2024: Venezuela y el mundo
Una mujer se protege del sol con una sombrilla mientras camina hoy, viernes 30 de abril de 2015, en la plaza Los Palos Grandes, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

Lo que me faltaba, estoy hablando sola. Vienen de repente una retahíla de pensamientos negativos que suelto en un monólogo que parece una oración negra. Negra porque lo que digo es mala vibra inconscientemente, y no lo puedo controlar. Invoco a la virgen con fe, pero sigo en lo mismo, aunque sé que me hunde más. Qué dirían esos espirituosos de pacotilla: y que tenga fe, que todo va estar bien, que intente agradecer y bendecir con luz y amor. Ja, ja, ja, en otra vida. Me río de eso, pero tengo que controlarme, sino voy a volverme loca. Ay, corre, apúrate, suena el celular. No hombre, no es mi muchacho que está bien lejos.

-Qué hubo Teresa, ah ok. Qué bueno. Yo angustiada porque Andresito me dijo que por ahora no había hecho suficiente para mandarme la remesa, con la que compro unas cositas, porque la fulana pensión es una miseria. Tú sabes, una carnita molía, algo de queso y harina P.A.N. A veces preparo con ella una pastica, o empanadas, que ni por el carrizo se parecen a las de mi mamá. Pero eso de hacer mercado se murió, voy y compro en la bodeguita que queda cerca donde tengo montado un fiao, y voy pagando de a poquito. Ese portu se ha ganado el cielo. Y ni te cuento de la deuda con el condominio, ya me ven raro, como abandonada. Claro, ya no hay pinta. Los trapitos los lavo cuando raramente hay luz y agua, tú sabes, Venezuela se arregló… Qué vaina, colegita. Ah, no, hoy me quedo en casa porque el gremio no protestará, y descanso estos huesitos que no dan para mucho. Tú sabes, el almanaque. Le hemos dado duro y pateado esas calles, desalentados porque el gobierno dijo que no había plata por las sanciones gringas. Pero ellos dándose el vidón. Ok, ok. Ciao, amiga. Gracias por llamar, al menos oír a alguien calma. Sí, hombre, salimos del confinamiento por la bendita pandemia, que dicen provocó una depre mundial, para caer aquí en este encierro de tristeza y hambre. No me quiero imaginar que, si cuantifican la depre aquí, con todo lo que pasa, sería espeluznante. Oye, oye, espera, se me olvidó contarte que una colega de Sociología me dijo que este ensimismamiento que tenemos los viejos y muchos otros, lo llaman insilio. Unos salieron corriendo de este infierno y son exilados, y nosotros aquí enrollados y medio inconscientes, sin darnos cuenta pues, ya no reconocemos esta Venezuela devastada, y vivimos en el  insilio, volteados hacia dentro, piensa y piensa como si algo pudiéramos «arreglá». Del tiro estoy hablando malandreao. ¡Con el apellido que tengo! Como si estoy perdiendo la imagen de profe universitaria. Esta pure, Silvia Bello, titular con PHD en Derecho procesal, en la muy querida y reconocida UUUCV… Ok, Ok, adiós, amiga. Nos hablamos. Cuídate y está mosca con esto, que si a ver vamos es el gobierno el beneficiado”.

Y me dijo, no «juegue», todo ese esfuerzo de formación hoy lo veo como desfasado, tanta teoría del derecho cuando ahora estamos más que torcidos: no hay Estado de Derecho, ni independencia de Poderes, y mucho menos Derechos Humanos y ciudadanía. Pensar que mi pobre hijo, siendo Arquitecto, no conseguía ni para hacer un muro. Solo nos quedaron los ahorros que nos dejó su papá, que los usamos para que viajara a Canadá, donde ahora trabaja en Amazon, porque sabe inglés, pero los alquileres son caros y adaptarse cuesta mucho y la nostalgia duele. Y pensar que sus amigos lo criticaron mucho por esa huida, como si fuera una traición, pero sino no sobreviviríamos ninguno de los dos. Aparte de que la ONG pro derechos humanos en la que militó, fue intervenida y se asomó la persecución. Evocar todas estas cosas es como si nos tranquilizaran en parte por lo vivido sin arrepentimiento. En el futuro, Dios proveerá. Ay, recuerdo una frase del Dalai Lama que me impresionó en su momento: «hay dos días que no existen en la vida: el ayer y el mañana». Solo existe el presente, pero cuesta tanto vivirlo aquí, por eso nos escapamos al interior. Me ha tocado duro y sola, tengo que apretar.

Para más vaina un informe de una encuesta psicológica de la UCAB concluyó que somos las mujeres las que enfrentamos con más desaliento la crisis del país. Será porque siempre gerenciamos el hogar y ahora administramos las remesas con mucho guillo. Pero lo más grave es el primer resultado clave de esa encuesta: los venezolanos ya no confían en nadie. Dios, qué terrible, porque eso lleva a la inmovilidad política. Y se entiende, por tanta ilusión para que algunos políticos nos sacaran del hoyo, qué ilusos. Y hoy ante unas primarias para las presidenciales no pueden sacrificarse y reconocer que la unión es fundamental, ¡qué egos tan bravos! Y el autócrata reinante aspira a ser reelegido. Qué voluntad. Y de cuento en cuento, creando falsas esperanzas sobre cruzadas anticorrupción. Pero la mejor telenovela en capítulos es la protagonizada por el ministro El Aissami, vista en Twitter: estaba grave, tenía cáncer, o ahora lo habían torturado porque se sublevó con una escolta protectora de Hezbollah, y traicionó a Maduro. Luego aparece muy elegantoso y renuncia al ministerio de Energía y Petróleo, algunos dicen que está salpicado de corrupción, ya lo habían informado unos medios que investigan bien, aunque sus periodistas están afuera ¿exilados o desterrados? Ahora aparece una muy desconocida Policía Anticorrupción que ha detenido a unos cuantos implicados, y se descubrió una enorme corrupción en PDVSA. Desapareció un realero en millones de dólares, que serviría de mucho para cumplir con las justas demandas del sector educativo, si reconocieran su importancia. Al comienzo no salió nada de esa trama en los medios y periodistas serios. Después resulta que El Aissami renunció al ministerio de Energía y Petróleo. Maduro aceptó la renuncia dándose bomba como jefe de la cruzada, aunque parece que se le están poniendo las papas duras. Seguro que este espectáculo es para restructurar el poder y controlar los «biyuyos». Ay, Dios, cómo expanden todas esas cobas para crear falsas ilusiones e incertidumbre. Pero qué dramón, virgencita: ante tanta desconfianza de los votantes; control y censura de los medios; los poderes acaparados; el hambre rondando en el pueblo humilde, y en los más preparados también, porque según la ideología reinante el conocimiento sostiene el Estado burgués y hay que eliminarlo. Y con la pérdida de sentido político y común de los líderes de la oposición, y con el insilio en masa: la debacle. Señor ¿pero algún día se retomarán las riendas de este país aniquilado? Oremos.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

De la misma autora: El legado de Enrique Mendoza

</div>