y al Ministerio de Salud a través de las redes sociales para salvarla por no contar con suficientes recursos.
Sin trasplantes

Enero culminó con tres decesos, mientras que cuatro niños murieron en mayo a la espera de un trasplante de médula ósea. A Juan, Diego y Marianyi se sumaron los nombres de Giovanni, Robert, Yeiderberth y Erick.
De un paro respiratorio murió Giovanni Figuera la mañana del lunes 6 de mayo. Tenía 7 años y un diagnóstico de leucemia linfoblástica aguda de alto riesgo. Se trataba en el JM desde hacía dos años. Estuvo dos meses hospitalizado antes de partir. Su familia estaba buscándole antiobióticos y plaquetas para normalizar sus valores.
Robert Redondo no pudo alcanzar su sueño de ser bombero. Falleció a sus 7 años la mañana del 23 de mayo. Durante el tratamiento para la leucemia linfoblástica aguda que padecía no pudo acceder fácilmente a quimioterapias, antibióticos o sangre segura para recibir transfusiones, pues su disponibilidad no estaba garantizada en el centro de salud.
Dos días después de Robert, murió Yeiderberth Requena, de 8 años, de un paro respiratorio. Tenía leucemia linfoblástica aguda. Estuvo más de un año en remisión a la espera de un trasplante medular que no llegó. Su madre buscó quimioterapias por fuera del hospital porque no había. Tampoco había antibióticos de amplio espectro y albúmina humana, los cuales necesitaba en sus últimos días.
Erick Altuve tenía un linfoma no Hodgkin y 11 años de vida. Era uno de los 30 pacientes que esperaba recibir un trasplante medular. Murió la tarde del 26 de mayo de un paro respiratorio, cuando en el hospital no había Meropenem o Vancomicina, antibióticos de amplio espectro.
Siete pacientes renales
Solo abril y junio no registraron decesos en el servicio de Nefrología. Siete niños murieron hasta el 11 de julio, según el registro de Efecto Cocuyo.
Dos adolescentes de 15 años murieron. La primera fue Mariángel Romero, quien tenía insuficiencia renal y provenía del estado Sucre. Murió la tarde del 2 de enero de un shock hipovolémico. Estuvo hospitalizada desde octubre de 2018 por la bacteria Escherichia coli. Su catéter estaba contaminado, pero a finales de noviembre del año pasado lo sustituyeron por uno nuevo.
Nohemí Oliveros fue la segunda. Tenía síndrome nefrótico y sumaba 37 días hospitalizada. El 7 de marzo murió producto de un shock séptico. Según su acta de defunción, ingresó con una neumonía y luego se complicó por una bacteria intrahospitalaria.
Cinco niños murieron. Frandynson Torrealba falleció el 8 de enero. Padecía enfermedad renal crónica, cono medular anclado y vejiga neurogénica. Su familia había solicitado antibióticos por redes sociales debido a la ausencia del tratamiento en el hospital.
Harold Alcalá murió el 25 de enero a sus 11 años. Tenía insuficiencia renal. Sufrió un paro mientras recibía su tratamiento en la unidad de diálisis del J.M. Madres del servicio indicaron que su catéter estaba contaminado con una bacteria.
Conectado a su máquina de diálisis, Víctor Pacheco, de 13 años, murió el 18 de febrero. Había sobrevivido al brote infeccioso en el servicio de Nefrología en 2017. Sus padres lo habían cambiado de una unidad de diálisis, pero regresó al J.M. de los Ríos ese mes porque le diagnosticaron dengue.
Dainer Magdaleno, de 3 años, tenía síndrome nefrótico. Un cuadro de diarrea y vómitos, sumado a su enfermedad renal, lo complicó. Murió el primero de mayo. En varias ocasiones habían solicitado medicamentos para él porque no había en el hospital.
El 11 de julio falleció Eliander Bandres, de 10 años. Padecía enfermedad renal crónica. Murió debido a un shock séptico, producido por un germen agresivo, con inicio en la punta de su catéter de hemodiálisis.
Dos niños de Oncología
Otros dos niños murieron en el servicio de Oncología del centro pediátrico: Jesús Mujica y Andrea Ruiz. Ambos tuvieron inconvenientes para recibir sus quimioterapias porque en el centro asistencial no había disponibilidad. Sus padres tuvieron que adquirir el tratamiento por su cuenta.
Jesús Mujica, de 16 años, falleció el 7 de mayo producto de un shock séptico. El cáncer había afectado varios de sus órganos. Andrea Ruiz, de 8 años, tenía un tumor en su sistema nervioso central en estadio cuatro. Falleció la noche del 9 de mayo. Empezó su primer ciclo de quimioterapias en febrero de este año, pero el estado del hospital y los apagones impidieron que fuera tratada de forma regular y oportuna.
Sus quimioterapias fueron suspendidas en una ocasión por una falla en el aire acondicionado del cuarto donde se preparan los tratamientos para los pacientes de Oncología y Hematología. El segundo megaapagón, el del 25 de marzo, también paralizó su quimioterapia.
Entre 2018 y julio de 2019 han muerto, al menos, 45 niños en el J.M. de los Ríos.
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