En los últimos días parecen darse pasos concretos hacia el inicio de una nueva negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición mayoritaria, representada por Juan Guaidó.
Politólogos consultados por Efecto Cocuyo no abrigan grandes expectativas en cuanto a que el proceso fluya y se logren mejores resultados que intentos previos.
La razón: ambos bandos siguen “enfrascados” en objetivos maximalistas, es decir, la gestión de Maduro no quiere perder poder y exige levantamiento de sanciones sin nada cambio, mientras que Guaidó insiste en elecciones presidenciales a corto plazo.
Los politólogos Benigno Alarcón y Ricardo Sucre Heredia coinciden en afirmar que al no llegarse a nada, de nuevo, los intentos de negociaciones continuarán divididos como hasta ahora. Por un lado, el diálogo negado entre el Gobierno con sector de Guaidó y por el otro, acercamientos como los que resultaron en un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) “menos desequilibrado”.
“No creo que las intenciones del Gobierno sean distintas que procesos anteriores. Busca reconocimiento internacional y de hecho siente que si los otros se quieren sentar a hablar con él es que lo reconocen y tiene poder. Pero pone como precondición, que se levanten las sanciones. Así no va a funcionar porque estás pidiendo por adelantado algo que dejaría a la otra parte sin nada para presionar acuerdos”, advierte Alarcón.
Otro objetivo de Maduro, señala el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Ucab, son los recursos financieros, la posibilidad de atraer inversiones a partir del levantamiento de las medidas restrictivas.
Tras haberse nombrado a un nuevo CNE, Guaidó propuso el 11 de mayo un acuerdo de salvación nacional con el que invita a Maduro a negociar para llegar a varios acuerdos. Los principales temas son elecciones generales libres, entrada de ayuda humanitaria y de vacunas contra el COVID-19, entre otros. A cambio, una vez cumplidos los acuerdos, ofrece levantamiento de sanciones internacionales, no antes.
Maduro y otros voceros han advertido que no negociarán el Socialismo y que para negociar, entre otras cosas, Guaidó debe devolver activos de la República “secuestrados en el exterior” y reconocer la legitimidad de todos los Poderes Públicos, incluido el Parlamento del 6 de diciembre.
“El Gobierno no va a ceder con una elección presidencial, nada que tenga que ver con el adelanto de esa elección ni cualquier cosa que ponga en peligro el ejercicio del poder. Como en otras ocasiones dice que sí, que está dispuesto a sentarse, al diálogo pero no se siente obligado a llegar a ningún acuerdo”, sostiene Alarcón.
Tras haberse logrado gestos como la entrada del Programa Mundial de Alimentos, el arresto domiciliario para seis gerentes de Citgo y el nombramiento de dos opositores como rectores principales, junto a tres del chavismo, como resultados de algunas negociaciones, Ricardo Sucre cree que el acuerdo de salvación puede significar un retroceso.
“Pareciera que se regresa al pasado, a la repetición de un guion, porque Maduro anuncia condiciones, el G4 también lo hace y nadie parece querer ceder. En la oposición se pelean por ser el padre de la criatura y ambos bandos se enfrascan de nuevo en un cruce de declaraciones”, señala el también profesor universitario.
Frente al actual panorama cree que Maduro se mantiene en el poder a la espera de las presidenciales de 2024, puesto que Guaidó, afirma, no tiene base social interna para presionar y un apoyo internacional a medias. A su juicio, la oposición tiene el reto de mantenerse relevante.
“(Donald) Trump ya no está, la Unión Europea no lo reconoce como presidente interino y nos guste o no hay una nueva Asamblea Nacional”, apunta.
El excandidato presidencial, Henrique Capriles, sumó su respaldo a los intentos de lograr un acuerdo político con el Gobierno de Maduro desde la acera de Guaidó.
Sucre considera que Capriles no apoya irrestrictamente el acuerdo de salvación nacional y se mueve más hacia una ruta electoral con garantías, así sea solo para las regionales del 21 de noviembre. En este sentido no descarta que la negociación que se termine imponiendo sea más de tipo “incremental” y no integral, es decir, la que hasta ahora ha llevado al incremento de garantías democráticas.
“Si Guaidó intenta imponer su agenda fracasará, si los objetivos van más hacia lograr la paz del país, el alivio de la emergencia humanitaria y mejores condiciones electorales puede fluir. Lo que se logró hasta ahora fue sin cámaras, sin polémicas y sin grandes expectativas”, asegura.
Para Alarcón, la administración madurista, consciente de esas diferencias en la oposición, jugará a separar las negociaciones, dejando de lado a Guaidó, neutralizar al G4 y avanzar con quienes sí pueda llegar a acuerdos que no le supongan mayores peligros.
“Lo que el país reconoce como oposición a pesar de que la apoye menos, que la critique, es a Guaidó y al G4, no a los otros, por lo que sería un error mortal para Capriles dejar de identificarse de algún modo con esa oposición (la mayoritaria), por eso el acercamiento, por eso el 6 de diciembre dejó solos a los de la mesita (de diálogo) que obtuvieron una mínima votación”, aclara.
En ese sentido apuesta a que los acercamientos entre Guaidó y Capriles impliquen rectificaciones y un abono a la unidad.
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