La esencia de la política es la búsqueda de acuerdos, para que su proyecto vital sea posible entre tantos otros. Quiere decir, la política es lo que permite que su visión del mundo, sus planes, aspiraciones e ideas puedan desarrollarse o hacerse realidad, siempre considerando de que no hay un modo, orden o esquema de vida único al cual todos debemos adherir.
Por lo tanto, la política procura trabajar todos los días para que podamos convivir dentro de las diferencias y, por cierto, construir una sociedad lo más amigable, armoniosa y profundamente humana posible. Pero esto se logra conversando con el otro. De manera que, si nos desgastamos en la negación de la existencia del otro, obviamente lo que logramos será menos que 0.0. Seamos francos: el otro no dejará de existir por la magia de la negación.
En política, sus protagonistas deben trabajar incansablemente por la búsqueda de consensos. Ese gran personaje de la historia universal que fue Nelson Mandela lo explicó mejor que nadie: “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces se vuelve tu compañero”. Y vaya que logró cosas grandiosas por su país con ese lema, ¡qué duda cabe!
Mientras tanto, en nuestra querida tierra unos quieren sumar votos de santidad para proponerse ante el Vaticano, como los próximos de la lista a la beatificación, por ende, no hablan con los agentes del mal (aunque se olvidan de que los santos tuvieron que enfrentar varias tentaciones malignas). En tanto, los de la otra acera simplemente buscan cualquier recurso para desalentar a todas las fuerzas organizadas, que les obliguen a prestarle oídos a sus demandas, o quizás que puedan constituir una estrategia que fuerce a darle alguna consideración, porque podría poner en jaque el mantenimiento de su poder, pero como nada de eso ocurre, entonces juegan a lo mismo y las hojas del calendario siguen cayendo.
Ciertamente, es muy tentador denunciar que los graves efectos de la pandemia es responsabilidad de Maduro & Cía, pero esto lo sabe hasta los mismos que los apoyan. Por supuesto, es parte del trabajo de la oposición hacer el escrutinio respecto al desempeño del Gobierno a la hora de enfrentar esta crisis sanitaria. Sin embargo, esto no puede ser utilizado como aprovechamiento político o quedarse en las rencillas ideológicas, ni mucho menos en un oportunismo vulgar que solo sirve para seguir estrangulando a los(as) venezolanos(as).
Servirse de una pandemia para intentar sumar legitimidad o créditos políticos es, por decir lo menos, rayar en complicidad criminal (como lo hace la oposición). Mucho peor es utilizar la angustia, el miedo, el dolor y la desinformación, para incrementar el control social (como lo hace el gobierno). Ambas estrategias producen una sola cosa: muertes.
Volver a los fundamentos de la política para evitar tantos males que aflige a la ciudadanía debe ser lo único que importe. Porque, de lo contrario, esto no traerá nada que podamos aplaudir con honra. Es más, como dijo un buen amigo por ahí, ya debería darnos vergüenza de que ahora mismo -tal vez- haya más venezolanos vacunados afuera que adentro. Y agrego yo: de esto no debe sentirse orgullo nadie. ¡Conversemos y acordemos!
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