Mesa vacía

Antes llena de abuelos, padres, hijos, tíos, primos, sobrinos, esposos, novios, hermanos de la vida, amigos; la mesa de familiar de los domingos en estos tiempos de aislamiento, se llena soledad, solo se reúne el núcleo familiar inmediato, y un par de abuelos con escafandras, que se escapan de sus casas de vez en cuando.

Con todo y lo poco concurrido del espacio, cada fin de semana se levantan los techos por las encendidas discusiones sobre si votar o no votar el 6D:

-¡Traidor, eso es lo que eres si vas a votar, un traidor!

-Espera, espera, si no vamos, estamos cediendo al oficialismo todos los curules del parlamento, como hicimos en 2005. En 2015, arrasamos porque fuimos a votar en masa.

-¡Son otras las circunstancias, si vamos a votar, igual va a tener mayoría el oficialismo a punta de trampa y lo que vamos a lograr es darle más validez internacional al régimen!

Nos suena conocido, ¿verdad? No más de “5 pelos” en mi casa, armando este show en vez de comer tranquilos el postre, semana tras semana.

Desarticulación, por no decir desorden u otro adjetivo más peyorativo, parece ser la máxima que rige a la oposición venezolana. Esto a tan solo un par de meses de celebrarse unas elecciones parlamentarias, en las que el gobierno quiere unificar los tres parlamentos actuales. Surrealista, ¿no?

Esta situación se desarrolla en el contexto de una salvaje persecución internacional liderada por los gringos, a un gobierno ya gastado, en el medio de la peor crisis económica que haya atravesado la patria desde la época de la independencia.

Autogol

¿Convendrá votar o abstenerse? Por un lado, tenemos a líderes opositores representantes del más rancio radicalismo, como lo podría ser María Corina, que no solo invitan vehementemente a no participar en “la farsa del 6D”, sino además claman por una invasión inmediata. Cueste lo que cueste.

Por otra parte, tenemos al auto-proclamado, y ya bastante raído presidente Guaidó, invitando también a abstenerse el 6D, pero formando un nuevo partido político que amalgame la oposición. Este sería bautizado con el rimbombante nombre de Pacto unitario por la libertad y elecciones libres. ¿Se imaginan las siglas? PULE o PULELI, ¡o qué sé yo!

Machado, a quien puedo imaginar uniformada de militar, casco incluido, metida en una trinchera llena de barro, como buena mujer de guerra, le dice a Guaidó: “Mi posición es enfrentar cada maniobra de distracción, aunque se disfrace de unidad”. ¡Mosca, pues, Guaidó!

También tenemos un resurrecto Capriles, con cordones, cadenas, estampitas, llaveros y demás abalorios de la Virgencita del Valle. El pana tiene meridianamente claro que necesitamos de verdad mucha fuerza divina en Venezuela.

Se suma a lo anterior, una respetable cantidad de partidos emergentes de oposición, así como un chorro de candidaturas disidentes o no de los partidos opositores tradicionales, que en su conjunto están contenidos en 35 partidos opositores, varios movimientos gremiales y más de 200 candidatos independientes. Esta cifra palidece, ante lo afirmado por Diosdado, quien dice que hay más de 13.500 candidatos inscritos de oposición.

Chamo, si esto es verdad, estamos hablando de la mitad del Estadio Universitario de Caracas, lanzándose a diputados por la oposición. Los opositores somos “malazos” manejando números y verdades, pero algunos oficialistas… como que le pegan a la fantasía.

Más allá de las precisiones numéricas, la obvia fragmentación de la cada vez más exótica fauna opositora, debe estar deleitando al Gobierno, porque éste sabe en el fondo que aunque posterguen las elecciones 6 meses, y venga hasta el Papa a verlas, el mucho más aglutinado oficialismo puede llegar a triunfar en cualquier contienda electoral.

¿Vamos o no vamos?

Mi modesta opinión es que la ya gastada y caduca agenda política debe pasar en este momento a un segundo plano. Nos guste o nos disguste. Llegó el momento de tender puentes y propiciar conversaciones resolutivas entre actores clave del oficialismo y la oposición. Así como con toda institución sobreviviente, y los cada vez más escasos sectores vivos del país. Lo anterior, en búsqueda de acuerdos nacionales para atender la grave crisis que vive nuestra exangüe patria.

La economía se contrajo en un 90% desde el 2014 hasta el presente año, y con un 2021 que no pinta para nada mejor. Las sanciones de los gringos, lejos de ayudar al país, son un muy buen vehículo para empujarnos más a convertirnos en un Estado fallido, como Cuba, Libia, Irán, Corea del Norte.

Además, nos encontramos en la fase de crecimiento exponencial de la pandemia, que sin piedad, amenaza a todas y cada una de las familias venezolanas,

Parálisis por falta de combustible, penumbras e insalubridad, son lo que tenemos por servicios básicos. Como algo ya natural, se reportaron fallas en el servicio eléctrico en 17 de los 24 estados. También la falta de suministro de agua en todas las regiones del país. Algo de gasolina hay en Caracas, el resto del país, con colas kilométricas para ver si pueden hacerse de unos “litricos” a sobreprecio.

Por mi parte, este domingo seguiré con las discusiones durante el postre, las mismas que dividen a la oposición venezolana, que al igual que el oficialismo, lo que hace es “jurungarse” su propio ombligo, en vez de ver a todos los venezolanos.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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