Luego de ser excarcelados por un indulto que decretó el gobernante Nicolás Maduro, el pasado 31 de agosto, varios ex presos políticos relataron haber sido víctimas de torturas.
Denuncias sobre tratos crueles e inhumanos por parte de los cuerpos de seguridad del Estado venezolano contra la disidencia ya han sido documentadas, en el pasado, por la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
De hecho, el último informe de su Oficina refirió que entre junio de 2019 y mayo de 2020 se registraron al menos 16 casos de ese tipo en Venezuela, país que firmó y ratificó la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
Electricidad, asfixia y excremento
Una de las víctimas que compartió su historia esta semana fue Vasco Da Costa, quien estuvo preso desde el 17 de abril de 2018 hasta el 31 de agosto en la cárcel militar de Ramo Verde.
El politólogo describió a VOA Noticias que sus custodios lo golpeaban con una especie de martillo de hierro en los pies. Reveló que fue asfixiado, que le pusieron pinzas en las tetillas y le dieron descargas eléctricas.
“Me metieron boca abajo en un pozo de agua, casi me muero…”, dijo al medio de comunicación.
El activista del Movimiento Nacionalista sostiene que el cáncer que desarrolló en el ojo es producto de múltiples golpes que recibió.
“Lo que hacían era darme con un bate en el estómago para evacuar, metían mi evacuación dentro de una bolsa de cuero en la pared. Buscaban excremento de otro y te dejan ahí y te sacan cuando ya te hayas curado. Uno se doblega frente a esas cosas”, declaró sobre otra de las prácticas.
Golpes y negación de atención médica
Otro de los presos excarcelados el 31 de agosto fue el médico Alberto Marulanda, especialista en cirugía de la mano.
De acuerdo a la ONG Foro Penal, él fue privado de libertad en Ramo Verde solo por ser pareja de una militar que supuestamente participó en reuniones para ejecutar un levantamiento militar contra el gobierno.
Poco después de que lo detuvieran, sus abogados y familiares denunciaron que a Marulanda lo guindaron a un tubo con esposas y lo golpearon en las manos, por lo que perdió la sensibilidad en esas extremidades. Debido a esas torturas también perdió parcialmente la audición y tuvo una lesión en la columna.
Cuando cumplió dos años preso, su hija Victoria reclamó que a su padre le negaban atención médica. Además, dijo, Marulanda presentaba depresión y una evaluación psicológica reveló que había riesgo de que atentara contra su vida.
Presión psicológica y tratos inhumanos
El director del portal Punto de Corte, Nicmer Evans, pasó poco más de un mes y medio preso en la sede de Boleíta de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim).
Estuvo encerrado en una celda de apenas 1×4 metros. “Más bien una jaula”, contó en entrevista con la directora general de Efecto Cocuyo en el programa #ConLaLuz.
Agregó “luego me enteré para qué la han usado. Era parte de lo que se usa para los procesos de torturas”.
El politólogo señaló que, aunque no le tocaron un pelo, “fue más la presión psicológica; dormía en el piso y por unos 45 días no pude ver la luz del sol. Si te dejan ver el sol, eso ya es un privilegio”.
Declaró que el 85% de las personas con quienes se tomó fueron víctimas de torturas.
El diputado de la Asamblea Nacional, Renzo Prieto, estuvo detenido cinco meses y 21 días en la sede de las Fuerzas de Acciones Especiales (Faes) en La Quebradita sector San Martín, en Caracas.
En el calabozo “no se podía distinguir el día de la noche“, solo un bombillo iluminaba dos celdas. Él pasaba los días en un espacio de 2,40 metros de largo por 1,90 metros de ancho con cinco personas más.
Prieto solo contaba con el pantalón y la camisa que tenía puesto al momento de la detención. Estuvo 19 días esperando a que les permitieran cepillarse los dientes y tomar una ducha, dijo en entrevista con el periodista Sergio Novelli.
Además, el parlamentario fue incomunicado. “Nunca tuve contacto con mi familia, ni una llamada, ni siquiera el día de antier (31 de agosto, día de su liberación) me dieron una llamada con mi familia para decirles: mire voy saliendo, estoy bien. Tuve que llamar después que salí del secuestro“, dijo.
Infligir dolor y sufrimiento
De acuerdo a la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes —firmada y ratificado por Venezuela— se entiende por tortura:
Todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas.