El mundo actual ha venido cambiando a pasos agigantados. El avance a ritmo inusitado de la ciencia y la tecnología en las últimas décadas está impactando sobremanera todos los esquemas civilizatorios. No podía estar por fuera de este fenómeno, lo relativo al liderazgo político que siempre, por su condición, tiene una enorme relevancia en la conducción de los procesos. 

La posibilidad tecnológica de comunicar más democráticamente llegó desde hace pocos años. Con la aparición de las redes sociales, los líderes también tienen formas de comunicar mucho más directas y rápidas para interactuar permanentemente con la población. Este esquema de relacionamiento está impactando la manera de ejercer el liderazgo en todo el mundo y particularmente en aquellos países donde la dinámica polarizadora es más fuerte y los medios tradicionales están más restringidos para el ejercicio del pluralismo como es el caso de Venezuela, por ejemplo. 

En Venezuela, Twitter, Instagram y Facebook, entre otras, son plataformas que se utilizan por encima del promedio internacional por la necesidad de buscar fuentes alternativas de información. Esto ha generado que muchos líderes las utilicen para hacer llegar sus posiciones políticas y los temas clave que se requieren incorporar en la agenda pública del país. Es una forma alternativa de llegar y, al mismo tiempo, de interactuar con muchas personas para lograr la conexión emocional necesaria de cara al procesamiento de las diferencias ideológicas en las disputas por el poder. 

En estas circunstancias internacionales y, particularmente, nacionales; las condiciones que ofrece la tecnología al mundo político para comunicar e interactuar mejor, abre los escenarios para la aparición de un segmento etario que va desde los treinta hasta los cincuenta y cinco años. Pedro Sánchez en España, Macron en Francia, Mateo Renzi, Salvini y Conte en Italia, Bukkele en El Salvador, Duque en Colombia, Gianmattei en Guatemala. En Venezuela tenemos, entre muchísimos otros, a Capriles, Guaido, Leopoldo López, Rafael Lacava, Hector Rodríguez, Laidy Gómez, Alejandro Marvez, Luis Jonás Reyes, Freddy Guevara, David Smolansky, Daniel Antequera, entre otros, que despuntan por su forma de interactuar en las redes y relacionarse con la población en general.

Otro tipo de líderes está surgiendo en el mundo. La sociedad, también impactada por la fenomenología de las redes, está clamando por un ejercicio de liderazgo más real y humano. Sobre todo, más cercano y entrelazado con la solidaridad y la acción social directa. Esta tendencia nos puede impactar también la cultura de la democracia porque la vitrina política es mucho más visible en la actualidad.

Hoy en día, ocultar cosas y modos de vida es más difícil que hace cincuenta años. Esto hace que los líderes tengan que estar conectados a un ejercicio más transparente de la autoridad y el poder. El escrutinio público es inconmensurable actualmente.  

Y aunque estamos observando un incremento notable del autoritarismo en el corto plazo, este fenómeno será insostenible a la larga por las formas modernas y posmodernas de la comunicación política. Aquel tipo de líderes que crea que su voluntad es santa palabra, difícilmente podrá sobrevivir en un entorno de tanta dinámica comunicacional.

Moisés Naím, lo describe de una manera brillante al  afirmar: “el fenómeno del poder se ha venido diluyendo y dispersando en las últimas décadas”. Por mi parte agrego que el control es disgregado. Con los avances tecnológicos, este proceso se ha afianzado. 

Los nuevos líderes que van surgiendo y ganando posicionamiento cada día deben saber acoplar la comunicación tecnológica con los sentimientos y emociones de las personas. Deben ser más naturales y directos. Tener, en extremo, claras las ideas con las cuales conectarse con sus electores. Combinar autoridad con persuasión y trabajo social para ganar credibilidad y respeto.

Venezuela está necesitada de este “otro tipo de líderes” que destranquen un juego que tiene demasiado tiempo, cerrado y con las consecuencias dramáticas para la mayoría de la población.

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