Ver más de
Efecto Cocuyo
“Hay sentimientos encontrados. Cuando uno sale a la calle, a uno le da impotencia, tristeza, le da rabia, le da dolor, por ejemplo, en la comunidad, nosotros salimos y la cantidad de niños pidiendo comida es impresionante. Hay hambre, nos estamos muriendo”. Esa es solo una parte de la historia que ya en 2019 contaba Delia.
Un corto relato de la Venezuela que ahora está forzada a vivir una pandemia sin estructuras, sin condiciones de vida, sin combustible, con un aparato productivo destruido, con hambre generalizada, sin servicios de agua, electricidad ni gas. Ese es el país que hemos venido presentando. Un país en caída libre.
Como familia hemos vivido el aislamiento social antes de ser instruido por el régimen: “No puedo visitar a mi mamá porque no hay gasolina”, ese era el relato de Iris ya en el año 2019. Esto venía ocurriendo en varios estados del país tanto por la escasez de gasolina como por las condiciones del transporte público. Desde hace tres años, el tráfico entre estado y a lo interno de las ciudades y pueblos viene bajando sistemáticamente.
Los venezolanos hemos vivido un aislamiento creciente, hambre, desplazamiento migratorio forzoso y un sistema de salud destruido. ¿Podemos hablar de salud pública en Venezuela? Una de las prácticas de este régimen ha sido eliminar toda institucionalidad con la intensión de debilitarnos como sociedad, por lo tanto, no existe posibilidad alguna de que este grupo de poder actúe con responsabilidad y eficiencia. Este sistema hundió a Venezuela en la devastación y la muerte.
“El centro de salud está contaminado completamente. El anatómico no tiene patólogos, no tienen los congeladores para preservar los cadáveres, alrededor mucha basura y escombros, son horrendos los olores, son olores catastróficos, nauseabundo, muy fuerte. Te asomas y ves pedazos de miembros del cuerpo”. Palabras también de Delia, en 2019, pero ahora describiendo el Hospital General del Sur, uno de los centros más grande de la región zuliana y que hoy cuenta como uno de los que ayudarán a resolver la eventual crisis a causa del coronavirus. ¿Cómo ayuda un centro de salud como este?
Las condiciones hospitalarias son precarias, sin tener en cuenta que el sistema preventivo no existe. Hace muchos años somos vulnerables. Ahora nos enfrentamos a las peores condiciones humanitarias y sanitarias que hayamos imaginado. El Estado no garantizó el bienestar. ¿Puede entonces proteger en unas condiciones límites como las que vivimos? La respuesta es directa e inequívoca: no pueden, no quieren y no les interesa.
Esta pandemia ha venido demostrando que el aparato de control-totalitario que viene madurando en Venezuela bajo la burocracia del poder comunal, sólo sirve para coartar, controlar, someter, pero de ninguna manera para prevenir ni brindar protección a la población. Hoy nuestros barrios y urbanizaciones están totalmente desamparados.
En este sentido, la burocracia socialista se perfila en el poder tiránico, como un poder arbitrario: un gobierno en el cual no es preciso rendir cuentas, un gobierno que no se responsabiliza ante nadie.
En las tiranías no hay responsabilidad de proteger ni de garantizar la vida ni de preservar la seguridad de los ciudadanos. ¿Cuál ha sido la medida más drástica tomada por el régimen? El aislamiento. Afortunadamente es una de las medidas urgente a implementar que coincide con los protocolos internacionales, aunque el móvil sea la coacción y el control político junto con el aislamiento necesario por la falta de combustible.
Los venezolanos estamos solos, no tenemos un estado de protección y bienestar. La garantía está en el vivir juntos y en la solidaridad. Estamos en el punto original de la política. La comunidad, el espacio público, la unidad de hombres y mujeres como el verdadero espacio de protección.
Por esta razón, la coincidencia, convivencia en el espacio comunitario y social, es lo que nos puede conducir a la superación de la pandemia y de las condiciones de supresión de la libertad. Todo en un mismo acontecimiento. Somos vulnerables institucionalmente porque el régimen nos trajo hasta aquí.
Pero también somos fuertes como comunidad porque partimos de una cultura solidaria y de convivencia. Somos convives. En la relación y en la familia radica nuestra fuerza y capacidad de resiliencia y liberación. En las crisis, durante los momentos más oscuros tenemos al vecino que como dicen en mi barrio: “es tu familia más cercana”.
¡La auctoritas está en la relación afectiva de nuestras comunidades! Poder del pequeño grupo y de un sujeto que ha tenido una historia de desencuentros. ¿Pasó del poder resiliente a poder para la liberación?
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
De la misma autora: Normalización de lo ilícito
Por Oscar Doval Esta mañana estaba conversando con dos clientes y amigos que están en el mundo industrial agroalimentario. El coloquio tuvo un tenor interesante que, creo, en buena medida refleja lo que sienten muchos empresarios, y también muchos venezolanos que no hacen vida directa en el mundo político. En esta nueva mala costumbre narrativa […]
Por Kira Kariakin El 21 de diciembre pude ver la conjunción de Júpiter con Saturno. Vi a Júpiter con sus lunas, dos arriba y dos abajo alineadas perfectamente perpendiculares y a Saturno a un lado, hermoso con sus anillos. Mi esposo que es astrónomo aficionado procuró esta felicidad. Dicen que esa conjunción es el principio […]
Por Leoncio Barrios Se trata de dos logros sociales. En mi articulo anterior decía que a pesar de lo nefasto del 2020 en materia de salud física y mental de la humanidad y los desguaces económicos que aún causa la pandemia del coronavirus, en ese año, en algunos países, se habían logrado legislaciones sobre asuntos […]
Por Óscar Morales Uno de los malos atractivos del uso de las tecnologías de la información (específicamente la navegación por las redes sociales) es que intentan explicar en dos líneas un proceso complejo o un hecho determinado. De este modo, no es extraño que nos puedan convencer de que las vacunas contra el sarampión o […]