«90-60-90» son números familiares para las venezolanas. Por años se conocieron como las medidas ideales en los famosos concursos de belleza en el país. Pero a finales de 2020, otros números similares asociados a las mujeres empezaron a resonar en el mundo. Se trata de 90-70-90: 90 % de vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) en niñas hasta los 15 años, cobertura del 70 % para la detección y 90 % de tratamiento para el cáncer de cuello uterino. Para Venezuela, sin embargo, la meta luce lejana.
El cáncer de cuello uterino es una enfermedad que provoca el crecimiento descontrolado de las células en el cuello uterino, que es la parte más baja y estrecha del útero y que conecta su parte superior con la vagina. Es causado en su mayoría por el VPH, que forma parte de una familia de virus que se transmite a través del contacto sexual. No todos los VPH causan cáncer, pero existen algunos de alto riesgo relacionados con lesiones que, si no se tratan, pueden derivar en cáncer.
Es uno de los cánceres más comunes entre las mujeres en América Latina y el Caribe. El cáncer de cuello uterino es la segunda causa de muerte por cáncer en las venezolanas, según indicó la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV) en 2019, después del cáncer de mama. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que se puede eliminar como un problema de salud pública, las venezolanas pierden 24 años de expectativa de vida por esta enfermedad.
«Tenemos cerca de 4.000 casos nuevos por año y cerca de 1.700 defunciones por esa misma causa cada año. Entre el 60 % y 70% de nuestras pacientes llegan a los hospitales con una enfermedad localmente avanzada que requiere tratamiento con radioterapia y quimioterapia», dice Jorge Sánchez-Lander, cirujano oncólogo y médico adjunto del servicio de Ginecología Oncológica del Instituto de Oncología Luis Razetti (Iolr) de Caracas.
En noviembre de 2020, la OMS presentó la «Estrategia mundial para acelerar la eliminación del cáncer del cuello uterino», con los tres pilares del 90-70-90: prevenir, detectar y tratar.
La pesquisa citológica fue la principal vía para prevenir el cáncer de cuello uterino por su capacidad para detectar enfermedad preinvasiva: antes de que se convierta en cáncer. Fue uno de los mejores modelos de prevención en el mundo por requerir una prueba sencilla. La situación mejoró con la llegada de la vacuna contra el VPH, una de las primeras vacunas en la historia contra una enfermedad oncológica.
«El 90% de las niñas de 15 años de un país deben estar vacunadas. Ese es el primer elemento porque aseguras que ese grupo de niñas que va a comenzar su edad fértil y productiva va a tener una protección que puede llegar a 95-98% con la vacuna», explica Sánchez-Lander.
Sin embargo, Venezuela llega al Día mundial contra el cáncer (4 de febrero) como uno de los pocos países de la región que no ha incluido la vacuna contra el VPH en el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), situación que también ha sido alertada por la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría (Svpp).
«Lamentablemente no se ha aprobado la vacunación contra VPH dentro del Programa de Inmunizaciones en Venezuela. Esa sería una excelente oportunidad de cumplir ese primer elemento que es el vacunar al 90% de las niñas con una vacuna de alta seguridad y eficacia», destaca Sánchez-Lander.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) resalta que todas las personas sexualmente activas tienen riesgo de infectarse por el VPH, que puede ser transmitido incluso si una persona contagiada no tiene signos o síntomas. Según la OMS, el público objetivo prioritario para recibir las vacunas contra VPH son las niñas entre los 9 y los 14 años, antes de que empiecen su actividad sexual. Para los jóvenes recomiendan mejorar la educación sexual y promover el uso de preservativos.
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El segundo eje de la estrategia consiste en realizar pruebas de alto rendimiento para detectar lesiones precancerosas y cáncer, y realizar más pruebas para detectar la infección por VPH, con el fin de tratar las lesiones para evitar que se desarrolle un cáncer.
«Consiste en que 70 % de las mujeres entre 35 y 45 años se hagan al menos dos pruebas de excelente sensibilidad, citologías, que puedan detectar la infección por VPH. Estamos hablando de una citología cada cinco años, eso es muy fácil de lograr», señala el médico del servicio de Ginecología Oncológica del Razetti.
¿Pero cómo está el país? «En Venezuela hay posibilidades de hacer esas dos citologías, pero hay que cambiar la metodología para tratar de utilizar métodos muchos más sensibles en cuanto a la detección de la infección por VPH. La infraestructura está montada pero hay que cambiar cómo se procesan», añade Sánchez-Lander.
El último eje de la estrategia implica que el 90 % de las mujeres a las que se les diagnostique enfermedad del cuello uterino reciban tratamiento (cirugía, radioterapia, quimioterapia y cuidados paliativos): atención para 90% de las mujeres con lesiones precancerosas y para 90% de las mujeres con cáncer invasivo.
Para Jorge Sánchez-Lander, en el país hay que dotar a los hospitales de los equipos de radiocirugía que permitan hacer un tratamiento adecuado de la enfermedad invasiva en Venezuela. Las fallas en la dotación e infraestructura de los hospitales redujeron los cupos para cirugías. La capacidad de realizar radioterapias externas también ha mermado y enfrenta múltiples limitaciones en el sector público. En el hospital donde trabaja el especialista, por ejemplo, la radioterapia solo funciona para algunas patologías.
«La segunda fase de tratamiento de cáncer de cuello uterino lleva un tratamiento que se llama braquiterapia, que va a producir la destrucción del tumor desde el centro hacia la periferia. En Venezuela actualmente no existe posibilidad de dar braquiterapia prácticamente en ningún sitio», señala.
Explica que la mujer se le pone en el cuello uterino una especie de tubito hueco con material radioactivo para producir daño sobre el tumor, pero esos «radioisótopos» no llegan a Venezuela desde hace meses. Para las quimioterapias, dependen del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss),
«El tratamiento estándar del cáncer de cuello uterino que mayoritariamente vemos en Venezuela, que es localmente avanzado y que requiere radio y quimioterapia, no se está dando de manera adecuada», añade el cirujano oncólogo.
Si se cumplieran las metas, la incidencia de casos lograría bajar a cuatro mujeres por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, en Venezuela siguen surgiendo casos. Según la Sociedad Anticancerosa, se calcularon 1.885 decesos por cáncer de cuello uterino en 2019, principalmente en las mujeres entre 45 y 54 años, mientras que el mayor número de casos nuevos se estimaba en las mujeres entre 35 y 44 años.
Para Sánchez-Lander, especialista del principal centro oncológico del país, cumplir las pautas de la OMS es un objetivo distante en la actualidad. «Estamos bastante lejos. Si bien los tres elementos son importantes y fundamentales, el primer eje que es el de la prevención en la niña de 15 años o menos es el más importante, el más fácil de cumplir y el menos costoso, pero sencillamente no se está aplicando en Venezuela», concluyó.
Según cifras de la OMS, se calcula que en 2018 hubo 570.000 nuevos casos de cáncer de cuello uterino y 311.000 muertes por la enfermedad. Se estima que más del 85 % de los fallecimientos ocurren en países de bajos y medianos ingresos. En el mundo, el cáncer del cuello uterino es el cuarto cáncer más frecuente en la mujer y representa el 7,5 % de la mortalidad femenina por cáncer.
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«90-60-90» son números familiares para las venezolanas. Por años se conocieron como las medidas ideales en los famosos concursos de belleza en el país. Pero a finales de 2020, otros números similares asociados a las mujeres empezaron a resonar en el mundo. Se trata de 90-70-90: 90 % de vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) en niñas hasta los 15 años, cobertura del 70 % para la detección y 90 % de tratamiento para el cáncer de cuello uterino. Para Venezuela, sin embargo, la meta luce lejana.
El cáncer de cuello uterino es una enfermedad que provoca el crecimiento descontrolado de las células en el cuello uterino, que es la parte más baja y estrecha del útero y que conecta su parte superior con la vagina. Es causado en su mayoría por el VPH, que forma parte de una familia de virus que se transmite a través del contacto sexual. No todos los VPH causan cáncer, pero existen algunos de alto riesgo relacionados con lesiones que, si no se tratan, pueden derivar en cáncer.
Es uno de los cánceres más comunes entre las mujeres en América Latina y el Caribe. El cáncer de cuello uterino es la segunda causa de muerte por cáncer en las venezolanas, según indicó la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV) en 2019, después del cáncer de mama. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que se puede eliminar como un problema de salud pública, las venezolanas pierden 24 años de expectativa de vida por esta enfermedad.
«Tenemos cerca de 4.000 casos nuevos por año y cerca de 1.700 defunciones por esa misma causa cada año. Entre el 60 % y 70% de nuestras pacientes llegan a los hospitales con una enfermedad localmente avanzada que requiere tratamiento con radioterapia y quimioterapia», dice Jorge Sánchez-Lander, cirujano oncólogo y médico adjunto del servicio de Ginecología Oncológica del Instituto de Oncología Luis Razetti (Iolr) de Caracas.
En noviembre de 2020, la OMS presentó la «Estrategia mundial para acelerar la eliminación del cáncer del cuello uterino», con los tres pilares del 90-70-90: prevenir, detectar y tratar.
La pesquisa citológica fue la principal vía para prevenir el cáncer de cuello uterino por su capacidad para detectar enfermedad preinvasiva: antes de que se convierta en cáncer. Fue uno de los mejores modelos de prevención en el mundo por requerir una prueba sencilla. La situación mejoró con la llegada de la vacuna contra el VPH, una de las primeras vacunas en la historia contra una enfermedad oncológica.
«El 90% de las niñas de 15 años de un país deben estar vacunadas. Ese es el primer elemento porque aseguras que ese grupo de niñas que va a comenzar su edad fértil y productiva va a tener una protección que puede llegar a 95-98% con la vacuna», explica Sánchez-Lander.
Sin embargo, Venezuela llega al Día mundial contra el cáncer (4 de febrero) como uno de los pocos países de la región que no ha incluido la vacuna contra el VPH en el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), situación que también ha sido alertada por la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría (Svpp).
«Lamentablemente no se ha aprobado la vacunación contra VPH dentro del Programa de Inmunizaciones en Venezuela. Esa sería una excelente oportunidad de cumplir ese primer elemento que es el vacunar al 90% de las niñas con una vacuna de alta seguridad y eficacia», destaca Sánchez-Lander.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) resalta que todas las personas sexualmente activas tienen riesgo de infectarse por el VPH, que puede ser transmitido incluso si una persona contagiada no tiene signos o síntomas. Según la OMS, el público objetivo prioritario para recibir las vacunas contra VPH son las niñas entre los 9 y los 14 años, antes de que empiecen su actividad sexual. Para los jóvenes recomiendan mejorar la educación sexual y promover el uso de preservativos.
El cáncer de próstata avanza sin diagnóstico en el sistema público
El segundo eje de la estrategia consiste en realizar pruebas de alto rendimiento para detectar lesiones precancerosas y cáncer, y realizar más pruebas para detectar la infección por VPH, con el fin de tratar las lesiones para evitar que se desarrolle un cáncer.
«Consiste en que 70 % de las mujeres entre 35 y 45 años se hagan al menos dos pruebas de excelente sensibilidad, citologías, que puedan detectar la infección por VPH. Estamos hablando de una citología cada cinco años, eso es muy fácil de lograr», señala el médico del servicio de Ginecología Oncológica del Razetti.
¿Pero cómo está el país? «En Venezuela hay posibilidades de hacer esas dos citologías, pero hay que cambiar la metodología para tratar de utilizar métodos muchos más sensibles en cuanto a la detección de la infección por VPH. La infraestructura está montada pero hay que cambiar cómo se procesan», añade Sánchez-Lander.
El último eje de la estrategia implica que el 90 % de las mujeres a las que se les diagnostique enfermedad del cuello uterino reciban tratamiento (cirugía, radioterapia, quimioterapia y cuidados paliativos): atención para 90% de las mujeres con lesiones precancerosas y para 90% de las mujeres con cáncer invasivo.
Para Jorge Sánchez-Lander, en el país hay que dotar a los hospitales de los equipos de radiocirugía que permitan hacer un tratamiento adecuado de la enfermedad invasiva en Venezuela. Las fallas en la dotación e infraestructura de los hospitales redujeron los cupos para cirugías. La capacidad de realizar radioterapias externas también ha mermado y enfrenta múltiples limitaciones en el sector público. En el hospital donde trabaja el especialista, por ejemplo, la radioterapia solo funciona para algunas patologías.
«La segunda fase de tratamiento de cáncer de cuello uterino lleva un tratamiento que se llama braquiterapia, que va a producir la destrucción del tumor desde el centro hacia la periferia. En Venezuela actualmente no existe posibilidad de dar braquiterapia prácticamente en ningún sitio», señala.
Explica que la mujer se le pone en el cuello uterino una especie de tubito hueco con material radioactivo para producir daño sobre el tumor, pero esos «radioisótopos» no llegan a Venezuela desde hace meses. Para las quimioterapias, dependen del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss),
«El tratamiento estándar del cáncer de cuello uterino que mayoritariamente vemos en Venezuela, que es localmente avanzado y que requiere radio y quimioterapia, no se está dando de manera adecuada», añade el cirujano oncólogo.
Si se cumplieran las metas, la incidencia de casos lograría bajar a cuatro mujeres por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, en Venezuela siguen surgiendo casos. Según la Sociedad Anticancerosa, se calcularon 1.885 decesos por cáncer de cuello uterino en 2019, principalmente en las mujeres entre 45 y 54 años, mientras que el mayor número de casos nuevos se estimaba en las mujeres entre 35 y 44 años.
Para Sánchez-Lander, especialista del principal centro oncológico del país, cumplir las pautas de la OMS es un objetivo distante en la actualidad. «Estamos bastante lejos. Si bien los tres elementos son importantes y fundamentales, el primer eje que es el de la prevención en la niña de 15 años o menos es el más importante, el más fácil de cumplir y el menos costoso, pero sencillamente no se está aplicando en Venezuela», concluyó.
Según cifras de la OMS, se calcula que en 2018 hubo 570.000 nuevos casos de cáncer de cuello uterino y 311.000 muertes por la enfermedad. Se estima que más del 85 % de los fallecimientos ocurren en países de bajos y medianos ingresos. En el mundo, el cáncer del cuello uterino es el cuarto cáncer más frecuente en la mujer y representa el 7,5 % de la mortalidad femenina por cáncer.