Un indicador estadístico conocido como regresión a la media nos dice que, en presencia de varias mediciones que no tienen correlación perfecta, los valores extremos tenderán a aproximarse a la media. En otras palabras, una puntuación buena estará acompañada de una posterior puntuación baja; un equipo deportivo con malos resultados en una determinada temporada tendrá mejores resultados en la siguiente; un primer intento de tiro al arco malo experimentará una mejora en el segundo intento. En definitiva, es una tendencia estadística de la cual no estamos inmune.
Su hallazgo lo hizo el británico Francis Galton, cuando se percató cómo las semillas de generaciones sucesivas cambiaban de tamaño, es decir, las semillas pertenecientes a los sucesores no tendían a parecerse al tamaño de las semillas progenitoras, sino que, al contrario, siempre las semillas sucesoras eran de menor tamaño a las progenitoras, si estas últimas eran grandes, o eran más grandes que las progenitoras, en caso de que estas fuesen pequeñas. Además, también encontró lo mismo con relación a la estatura de los niños comparándolas con sus padres.
Sin embargo, nuestro país no atiende a esta medida estadística, pues, basta ver cómo empeoramos año tras año en todos los indicadores políticos, económicos, sociales, medioambientales y cualquiera que a usted se le ocurra. Por ejemplo, la caída de la producción petrolera ha declinado sin parar, registramos desmejoras profundas en los servicios públicos, generamos menos ingresos por exportaciones, hemos agravado la atención a la salud o la calidad de la educación, por comentar solo algunos aspectos que no cesan en su recrudecimiento.
Por otra parte, cuando nos detenemos a evaluar el camino transitado para lograr el cambio político, lamentablemente tampoco hay señales de que regresemos a la media (siendo la media el año 2015). Hoy las fuerzas políticas que adversan a Maduro & Cía tienen menos dientes que hace algunos años atrás para incomodarlo, dado que no existen plataformas (más allá de Twitter) por las que puedan divulgarse el mensaje de la necesaria redemocratización, explicar los desafíos que implica su debida transición y, por supuesto, aglutinar a todos los sectores políticos y de la sociedad civil en esa ruta.
Igualmente, en el ámbito de convivencia democrática o clima político, el escenario no puede ser más deprimente. Cuando se escriben estas líneas, los líderes políticos todavía no se pueden poner de acuerdo para firmar un contrato que permita el ingreso de una gran cantidad de vacunas, las cuales irían en beneficio directo de millones de venezolanos. Sin embargo, aparentemente azuzar la pelea pequeña es más importante que los venezolanos.
Así pues, no hay acercamiento de posiciones políticas, ni ninguna mejoría en algún ranking internacional en temas relacionado a indicadores de bienestar social, ni mucho menos recuperación económica en el horizonte cercano o alguna disminución repentina de egos en el liderazgo político. De manera que, solo nos está quedando esperar que la famosa regresión a la media nos acompañe en algún minuto, o que finalmente nos enseriemos, organicemos y conversemos para empujar esa dichosa tendencia estadística que hoy nos esquiva.
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