A veces, Yaritza Figueroa no puede comprar gasas, así que utiliza cinta adhesiva de embalaje para cubrir el tumor que sobresale de la piel de su seno izquierdo. En alguna ocasión este llegó a medir 23 centímetros, pero ahora tiene el tamaño de un limón pequeño. La venezolana fue diagnosticada con cáncer en 2014 y, desde entonces, se ha dedicado a intentar desaparecer el bulto en su pecho, sin buenos resultados.

Actualmente, vive en Maturín, Monagas, con su familia. Podría probar a operarse en Caracas, pero su médico le aconsejó no viajar los 503 kilómetros que la separan de la capital, pues su cuerpo debilitado por el COVID-19 no lo resistiría. Tiene 51 años y, antes de 2014, era administradora de su propia tienda de decoraciones para fiestas. 

“Tuve que dejarlo todo para dedicarme al tratamiento. Mi esposo es ejecutivo de ventas y en 2014 pudimos costear uno en una clínica privada de Puerto La Cruz, en Anzoátegui. Pero luego volví a Maturín, porque mi hija estaba pequeña, y no pude operarme porque solo conseguí la mitad del dinero. Me mantuve con quimio y pareció remitir. En el año 2018 volvió a aparecer el cáncer. Fue un año duro: no pude atenderme a tiempo porque en el hospital las citas las ponían para tres o cuatro meses”, contó a Efecto Cocuyo.  

Recuerda al 2018 como uno de los peores años de la crisis venezolana: no podía acceder a medicamentos, porque en el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (Ivss) no llegaban, y las quimioterapias estaban fuera de su alcance. En 2019, Yaritza sufrió una infección y un derrame en el seno. Terminó en el área de emergencias del Hospital Manuel Núñez Tovar, el principal de la ciudad, donde le realizaron tres transfusiones de sangre.

En 2020, con la expansión de la pandemia del coronavirus, Figueroa perdió la esperanza de ser atendida. No tenía cómo costear la quimioterapia en una clínica y en la mayoría de los centros públicos de Maturín no contaban con los recursos para ofrecerlas. Además, todo el sistema de salud estaba concentrado en los miles de contagios de COVID-19 que se registraban día tras día. 

“Un familiar me mandó un dinero para el día de mi cumpleaños, entonces yo fui a la consulta con una oncólogo clínico y estaba tan mal, que el día que llegué al consultorio de la doctora me dijo que había que ponerme una quimioterapia urgente. Yo le dije que no tenía dinero más que para la consulta. Ella me respondió: ‘No te preocupes, me pagas aunque sea cinco dólares pero no te voy a dejar irte, porque te puedes morir’. Desde ese 30 de abril empecé de nuevo la quimioterapia”, narró Yaritza. 

Continuó los ciclos hasta diciembre de 2020 y trató de solicitar una operación en el Hospital Manuel Núñez Tovar, pero jamás la llamaron. Para ese año, el precio total de los medicamentos que requería era de 18.970 dólares, si los importaba desde Estados Unidos. En mayo de 2021, se contagió de COVID-19.

“Estuve bastante mal con el virus. Tenía mucha insuficiencia respiratoria. Pero me recuperé y comencé a tramitar la cirugía con la gobernación del estado Monagas. En septiembre me volvió a dar COVID y eso me dejó en extremo débil, así que cuando me llamaron para la cirugía estaba en recuperación y no me podían meter a un quirófano. La perdí”, explicó Yaritza.

Debe operarse de emergencia en febrero de 2022, por lo que inició una recaudación de fondos para costear la intervención quirúrgica. En el hospital le aseguraron que la operación es gratuita, pero que ella tiene que comprar los insumos necesarios. Igualmente, cada quimioterapia le cuesta alrededor de 200 dólares.

En el presente, el cáncer de mama es el que causa más muertes entre las mujeres venezolanas: unas 3.128 al año, según la Sociedad Anticancerosas de Venezuela (SAV).

En el Día Mundial contra el Cáncer, este 4 de febrero, los testimonios de venezolanos y venezolanas recuerdan que tener la enfermedad es una verdadera carrera contra el tiempo. El sistema sanitario no cuenta con los recursos para atender a los miles de pacientes y el Ministerio de Salud no ofrece cifras oficiales sobre la incidencia.

De acuerdo con SAV, más de 74 mil connacionales fueron diagnosticados con diferentes tipos de cáncer, solo en 2021. Por otro lado, la dificultad para acceder a tratamientos o medicinas no ha hecho más que incrementarse en menos de una década. 

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Cáncer y COVID-19

Según SAV, en 2021 murieron cerca de 30 mil personas en Venezuela a consecuencia del cáncer. Los datos del informe anual, titulado Pronóstico de la Mortalidad y la Incidencia del Cáncer, señalan que cada día fallecieron 82 pacientes en el país: un aproximado de 3,44 cada hora. 

“5.447 han fallecido en Venezuela producto del COVID en casi dos años, lo que es mucho menos que las 30.100 personas con cáncer que murieron solo el año pasado”, expresó el doctor Juan Saavedra, gerente general de la SAV, en febrero de 2022. Hubo un incremento de 24 % de la mortalidad desde 2014.

La SAV alertó que los pacientes con cáncer son más propensos a contraer COVID-19, así como de presentar una enfermedad grave por ello, ya que el tratamiento de quimioterapia contribuye a debilitar el sistema inmunitario. 

Así mismo, diferentes ONG indican que el gobierno ha olvidado al sector médico y a los pacientes crónicos debido a que los pocos recursos disponibles son destinados a tratar los casos de coronavirus, que para el 2 de febrero de 2022 sumaban 489.305, desde el inicio de la pandemia. En consecuencia, no se cumplió a cabalidad la ley que garantiza el derecho a la salud a todos los venezolanos. 

El artículo 84 de la Constitución de la república establece que: “Para garantizar el derecho a la salud, el Estado creará, ejercerá la rectoría y gestionará un sistema público nacional de salud, de carácter intersectorial, descentralizado y participativo, integrado al sistema de seguridad social, regido por los principios de gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración social y solidaridad. El sistema público nacional de salud dará prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades, garantizando tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad”. 

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Curarse es caro

Desde 2007, el encargado de adquirir y distribuir los medicamentos para pacientes oncológicos, de forma gratuita, es el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Sin embargo, la escasez de los fármacos se ha acentuado desde el año 2012. Según el Observatorio Venezolano de la Salud (OVS), 80 % de los más utilizados está agotado en el país. Actualmente, no está claro cuántos pacientes han sido beneficiados por el Ivss.

“Ahora, tenemos que recuperar el tratamiento. La gente lo está requiriendo. No consigue las medicinas ni los insumos para su terapia”, dijo el doctor Cono Gumina, presidente de la SAV. 

José Clemente, profesor jubilado de Universidad Pedagógica Experimental Libertador, fue diagnosticado con cáncer de lengua en noviembre de 2021, en la clínica de Santa Paula. Su hija, Rosa Clemente, aclaró que, a pesar de haber sido docente, su padre no cuenta con seguro médico, por lo que ha acudido a consultas privadas.

“El medicamento que mandaron para la quimioterapia de ahorita ya no se consigue en Venezuela. Y es un medicamento que es muy focalizado para los cáncer que suceden en cabeza y cuello, que se llama Cetuximab. Y cuando se conseguía aquí, cada ciclo costaba 2 mil dólares. Yo lo encontré en Colombia y lo pagamos por Internet. Todo esto lo estamos costeando mi hermano y yo, que vivimos por fuera”, contó Rosa a Efecto Cocuyo

Solo el tratamiento de José Clemente tiene un precio aproximado de 35.000 dólares, sin incluir consultas o medicinas. Se trata de seis ciclos de quimioterapia mezclados con 30 sesiones de radioterapia en un centro privado. Además es necesario que él siga una dieta especial, debido a que no puede tragar y debe alimentarse por una sonda. Es un costo adicional que se suma al presupuesto estimado. 

“La disponibilidad y acceso a la quimioterapia oncológica, modalidad terapéutica necesaria para el éxito del tratamiento de muchos casos, ha sufrido en los últimos 4 años, fallas críticas, que se han ido acentuando”, señaló el OVS sobre el sistema público. Actualmente el área de salud privada es la que da una respuesta más eficiente a los pacientes.

Pero, actualmente, no todos los venezolanos pueden pagar por un tratamiento oncológico. El sueldo mínimo del país es, desde mayo de 2021, lo equivalente a 2 dólares al cambio (10,00 bolívares). 

Pocos sitios a dónde ir 

El Instituto de Oncología Luis Razetti (Iolr) está ubicado en Cotiza, parroquia San José de Caracas. Es el principal centro de la capital venezolana para personas con cáncer. Para 2022, es un hospital lúgubre donde no hay recursos ni personal. La falta de insumos, agua y aire acondicionado solo son algunos de sus problemas. En enero de 2021, solamente uno de los quirófanos estaba activo. 

En abril de ese mismo año, se registró una protesta de pacientes, quienes llevaban casi un mes sin recibir quimioterapias. A Alberto Romero, jubilado del Ministerio de Educación, lo diagnosticaron con cáncer de colón en agosto de 2019, aunque lo operaron en el Razetti, todos los exámenes los realizó en centros privados. 

Su hija, Luisa, explicó que en 2021 Alberto acudió a hacerse un chequeo al hospital, donde le pidieron una colonoscopia con contraste. Le aseguraron que podría realizársela en el mismo Instituto de Oncología, pero cuando fue a pedir la cita le dijeron que el aparato especial para ello estaba dañado. Por ello, debe volver al sector privado para conseguir los exámenes. 

“Entonces la cuestión es que, aunque no tenemos una emergencia, toma mucho tiempo reunir plata y poder hacer lo que te piden”, puntualizó Luisa. 

La necesidad de la implementación de nuevas políticas públicas es evidente, mientras los venezolanos y venezolanos con cáncer sortean como pueden los obstáculos para acceder a un tratamiento, que cada vez es menos alcanzable. 

“El cáncer no es sinónimo de muerte. Si se diagnostica a tiempo, los pacientes se pueden curar y reintegrarse a una vida normal”, explicó Juan Saavedra. Sin embargo, en Venezuela no existe mayor garantía de ello.