Ya es tradicional que, al final de junio o principios de julio, en varias ciudades del mundo se realice el desfile o marcha del orgullo gay, llamada así en sus inicios, pero –con el aumento de expresiones de la diversidad sexual– incluye a lesbianas, bisexuales, transexuales, travestis e intersexuales, las llamadas “minorías” sexuales.
Algunos de los desfiles de la comunidad LGBTIQ+, como los de Nueva York, Madrid, Ciudad de México, Río de Janeiro, París, suelen ser coloridos y muy concurridos. En otras ciudades son menos ostentosos, pero no por ello menos valiosos.
En las marchas gays no hay despliegue de fuerzas militares, ni ostentación de armamento, ni se rinde tributo a las guerra. Son más parecidas a un desfile de carnaval. Sin embargo, aunque tienen componentes de alegría y baile son desfiles combativos que celebran el orgullo por las reivindicaciones que han costado muchas lágrimas, dolor y sangre.
Los derechos de LGBTIQ en 2023
Con motivo de la celebración del orgullo de la sexo diversidad de este año, un importante medio de comunicación español publicó un reportaje sobre el estatus de los derechos humanos de las minorías sexuales en el mundo.
Dos conclusiones destacan de la lectura del reportaje sobre los derechos LGBTIQ en 2023. Por un lado, el desbalance a nivel internacional, y por el otro, las amenazas que se ciernen sobre lo alcanzado y las dificultades para alcanzar más debido a la ofensiva ultraconservadora en el mundo.
Desde el incremento de las luchas de las minorías sexuales por sus derechos sociales, a mediados de los años 60 del siglo pasado, ha habido importantes avances en buena parte del mundo. Casi todos los países de Europa y América del Norte han aprobado leyes y ofrecido espacios sociales para el desarrollo de las personas con expresiones sexo diversas.
Los avances en materia de derechos sexuales en lo que llamaremos el mundo civilizado es seguido por algunos países suramericanos como Brasil, Argentina, México, Uruguay. Inclusive, países con larga tradición conservadora en la región como Colombia, Chile y Cuba han aprobado leyes en defensa de las minorías sexuales.
Como una paradoja suramericana, Venezuela, un país con un gobierno de casi un cuarto de siglo que hace alarde de ser “revolucionario” e impulsar la integración de las minorías sociales, está entre los más rezagados en materia de derechos a las minorías sexuales haciendo causa común con los gobiernos más atrasados de la región: los centroamericanos y de las islas del Caribe.
En Rusia y la mayoría de los países del norte de Asia y África los derechos de las personas con sexualidad alternativa no sólo son negados sino que se vulneran otros derechos humanos como el de expresión. Los tribunales de la “decencia y cuidado de la moral” apresan y sentencian a muerte a los miembros de la comunidad LGBTIQ en estas sociedades.
La represión a las minorías sexuales no solo se mide por la negación de derechos, como ocurre en Rusia, Polonia, Hungría y en gran parte del mundo, sino en la amenaza que se cierne sobre lo logrado en otros países.
No hay vuelta atrás
El monstruo del oscurantismo, que recorre a buena parte de Europa y a los Estados Unidos, viene ensañado contra los logros de la comunidad LGBTIQ, amenazando con derogar leyes e impidiendo avances en materia de derechos.
Con un discurso conservador e hipócrita, bajo la bandera de supuesta protección a la familia y a los niños y adolescentes, los partidos y otras fuerzas vivas del oscurantismo, haciendo eco de grupos religiosos, arremeten contra los derechos de las personas LGBTIQ como una forma de detener los avances sociales. Están dispuestos a jugarlo todo manipulando la justicia.
Lo que parece que ignoran los grupos y partidos retrógrados es que los cambios sociales no solo se sustentan con leyes sino que se dan en la mentalidad de la gente. Por ello, la derogación de leyes o anulación de decretos sociales es cuestión de forma, en esencia, es difícil dar vuelta atrás.
Cuando hay avances sociales, no hay vuelta atrás. Los gays, lesbianas, personas trans y otras expresiones sexuales que se han expresado libremente durante las últimas décadas no volverán a ocultarse. Tampoco podrán anularse los cambios sociales. Como tampoco podrán borrar del mercado a los consumidores con un estilo de vida alternativo que se han insertado en la economía.
Ante las amenazas y acciones para arrebatar derechos ya logrados por los grupos LGBTIQ surgirá la resistencia, aumentará la conflictividad social, pero por sobre eso está la impotencia de los grupos retrógrados para impedir que las nuevas generaciones de personas con expresiones sexuales distintas a la normativa vivan negándose a sí mismas.
Ante el sombrío panorama político mundial quedan muchas marchas por delante para expresar el orgullo de ser gay, lesbiana, bisexual trans, o lo que se quiera ser sexualmente.
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