Henri está diagnosticado con déficit de atención. La escuela para él es sinónimo de reclamos y citaciones. Capta la incomodidad de su maestra, la alteración e impotencia de su mamá. En los primeros días le alivió la llegada del COVID-19. El no tener que asistir al aula le libraba de tensiones, pero días después el estrés se mudó a su apartamento en Caricuao. La educación a distancia representó una tortura. Tener que estar horas frente a la pantalla mientras el servicio de internet estaba disponible. Su mamá debía trabajar y cuando llegaba a la casa volvían los reclamos por no cumplir con las actividades o por las notas que la maestra había enviado por el WhatsApp. Henri se fue quedando rezagado.
La Confederación Sordos de Venezuela (Consorven) aseguró que 16 % de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad en el país dejaron de estudiar por la pandemia del COVID-19, que se vive en el territorio nacional desde marzo de 2020.
Probablemente Henri no sepa que este 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Según un reciente informe de UNICEF, el número de niños y niñas con discapacidad en América Latina y el Caribe es de cerca de 19,1 millones.
Según el informe, los niños con discapacidad tienen:
Hay un acuerdo generalizado en el que la educación es un derecho fundamental para esta población. Sin embargo, los niños con discapacidad siguen quedándose atrás a la hora de recibirla. El informe de UNICEF concluye que los niños con dificultades para comunicarse y ocuparse de sí mismos son los que tienen más probabilidades de no ir a la escuela, independientemente del nivel educativo. Las tasas de desescolarización son más elevadas entre los niños con múltiples discapacidades y son aún más significativas si se tiene en cuenta la gravedad de la discapacidad.
Un estudio realizado por Consorven y la Fundación Vanessa Peretti a familias con niños y adolescentes con discapacidades evidencia que la vía principal para el envío de tareas fue el sistema de mensajería WhatsApp (74%) y, en segundo lugar, con un porcentaje mucho más bajo, se encuentran las guías escritas. Estas organizaciones ven con especial preocupación que las niñas, niños y adolescentes con discapacidad estén recibiendo contenidos sin atención a las diferencias a nivel funcional y cognitivo.
Esta fecha debe ayudar a visibilizar que las barreras físicas, arquitectónicas, culturales persisten en nuestras escuelas y comunidades. Las niñas, niños y adolescentes con cualquier tipo de discapacidad tienen derechos y pueden exigir el respeto de los mismos sin ningún tipo de discriminación. Debemos hablar alto y fuerte, pues, uno de los efectos perniciosos de la pandemia es ocultar y silenciar la realidad de estas poblaciones.
“Todos los niños y niñas, incluidos los que tienen alguna discapacidad, deben tener voz y voto en las cuestiones que afectan a sus vidas, y deben tener la oportunidad de desarrollar su potencial y reclamar sus derechos” concluye el informe de UNICEF.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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La Confederación Sordos de Venezuela (Consorven) aseguró que 16 % de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad en el país dejaron de estudiar por la pandemia del COVID-19, que se vive en el territorio nacional desde marzo de 2020.
Probablemente Henri no sepa que este 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Según un reciente informe de UNICEF, el número de niños y niñas con discapacidad en América Latina y el Caribe es de cerca de 19,1 millones.
Según el informe, los niños con discapacidad tienen:
Hay un acuerdo generalizado en el que la educación es un derecho fundamental para esta población. Sin embargo, los niños con discapacidad siguen quedándose atrás a la hora de recibirla. El informe de UNICEF concluye que los niños con dificultades para comunicarse y ocuparse de sí mismos son los que tienen más probabilidades de no ir a la escuela, independientemente del nivel educativo. Las tasas de desescolarización son más elevadas entre los niños con múltiples discapacidades y son aún más significativas si se tiene en cuenta la gravedad de la discapacidad.
Un estudio realizado por Consorven y la Fundación Vanessa Peretti a familias con niños y adolescentes con discapacidades evidencia que la vía principal para el envío de tareas fue el sistema de mensajería WhatsApp (74%) y, en segundo lugar, con un porcentaje mucho más bajo, se encuentran las guías escritas. Estas organizaciones ven con especial preocupación que las niñas, niños y adolescentes con discapacidad estén recibiendo contenidos sin atención a las diferencias a nivel funcional y cognitivo.
Esta fecha debe ayudar a visibilizar que las barreras físicas, arquitectónicas, culturales persisten en nuestras escuelas y comunidades. Las niñas, niños y adolescentes con cualquier tipo de discapacidad tienen derechos y pueden exigir el respeto de los mismos sin ningún tipo de discriminación. Debemos hablar alto y fuerte, pues, uno de los efectos perniciosos de la pandemia es ocultar y silenciar la realidad de estas poblaciones.
“Todos los niños y niñas, incluidos los que tienen alguna discapacidad, deben tener voz y voto en las cuestiones que afectan a sus vidas, y deben tener la oportunidad de desarrollar su potencial y reclamar sus derechos” concluye el informe de UNICEF.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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