Durante siglos, los seres humanos nos hemos preguntado si estamos solos en el universo y en los últimos 200 años, el reto ha sido el poder entablar una comunicación interestelar con una inteligencia extraterrestre, fascinando a algunos de los mejores científicos y matemáticos del mundo.

Imaginemos que en el 2036 un nativo del sistema solar HIP 4872 en Cassiopeia recibe una insólita transmisión. Al decodificarla descubrirán a Ella, que juega al blackjack, cuenta chistes, asesora en inversiones y hasta recita poemas. Estos pasatiempos no son tan inusuales para un humano, pero Ella no es exactamente humana, es un chatbot: un software de procesamiento de lenguaje que puede reproducir el habla humana mediante el análisis de patrones.

El software de Ella se incluyó como parte de la señal enviada por Cosmic Call 2003, siendo la primera y única inteligencia artificial (IA) lanzada al espacio interestelar. Poco antes de la transmisión, Ella, que fue creada por la compañía EllaZ Systems, ganó el primer lugar en el Concurso de Premios Loebner, una competencia anual de prueba de Turing en la que los jueces intentan distinguir a los humanos de los chatbots mediante conversaciones. Quizás para estos momentos no nos parezca la gran cosa, disponemos de teléfonos inteligentes en nuestros bolsillos con algoritmos de procesamiento de lenguaje mucho más avanzados, pero en ese momento, el programa se consideraba uno de los “más humanos” del mundo.

No debemos preocuparnos demasiado por el hecho de que nuestro primer embajador de inteligencia artificial en las estrellas podría parecer un adicto al juego. Sin un manual de comandos de Visual Basic.NET, el lenguaje de programación utilizado para escribir el software de Ella, existe una gran posibilidad de que los extraterrestres no puedan interactuar con el chatbot; pero la base de datos de Ella, incluido el software, podría ser un valioso material de referencia para ellos. A pesar de las deficiencias en la transmisión a Cassiopeia, este fue un evento histórico que señaló un futuro prometedor para el uso de la IA en la comunicación interestelar.

Durante una discusión particularmente animada en la primera conferencia soviético-estadounidense sobre inteligencia extraterrestre en 1971 en Byurakan (Armenia), los asistentes debatieron cómo una inteligencia extraterrestre podría interpretar un mensaje. Los científicos de ambos lados de la cortina de hierro habían estado trabajando en este problema por separado durante años y las tensiones de la guerra fría habían dificultado enormemente la colaboración. El astrónomo soviético Iosif Shklovsky comentó antes de la conferencia: la posibilidad de comunicarse con una inteligencia extraterrestre sería difícil si la comunicación entre países es imposible. En este sentido, la conferencia se centró tanto en aliviar las tensiones geopolíticas en la Tierra como en comunicarse con los extraterrestres.

Contra la idea de comunicarse utilizando lenguajes artificiales como la lengua cósmica de Freudenthal, que requiere un método para enseñar cómo decodificar el idioma, uno de los delegados soviéticos sugirió enviar información evidente, como el dibujo de un gato. El gato se dibujaría en el espacio tridimensional de la geometría euclidiana, donde cada una de las coordenadas se deriva de los parámetros de la propia señal (por ejemplo, frecuencia para el eje Y, tiempo para el eje X e intensidad de la señal para eje Z).

Este proceso podría repetirse para una gama de ideas prácticamente ilimitada. Además, Kuznetzov argumentó que al repetir la misma imagen en múltiples frecuencias, estas señales cargadas de información también podrían servir como una especie de señal para atraer la atención de un extraterrestre. Pero, si un planeta tuviera una atmósfera diferente al de la Tierra, transmitir una imagen utilizando el sistema de coordenadas de Kuznetzov daría lugar a una distorsión de la imagen desde el punto de vista extraterrestre. Una imagen distorsionada socavaría su utilidad, especialmente si la imagen intentaba transmitir un concepto matemático. Esto sugiere que un mensaje ideal sería completamente topológico, es decir, que solo contiene propiedades inmunes a la distorsión. Marvin Minsky, sin embargo, tuvo una idea diferente: “En lugar de enviar un mensaje educativo muy difícil de descifrar del tipo que describía Freudenthal, o la foto de un gato, hay un área en la que podemos enviar al gato”.

Minsky sacó esta idea directamente de la ciencia ficción. Como ejemplo de su propuesta, citó A para Andromeda, una serie de televisión escrita por el cosmólogo Fred Hoyle en la que la Tierra detecta una señal extraterrestre que contiene instrucciones para construir una computadora que luego transmite los pasos para crear un organismo biológico llamado Andromeda. A pesar de sus orígenes ficticios, la sugerencia de Minsky era pragmática. Según la idea de Minksy una computadora es un “dispositivo topológico absoluto” y, por lo tanto, podría considerarse como el mejor mensaje interestelar para enseñarle a un extraterrestre cómo construir un programa de software, o mejor aún, una computadora que ejecute un programa de software deseado. Minsky sugirió una serie de imágenes instructivas dispuestas como los mapas de bits de números primos de Drake que delinearían el diseño de la computadora y el software. Además, el programa de computadora podría diseñarse para interactuar con la inteligencia extraterrestre de modo que, por ejemplo, pudiera emplear algoritmos de procesamiento de lenguaje para aprender el idioma de sus anfitriones.

Al continuar explorando el problema de la comunicación interestelar, podemos aprender mucho sobre lo que significa ser humano, preparándonos para el día en que descubramos que no estamos solos. La idea de enviar inteligencias artificiales o avatares humanos digitales como embajadores extraterrestres tiene una larga historia en la ciencia ficción, por lo que no sorprende que haya sido una de las primeras ideas consideradas para un mensaje extraterrestre por los pioneros de los mensajes interestelares para buscar estas civilizaciones.

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