Desde hace unos cuantos meses, Bloomberg viene cubriendo el proceso de “apertura hacia una economía de mercado” que está viviendo nuestro país, independientemente de la insistencia, en la ya caduca retórica socialista que mantiene el gobierno.
En una labor detectivesca que haría palidecer a Sherlock Holmes y a Watson juntos, Nicholle Yapur, Patricia Laya y Alex Vásquez, corresponsales de Bloomberg, han obtenido información privilegiada sobre las grandes transacciones de capital privado, que se han llevado a cabo en Venezuela, tales como las ventas de Seguros Caracas, Cargill y Directv, y más recientemente, Corimon. Asimismo, han revelado el nombre de algunos fondos internacionales, empresarios y misiones diplomáticas, que están aterrizando en el país para hacer inversiones tempranas, tanto en el sector público como en el privado.
Lo que realmente fue una verdadera sorpresa es que trajeran al gringo Erik Sachtzker, que en un español machucado, hizo agudas entrevistas a Nicolás Maduro, Tareck El Aissami y a Delcy Rodríguez. Por cierto, de esta última, solo he conseguido breves reseñas.
¿Qué dijo Maduro?
El presidente aseguró que nunca se ha parado el diálogo y las negociaciones entre EE UU y Venezuela. Dijo, incluso, que en los últimos tiempos había mantenido contacto indirecto con Trump, y que si este hubiese ganado las elecciones, hubiese hecho cambios en sus políticas contra Venezuela, porque ya estaba harto de Guaidó y sus acólitos. No es el único, por cierto.
Maduro también tildó de criminales las sanciones de la OFAC, en la medida que violan los derechos humanos de los venezolanos de a pie, lejos de perjudicar el gobierno, en lo que estamos totalmente de acuerdo.
Por otra parte, prometió garantías más extensas para las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes, invitando a todos los veedores internacionales que quisieran asistir y servir como auditores del proceso. Esta actitud del presidente, la entendemos de sobra, porque si seguimos con la macabra fractura de la oposición venezolana, no será suficiente el “Acuerdo de Salvación Nacional“, que intenta liderar Guaidó. La oposición va a necesitar a todo el “Ejército de Salvación”, con el Señor Jesucristo adelante, para evitar la paliza electoral que nos dará una vez más el oficialismo a finales de este año. De hecho, nos han comentado que ya hay intenciones de inscribir hasta 3 candidatos de oposición para algunos estados y alcaldías.
También, Maduro sorpresivamente habló de una recuperación económica del país llevada a cabo con grandes esfuerzos y recursos propios, notificando que existe un significativo número de inversionistas con sustanciales cifras de dinero, entrando en este momento en Venezuela. Presidente, ahí sí creo que patinó, porque esas “grandes cifras” no las hemos visto.
Además, negó la intención de un proceso de privatización de las empresas públicas, mas sí reconoció que se estaban haciendo “alianzas comerciales” entre el Estado y socios privados.
Esto último, que ciertamente ya está ocurriendo con algunas pocas empresas de la nación, es una suerte de “Perestroika light” a la venezolana, en virtud de la cual, el Estado mantiene la propiedad de sus activos. Estas empresas son “cedidas operativamente” de forma parcial o total, a operadores privados, para ponerlas a producir, a cambio de un porcentaje de producto terminado. Se trata de una suerte de noviazgo productivo entre el sector público y privado.
¿Y Tareck?
El Aissami aseguró en su entrevista con Erik, que en Venezuela se ha recuperado la producción petrolera, llegando a más de 700.000 bpd, y pretende aumentar a 1,5 millones a finales de 2021. También enfatizó que las largas colas por combustible desaparecerán para finales de junio, cuando se tiene previsto cubrir el 100% de la demanda nacional de combustible procesando 500.000 bpd. ¿Ya pasó junio, no?
En la misma línea del presidente, Tareck mencionó que vendrá la inversión extranjera en demasía y que: “en el corto plazo se podrá llevar al país otra vez a estar entre los cuatro mayores productores de petróleo del mundo”. Nos parece que está sobreestimando un poco la realidad, Dios lo escuche.
Ajá…¿y cómo?
Tanto Maduro como El Aissami dijeron -con gran confianza- que “el mundo no solamente era el hemisferio occidental”, insinuando con ello que, de Europa del Este, Asia y África, pueden proceder los inversionistas que “están haciendo cola para entrar al país”. Si bien esto, es totalmente cierto, y hemos tenido la fortuna de ser consultados como financieros -por fondos de diversos orígenes, occidentales y orientales- no olvidemos que el factor confianza es algo que lleva su tiempo, aunque el origen de los fondos sea el hemisferio oriental.
No es tarea fácil hacer entender a los foráneos que Venezuela es un destino de excepción para las inversiones, debido a las altas tasas de retorno que ofrece en muchos sectores productivos, y con tasas de riesgo que son realmente potables.
Lamentablemente, los desatinos políticos del gobierno, la inercia social y política de un sector privado acostumbrado y disfrutando de los subsidios cambiarios y dádivas del gobierno, más una oposición apátrida -que se ha dedicado a destruir la imagen de la patria fuera de nuestras fronteras- nos colocan ante un reto muy complejo.
Para empezar, el propio sector privado que hacemos vida en Venezuela, tenemos el deber de reactivar el aparato productivo y construir mercado y consumo nacional e internacional. Esta vez, sin subsidios, con escaso financiamiento y a expensas de nuestro propio patrimonio, con la firme creencia de querer construir país por nuestro beneficio y de las generaciones por venir. Sin esta convicción del propio empresariado que hace vida en Venezuela, vemos muy difícil la recuperación del país.
Como hemos dicho hasta el hastío, es muy difícil reproducir la geopolítica, recursos naturales, mercado y recurso humano que tiene nuestro amado país, cuando se trata de hacer negocios. Además, no olvidemos que los venezolanos, tenemos más de 500 millardos de dólares en ahorros fuera de nuestra patria. Con una pequeña porción de esta ingente cifra, podemos cubrir las necesidades de financiamiento de capital de inversión y trabajo, para la reactivación de buena parte del sector privado.
Los tiempos de recuperación del país que ofrecen los entrevistados por Bloomberg son a todas luces irreales, ya que países en similares situaciones política, social y económica, han tardado lustros y hasta décadas en recuperarse. No obstante, consideramos que las condiciones están dadas, y el tiempo es el idóneo, para comenzar esta labor.
Esto es posible, si ponemos a un lado momentáneamente la agenda política oficialista y opositora, y tendemos puentes entre sector privado y gobierno, para atender unas obligatorias agendas económica y social.
¿Y el gobierno…?
El gobierno en un intento -nada despreciable- por atraer inversión local y extranjera, aprobó en octubre del año pasado la Ley Antibloqueo, como recurso para proteger a los potenciales “socios” comerciales del Estado venezolano contra posibles sanciones de la OFAC. Revisada de manera racional y no de forma intestina, es un incentivo que puede brindar cierta protección a la inversión local y extranjera.
Con el mismo espíritu de atraer dinero al país, actualmente la Asamblea Nacional discute la Ley de Zonas Económicas Especiales, que además de incentivos financieros y fiscales, ofrece mayores garantías jurídicas para aquellos que destinen sus recursos en proyectos de inversión.
Lejos de lo que muchos críticos aseguran, los parques y zonas industriales, así como las zonas económicas especiales, no son creaciones surrealistas y experimentales de regímenes socialistas trasnochados. Iniciadas a finales de los años 50, en muy diversas geografías, e implantadas con mayor o menor éxito, fueron junto con la apertura a economías de mercado, los factores que permitieron el incuestionable desarrollo económico de países como China, Vietnam y Singapur, entre otros.
En una próxima entrega, hablaremos de una manera crítica de las Zonas Económicas Especiales en Venezuela.
Independientemente de nuestras convicciones y creencias políticas, es obligación de cada uno de los venezolanos, el actuar proactivamente para lograr el desarrollo de nuestra tierra, nuestra tierra de gracia.
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Del mismo autor: ¿Vietnamzuela?