Diciembre marca el aniversario oficial de los dos años de la hiperinflación en Venezuela. Durante estos 24 meses, el Ejecutivo ensayó algunas maniobras económicas para frenarla y aunque no se trató de una política antiinflacionaria articulada, lo cierto es que, hasta ahora, los peores signos de este fenómeno se vieron durante el año pasado.

Con los indicadores de todo 2018 en la mano, ningún economista pudo advertir un escenario en que se vieran retrocesos de precios de alimentos como la carne, el pollo o los huevos, como se constató en las visitas de Efecto Cocuyo al Mercado Guaicaipuro durante septiembre y octubre pasados.

La disminución de 3.000 o 5.000 bolívares en el precio que se vieron con varios productos, así haya sido solo durante un par de días, es la parte visible para entender cómo es que la hiperinflación en Venezuela piso el freno durante este 2019.

Junio (22,1%) y julio (19,4%) de este año fueron los dos meses con menores tasas de inflación mensual, de acuerdo con las estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV).

Hiperinflación en Venezuela durante 2018 y 2019

Estos números parecen difíciles de leer. Por un lado, son valores de inflación que no se alcanzaron a ver en ninguno de los meses del año pasado. Mientras que, por el otro lado, dejan claro que el avance de los precios durante un solo mes en Venezuela representa el doble de todo lo que aumentan en un año en casi cualquier otro país latinoamericano, salvo en Argentina.

“Si bien es cierto que este año no se manifiestan los niveles de inflación del año anterior, también es verdad que lo más grave es la caída sustancial de la capacidad de compra del ciudadano y la afectación en su calidad de vida” como lo explicó la economista Sary Levy, en entrevista para Efecto Cocuyo.

¿Cuándo empezó la hiperinflación venezolana?

Los dos años de hiperinflación en Venezuela tienen diferentes fechas de aniversario, de acuerdo al indicador que se revise. Por ejemplo, si se sigue el Índice Nacional de Precios al Consumidor (Inpc) del Banco Central de Venezuela (BCV), el fenómeno empezó en diciembre de 2017, cuando se alcanzó una inflación mensual de 55,6%.

En cambio si se utiliza la referencia hecha por la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN), el inicio fue con la inflación de 56,7% al cierre de noviembre de 2017. Una cifra muy similar a la publicada por la firma Ecoanalítica, que estimó una inflación de 58,7% para ese mismo mes. Mientras que para Econométrica todo ocurrió un mes antes. Es decir, cuando estimó la inflación mensual en 50,6% durante octubre 2017.

Inflación en Venezuela Histórico desde 1950

Todos coinciden, eso sí, en que el umbral de una inflación mensual superior a 50% es el punto clave para hablar del primer registro de hiperinflación en Venezuela. Se refieren al canon clásico de Phillip Cagan, un economista estadounidense y profesor de la Universidad de Columbia, quien después de analizar siete casos diferentes de inflación después de la Primera Guerra Mundial y su dinámica monetaria fijó ese punto como el requisito clave para hablar de una hiperinflación en el año 1956.

Cagan también es el responsable del parámetro que repiten los economistas para dejar en claro que el país todavía está lejos de salir de este fenómeno. “Cada vez que cruzas la línea mensual de 50% tienes hiperinflación y tienes que esperar un año” como lo resumió Ronald Balza Guanipa, economista y decano de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), en entrevista para Efecto Cocuyo.

El BCV reportó que la inflación en septiembre pasado cerró en 52,2%. Eso supone no solo que sigue la hiperinflación en Venezuela, sino que el contador volvió a cero y la inflación sigue moviéndose en un terreno volátil que impide que pueda hablarse de algo como una política antiinflacionaria. Algo que se entiende bien cuando se ven los otros casos en América Latina, que también experimentaron algunos meses con inflación por debajo de 50% en medio de su hiperinflación.

Hiperinflación en América Latina

El punto de inflexión: enero 2019

En el transcurso de estos dos años, el gobernante Nicolás Maduro ordenó una reconversión monetaria que le quitó cinco ceros a la moneda nacional y más tarde, defendió al dólar como una válvula de escape que “puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía”, como dijo en la entrevista dominical con José Vicente Rangel en noviembre pasado.

Sin embargo, los cambios más importantes que efectuó el Primer Mandatario para serenar a la hiperinflación se dieron lejos de las cámaras de televisión. Lo primero fue una disminución del gasto público y lo segundo una recaudación tributaria más ágil y más constante. Todo con el objetivo de reducir al mínimo el volumen del financiamiento extra que antes le entregaba el BCV.

Un primer signo público está en que el gobernante Maduro solo decretó tres aumentos del salario mínimo durante este 2019. Eso contrasta con los ocho incrementos dictados durante el año pasado e incluso, frente a los seis aumentos del salario mínimo que promovió durante 2016 y 2017.

“Hay algunos elementos no muy notorios que explican la diferencia entre un año y otro de la hiperinflación. El Gobierno venía aumentando el salario mínimo como muy seguido y eso también presiona sobre los precios. Eso es un punto marginal en los descensos de la inflación”, apuntó Carlos José Peña, profesor de macroeconomía de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en entrevista con Efecto Cocuyo.

En una lectura más profunda también puede verse una expansión menos acelerada en la liquidez monetaria y una modificación en las fuentes de financiamiento del Estado. Antes de 2017, el financiamiento del BCV a Petróleos de Venezuela (Pdvsa) era clave, pero ahora la petrolera paga buena parte de sus compromisos con euros en efectivo, mientras que el resto del Estado depende más de los tributos y de la llamada “economía gris” que incluye los ingresos asociados, por ejemplo, a la exportación del oro.

“Hemos visto que el Gobierno tiene un grado de flexibilidad y ahora gasta en función de los ingresos que le van a entrar. Vimos también un cambio en la fuente de sus ingresos, porque dos de los tres tercios de sus ingresos ahora provienen del Seniat (Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria)” detalló Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, durante el evento anual de perspectivas de la firma en la Quinta Esmeralda.

La imposición del pago semanal del Impuesto al Valor Agregado (IVA) para las empresas y la llegada del Impuesto a los Grandes Patrimonios fueron cartas que ayudaron a las finanzas públicas a cubrirse también de la hiperinflación.

“Con una caída de la cesta petrolera y de la producción, el Estado estableció un mecanismo para protegerse de la hiperinflación que fue apoderarse del flujo de caja y de los excedentes del empresariado con el adelantamiento del pago de los tributos. Eso lleva a una situación que es un contenedor al principio, pero después veremos el cierre de empresas y de un mayor desempleo”, explicó Leonardo Palacios, experto tributario, en entrevista con Efecto Cocuyo.

Otra de las medidas claves del Gobierno fue cortar el crédito bancario como una fórmula para evitar que algunos empresarios y otras personas naturales pidieran dinero prestado para comprar dólares y presionar así, tanto al tipo de cambio como a la inflación.

El BCV anunció la medida de un nuevo encaje bancario de 57% y marginal de 100% a mediados de enero de este año. Justo ese mes que lleva el récord con la inflación mensual más alta de este ciclo al cerrar en 196,6%, en parte también asociado a una mayor incertidumbre política que vino de la mano con el nombramiento de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional.

La jugada maestra del dólar  

El oxígeno a la economía venezolana, sin embargo, llegó de la mano de una flexibilización del control de cambio que llevó a la tasa oficial del dólar a equipararse con la cotización del mercado paralelo y una atenuación de los controles de precios de los alimentos y demás productos, a pesar que no hubo ninguna modificación de la Ley Orgánica de Precios Justos.

La convivencia entre el bolívar y el dólar es cada vez más común en Venezuela

A diferencia de otros momentos en donde el Ejecutivo podía jugarse la carta de inyectar cientos de millones de dólares a la banca para aliviar la demanda de divisas, su movida este año fue disminuir las amenazas de los controles de precios y las sanciones para que fueran los privados y sus dólares en el extranjero, quienes llenaran los anaqueles de los productos y compitieran más en la fijación de los precios.

Para economistas como Carolina Pagliacci ese incremento de la oferta de productos es clave para entender el retroceso en la velocidad de la hiperinflación en Venezuela durante este 2019.

En especial, porque “el control de la inflación requiere, primordialmente, estabilizar la oferta agregada”, como escribió en su artículo sobre “Una explicación alternativa de la inflación en Venezuela” publicado en la revista Debates Iesa. La estabilización de los precios también depende de la cantidad de productos que estén disponibles en las calles venezolanas, aunque con una inflación acumulada de 4.679,50% solo hasta septiembre pasado como lo publicó el BCV, queda claro que la hiperinflación sigue.

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