En la Universidad Central de Venezuela, en Chacao, en La Candelaria y en Catia. En Montalbán, en San Antonio de los Altos y en distintos estados del país. La Asamblea Nacional (AN) se adueñó de múltiples puntos en todo el país este 21 de enero.

Noventa cabildos ha convocado el Poder Legislativo, según el diputado Carlos Valero. El dirigente de Un Nuevo Tiempo lanzó la cifra durante la actividad que se celebró este 21 de enero en la Plaza Los Palos Grandes, en el municipio Chacao.

“Como el ave fénix”, dijo Eudis González y se echó a reír. La mujer de 41 años considera que las convocatorias de la AN han brindado “esperanza” a la población, pues hasta hace un mes no imaginaba que la gente volvería a creer. Estaba todo muerto, dijo, y ahora revivimos.

Eran las 5:30 de la tarde y ya estaba casi saturada la plaza de Los Palos Grandes. Niños con sus patines y con sus padres, adolescentes en sus “combos” y gente de la tercera edad colmaban los espacios. Solo se respetaba una cavidad que alguna vez hizo de fuente.

Un pequeño perímetro que dibujaba una semiluna dividía a la multitud de la tarima improvisada en Salud Chacao, donde estaban los dirigentes políticos luego de repartir los abrazos y saludos protocolares.

La dinámica empezó a las 5:45 de la tarde. Entre los ponentes estaban los diputados José Guerra, Juan Andrés Mejías, Carlos Valero y Carlos Prosperi; el exalcalde de Sucre, Carlos Ocariz, y otras personalidades de la juventud opositora y de grupos que hacen política en el país.

Ninguno de los dirigentes olvidó a Juan Requesens. Ninguno olvidó al fallecido concejal Fernando Albán. Ninguno subestimó a los exiliados y ninguno obvió a los demás presos políticos. Tampoco hubo uno que omitiera lo que calificaron como “errores de la oposición”.

Pero todos están con Guaidó. Todos están comprometidos con la ruta”, aseguraron. Todos emplearon un retórica emotiva que se coronaba con la ilusión que ha desatado el presidente del Parlamento. “Elegimos a Juan Guaidó y lo respaldamos completamente”, aseguró José Guerra.

El diputado recordó los sucesos del 11 de abril de 2002, y los comparó con la coyuntura de la juramentación, la diatriba del 233 o el 333. Aseguró que la desesperación del mencionado 11 de abril condenó al país a 17 años más de chavismo. “Confiemos en la AN”, pidió.

Luego, se encargó de explicar el llamado Plan País. También de esclarecer medidas económicas a tomar. Una alocución casi teórica y explicativa, pero con altas expectativas que emocionaban a los presentes. El solo escuchar “estabilidad” exaltaba a la multitud en Chacao.

6:30 de la tarde y aplaudía la gente a medida que el del micrófono subía el volumen del discurso, y a medida que se tocaban temas como “esperanza”, “democracia”, “libertad”, “miedo” y “valentía”. Algunos pocos lloraban discretos, mientras escuchaban.

Otros no quitaban las miradas de los voceros. Gritaban palabras que consideraban apropiadas y las acompañaban de aplausos que contagiaban a los más cercanos y después a los más lejanos.

A Guerra le siguieron Valero, Prosperi y Ocariz, y finalmente abrieron paso a Juan Andrés Mejías para que cerrara el cabildo.

7:00 de la noche y era el momento más álgido. Mejías dio un discurso mucho más cálido y terrenal que los anteriores ponentes. “Si hace un mes yo les decía que estaría esta cantidad de gente aquí hoy, nadie me hubiera creído. Hace un mes no venían más de 40 personas”, aseveró.

Hizo énfasis en los errores de la oposición y dijo que sabían que otra derrota sería muy difícil de digerir. “Levanten la mano los que tuvieron un familiar que protestó en 2017 y que ya no está el país”. Por no decir todos, la gran mayoría levantó.

Entre aplausos, pedía unión, reconciliación, esperanza, paciencia y confianza en la AN. “Tenemos que entender que ellos tienen la violencia…”, y lo interrumpió un mujer que dijo: “no tenemos miedo”.

Se unió otra persona al canto y el diputado tuvo que esperar porque, enseguida, toda la plaza gritaba la consigna.

Trato de terminar explicando que a Juan Guaidó lo respaldan muchos presidentes de otros países. Se dispuso a nombrarlos y lo volvió a interrumpir la multitud. “¡Sí se puede!”, gritaba la gente. Y el joven dejó de hablar, bajó la cabeza con una sonrisa y pasó su mano por su rostro.

La emoción de aquel anacronismo en Chacao desembocó en las notas del Himno Nacional. Al terminar la entonación del público, gente aprovechó y se tomó fotos con la bandera gigante de Venezuela, ubicada en la pared de la tarima.

Fotos: Alejandro Benzecry

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