Partamos de una premisa: una guerra produce tantas pérdidas humanas y materiales, tantos traumas, tanta destrucción, siembra tanto odio que hasta quien vence, pierde.
La guerra o la violencia en cualquier forma, es, quizás, el mayor exabrupto que pueden cometer los humanos. Sin embargo, como toda experiencia, por dolorosa que sea, puede dejar aprendizajes, servir para crecer.
La guerra que sacude al mundo, a pesar de estar desarrollándose con tácticas del pasado, de ejército por tierra y cielo, tiene, como cualquier conflicto social en las últimas décadas, un aliado según el bando que se esté: la comunicación por las redes virtuales.
Ya no dependemos de los medios de comunicación tradicionales para informarnos. La prensa, la radio, la televisión pasaron a ser o estar demodé. Entre sus funciones hoy están el ampliar, profundizar, y en algunos casos, corregir la apresurada y, a veces, tergiversada información que corre por las redes virtuales.
La comunicación belicista se recrea con la guerra, haciendo de ese doloroso acontecimiento un espectáculo. Los telediarios transmiten reels de la guerra como si fuese una película de terror, algo entretenido. Pero ese terror no es ficción.
En estos días, algunos telediarios han alternado atroces imágenes de gente huyendo de las bombas y el hambre, de heridos y muertos de verdad con los cuerpos multicolores, danzantes, desbordantes de alegría durante el carnaval en otras ciudades. No hay que quitarle a la gente la posibilidad de divertirse mientras otra sufra. Cada quien vive a su manera y su momento pero la información tiene que ser respetuosa con quien sufre y con el público.
Durante la guerra, y en tiempos de paz también pero con menos énfasis, se dan dos actos comunicativos fundamentales: informar y persuadir. No son procesos excluyentes pero sí sus fines. Y, en un ambiente bélico, como el que vivimos, es importante diferenciar lo que es información, propaganda y una tercera forma muy en boga en estos tiempos: la desinformación.
La información trata de que la gente se entere de lo que está sucediendo a través de descripción de hechos, de datos confiables. Utiliza fuentes autorizadas. En la medida de lo posible, mantiene aquello que se llama “objetividad”, presentando los sucesos como acontecen, sin sesgos, sin comentarios tendenciosos.
La propaganda, también llamada la persuasión, trata de convencer a la gente sobre los postulados de uno de los bandos en conflicto. Defiende a una parcialidad y ataca a la otra. Se vale de cualquier argumento para descalificar al oponente. Es ideológica. Puede ignorar principios éticos con tal de convencer sobre lo que quiere. Por lo general, la propaganda se vale de imágenes que impresionen al público, que mueven emociones. Eso facilita la manipulación.
La llamada desinformación puede ser considerada una mezcla de información y propaganda. Parte con fines informativos pero ignora la veracidad, la confiabilidad del hecho y de la fuente. Lo que logra, aun sin que se lo proponga, es engañar y confundir a quien reciba esa información. Las redes virtuales, manejadas por quien quiera, son excelentes vías para la desinformación.
Una forma muy frecuente de desinformar es a través de bulos que circulan en las redes virtuales. Un bulo es información falsa presentada como cierta. Muy frecuentemente se apoya en imágenes que hacen creíble lo que se dice pero que, en la realidad, no pertenecen a ese hecho. Son mentiras prefabricadas.
No todo es muerte, lesiones y destrucción en la guerra. Paradójicamente, esa acción destructiva permite algunos logros. Es difícil hablar de logros entre tanto sufrimiento y pérdidas, pero es parte de lo que hace interesante este momento histórico.
Las guerras han servido, además de la conquista de objetivos o de liberación de pueblos y naciones, para el desarrollo de estrategias militares que pueden ser útiles en nuestra defensa en caso de futuros ataques, ha dado pautas para el desarrollo de tecnología, incluida, por supuesto, la de armamento. Las guerras producen grandes ganancias a las empresas que fabrican armas, así como a otras empresas que se nutren de los conflictos sociales, como las de comunicación.
Las guerras también han servido para el desarrollo de algunas ciencias. Cuesta reconocerlo, pero algunas de las grandes teorías de comunicación social desarrolladas en el siglo XX, muchas de las que nos han permitido explicar los hechos sociales en estos últimos 100 años, se crearon durante y después de las dos primeras guerras mundiales.
No se tome como una oda a la guerra pero a raíz de ella se ha aprendido mucho acerca de cómo nos comportamos los humanos, cómo se perciben los hechos, cómo, cuándo y qué comunicar durante un conflicto social, cuáles son los efectos de esa comunicación en el público, cómo persuadir, cómo hacer propaganda o engañar a los receptores o cómo hacerle conocer la realidad.
En las manifestaciones de calle y en las declaraciones que los medios destacan sobre el conflicto bélico del momento predomina la demanda de “acciones más contundentes”. Confunden. ¿Quieren que se le eche más leña al fuego, que se intensifique la guerra?
Varios países, junto a organismos internacionales, estimulan el diálogo, buscan un acuerdo de paz. Es la única forma de finalizar. A pesar de la gente belicista, todo conflicto social, incluida una guerra, se resuelve por negociaciones.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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La guerra que sacude al mundo, a pesar de estar desarrollándose con tácticas del pasado, de ejército por tierra y cielo, tiene, como cualquier conflicto social en las últimas décadas, un aliado según el bando que se esté: la comunicación por las redes virtuales.
Ya no dependemos de los medios de comunicación tradicionales para informarnos. La prensa, la radio, la televisión pasaron a ser o estar demodé. Entre sus funciones hoy están el ampliar, profundizar, y en algunos casos, corregir la apresurada y, a veces, tergiversada información que corre por las redes virtuales.
La comunicación belicista se recrea con la guerra, haciendo de ese doloroso acontecimiento un espectáculo. Los telediarios transmiten reels de la guerra como si fuese una película de terror, algo entretenido. Pero ese terror no es ficción.
En estos días, algunos telediarios han alternado atroces imágenes de gente huyendo de las bombas y el hambre, de heridos y muertos de verdad con los cuerpos multicolores, danzantes, desbordantes de alegría durante el carnaval en otras ciudades. No hay que quitarle a la gente la posibilidad de divertirse mientras otra sufra. Cada quien vive a su manera y su momento pero la información tiene que ser respetuosa con quien sufre y con el público.
Durante la guerra, y en tiempos de paz también pero con menos énfasis, se dan dos actos comunicativos fundamentales: informar y persuadir. No son procesos excluyentes pero sí sus fines. Y, en un ambiente bélico, como el que vivimos, es importante diferenciar lo que es información, propaganda y una tercera forma muy en boga en estos tiempos: la desinformación.
La información trata de que la gente se entere de lo que está sucediendo a través de descripción de hechos, de datos confiables. Utiliza fuentes autorizadas. En la medida de lo posible, mantiene aquello que se llama “objetividad”, presentando los sucesos como acontecen, sin sesgos, sin comentarios tendenciosos.
La propaganda, también llamada la persuasión, trata de convencer a la gente sobre los postulados de uno de los bandos en conflicto. Defiende a una parcialidad y ataca a la otra. Se vale de cualquier argumento para descalificar al oponente. Es ideológica. Puede ignorar principios éticos con tal de convencer sobre lo que quiere. Por lo general, la propaganda se vale de imágenes que impresionen al público, que mueven emociones. Eso facilita la manipulación.
La llamada desinformación puede ser considerada una mezcla de información y propaganda. Parte con fines informativos pero ignora la veracidad, la confiabilidad del hecho y de la fuente. Lo que logra, aun sin que se lo proponga, es engañar y confundir a quien reciba esa información. Las redes virtuales, manejadas por quien quiera, son excelentes vías para la desinformación.
Una forma muy frecuente de desinformar es a través de bulos que circulan en las redes virtuales. Un bulo es información falsa presentada como cierta. Muy frecuentemente se apoya en imágenes que hacen creíble lo que se dice pero que, en la realidad, no pertenecen a ese hecho. Son mentiras prefabricadas.
No todo es muerte, lesiones y destrucción en la guerra. Paradójicamente, esa acción destructiva permite algunos logros. Es difícil hablar de logros entre tanto sufrimiento y pérdidas, pero es parte de lo que hace interesante este momento histórico.
Las guerras han servido, además de la conquista de objetivos o de liberación de pueblos y naciones, para el desarrollo de estrategias militares que pueden ser útiles en nuestra defensa en caso de futuros ataques, ha dado pautas para el desarrollo de tecnología, incluida, por supuesto, la de armamento. Las guerras producen grandes ganancias a las empresas que fabrican armas, así como a otras empresas que se nutren de los conflictos sociales, como las de comunicación.
Las guerras también han servido para el desarrollo de algunas ciencias. Cuesta reconocerlo, pero algunas de las grandes teorías de comunicación social desarrolladas en el siglo XX, muchas de las que nos han permitido explicar los hechos sociales en estos últimos 100 años, se crearon durante y después de las dos primeras guerras mundiales.
No se tome como una oda a la guerra pero a raíz de ella se ha aprendido mucho acerca de cómo nos comportamos los humanos, cómo se perciben los hechos, cómo, cuándo y qué comunicar durante un conflicto social, cuáles son los efectos de esa comunicación en el público, cómo persuadir, cómo hacer propaganda o engañar a los receptores o cómo hacerle conocer la realidad.
En las manifestaciones de calle y en las declaraciones que los medios destacan sobre el conflicto bélico del momento predomina la demanda de “acciones más contundentes”. Confunden. ¿Quieren que se le eche más leña al fuego, que se intensifique la guerra?
Varios países, junto a organismos internacionales, estimulan el diálogo, buscan un acuerdo de paz. Es la única forma de finalizar. A pesar de la gente belicista, todo conflicto social, incluida una guerra, se resuelve por negociaciones.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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