Con la llegada de la gasolina de Irán no se resuelve la crisis de producción ni la de la industria petrolera, pero sí alivia, de momento, la escasez. Ante unos sectores económicos y una población ávidos de combustible para subsistir, Nicolás Maduro aprovecha y coloca nuevos precios al carburante.

La gasolina que hemos traído de otros países la hemos pagado en dólares (…) hay que cobrarla”,  advirtió el gobernante la semana pasada.

A juicio de los analistas políticos Nicmer Evans y Colette Capriles, los “paños calientes” aplicados por el gobierno madurista, entre ellos, la importación de gasolina, permiten al gobierno chavista ganar más tiempo, abonar el terreno para llamar a elecciones parlamentarias cuando lo considere conveniente y “atornillarse” en el poder.

Aunado a ello, rompe con el tabú de elevar los precios del combustible que persiguió al chavismo desde su llegada a Miraflores, confiado en el control político y militar del país con un ingrediente adicional: el empresariado privado cercano y aliado.

“Cuando el gobierno se paró de la última mesa de diálogo el año pasado, vio que las sanciones no serían levantadas, entonces creó una gobernabilidad al margen de las sanciones, fue construyendo un modelo con empresas privadas de amigos, aliados, gobiernos como el ruso, para una economía de mercado a su medida, porque el Estado ya no tiene ingresos propios, para prolongarse en el poder”, expresó la politólogo Colette Capriles.

Tales privados, por ejemplo, son los que importan gasolina y la venden a precio dolarizado (50 centavos de dólar el litro) y despachan sin limitaciones en estaciones de servicio autorizadas por el gobierno madurista a partir del 1 de junio. A la par, el régimen vende gasolina subsidiada (5 mil bolívares el litro) hasta 120 litros mensuales para vehículos y 60 litros para motos.

La analista advierte que ello podría dar paso a una ola de privatizaciones que podría alcanzar al sector alimentos, la manufactura, además de la industria petrolera, para reactivarlos. Así, acotó la analista, el chavismo enarbola el modelo socialista, pero ese que no amenaza el poder.

“Este sistema tendrá éxito en la medida que se logre que la población vea que puede mejorar su condición,  son medidas populistas para que los beneficios impidan ver la dominación que ejerce el poder político”,  sostuvo.

“Astucia para el control social”

Para el politólogo Nicmer Evans,  las medidas relacionadas con el tema de la gasolina, ratifican que desde hace un buen tiempo su régimen no gobierna bajo ningún parámetro ideológico sino para mantenerse en el poder.  Expresó que no hay forma de evaluar un modelo económico que privatiza la distribución de gasolina, cobra en dólares pero se califica de socialista.

“Maduro ya no busca tanto ganar tiempo porque ya lo tiene, sino consolidarse y atornillarse en el poder, ganó tiempo para resolver el tema de la gasolina como lo está haciendo, frente a una oposición perseguida, asediada, con diferencias entre sus dirigentes, porque lo único que los une es salir de Maduro. El régimen ha sabido quebrarlos y dividirlos”, sostuvo.

Admitió que una vez más el madurismo demuestra “astucia” para ejercer un control social heredado del gobierno de Cuba. Destacó que mientras los venezolanos consiguen gasolina por otro lado se les va el agua, la luz o no consiguen gas, el régimen maniobra y aplica medidas temporales, pero al mismo tiempo ejerce terrorismo de Estado, es decir, persigue, detiene, tortura y asesina a quien protesta o piensa distinto. En este sentido, subrayó, quienes luchan por un cambio político no la han tenido fácil.

Miraflores instaló su propia  mesa de diálogo en la que no está representada la oposición mayoritaria, persigue a partidos como Voluntad Popular  (VP) y a su dirigencia y coloca la guinda al pastel con la sentencia del Poder Judicial que reconoce a la directiva paralela del Parlamento, encabezada por el diputado Luis Parra.

A más de un año de haberse juramentado como presidente encargado, Guaidó anunció rectificaciones producto de no haberse cumplido el mantra: “cese de la usurpación del cargo por parte de Maduro, gobierno de transición y elecciones libres”. A principios de 2020 realizó una exitosa gira internacional que le ratificó el apoyo de casi 60 países y bloques regionales como el Grupo de Lima. En marzo se propuso reactivar la calle pero con la llegada de la pandemia al país no fue posible.

En plena cuarentena (3 y 4 de mayo) Miraflores detectó un intento de insurrección de lo cual responsabilizó a Guaidó y a VP, y detuvo a miembros del equipo interino. Además concretó la amenaza de reconocimiento formal a la directiva paralela de la AN.

Al respecto, Capriles no desestima que el gobierno chavista se arriesgue y eche el resto para acabar con la oposición política en Venezuela, al menos la que puja por un cambio político ahora y con su líder. Esto, advirtió, sin importarle el costo internacional.

“A Maduro puede no importarle un bledo, ya dijo que el G4 puede desaparecer, de modo que tendremos un país que puede moverse en lo económico con un sector privado amigo y gobiernos aliados, pero con falta absoluta de instituciones democráticas”, agregó.

Pese a ello, ambos analistas aseguran que no todo está dicho, puesto que el piso político de Maduro en lo que se refiere apoyos internos y externos sigue siendo frágil y su manera de actuar está guiada por la improvisación. De lado de la oposición, señalaron, urge buscar salidas al conflicto político de una manera negociada, sin abandonar y sin aflojar.

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