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Oscar Doval | @OscarDoval_
Ya buscamos las cartas del tarot, una bola de cristal, los abalorios de Walter Mercado, el velo de Adriana Azzi, el Pulpo del Mundial y a Mister Popo, para en un acto de prestidigitación, más que de análisis lógico, intentar dar unas pinceladas sobre lo que políticamente podría esperarnos para finales de este año y el 2021.
¡Claro que va! Aunque algunos abogados constitucionalistas, entre los que destaca Juan Rafalli, afirman que si no se celebran las elecciones el 6D o éstas no son reconocidas como legítimas, los ya fácticamente extintos AN y el autoproclamado Guaidó, podrían seguir existiendo como institución legislativa, la Constitución Nacional es meridianamente clara al respecto. La Asamblea Nacional, debe ser elegida cada 5 años, y la actual, vence el 5 de enero de 2021, cuando debe ser renovada con los 207 diputados electos el 6D.
Si bien la ONU y la UE no quisieron acompañar al gobierno como veedores para legitimar las elecciones parlamentarias, así como un chorro de países y multilaterales del mundo, no reconocen a Maduro ni a ninguno de los poderes públicos conexos como legítimos. La “verdad verdadera” es que quien ostenta y ejerce el mando es el régimen oficialista. Nos guste o nos disguste.
Por qué entonces el gobierno suspendería o postergaría el 6D, pudiendo por fin fusionar los surrealistas tres congresos que conviven en Venezuela, además de permitir a Maduro “parapetear” una fachada de institucionalidad, que aguas adentro, para el propio chavismo es muy importante. Por otra parte, un congreso único, con mayoría chavista, da al régimen más “barajitas políticas”, cuando el espíritu de los tiempos y las voluntades, estén puestas sobre la mesa, para una negociación con la oposición nacional e importada.
El oficialismo arrasará en las elecciones por la falta de participación e invitación a la abstención de la mayoría opositora. Estamos nuevamente recurriendo a la fórmula gastada y disfuncional de 2005, que no sirvió para nada, sino para dar más aliento al chavismo de entonces. Por qué no usar la fórmula exitosa de 2015, cuando la oposición triunfó en las parlamentarias y generó una fuerza política inusitada, ganando y retomando espacios perdidos.
Aunque estos espacios sean secuestrados por el oficialismo, una oposición con cuerpo y líneas ideológicas claras, retoma y conquista territorios políticos una y otra vez, tantas veces como sean necesarias, tantos años, lustros o décadas, como sean requeridos.
Encontramos una explicación sencilla en la actitud de la oposición respecto al 6D. Está tan fragmentada y debilitada que no cuenta con la tracción para poder ganar las elecciones. Tan “troceada” está la oposición que pequeños partidos, gremios y candidatos independientes opositores, se “anotaron” en la lucha por curules el 6D.
El rojo cónclave político reinante ha dado más que claras señales de querer sentarse a negociar con la oposición en el último par de años. Esto no es ninguna muestra de debilidad del oficialismo, sino contrariamente, una vertical claridad sobre la importancia de buscar soluciones a la grave crisis económica que atraviesa el país. El gobierno tiene bastante claro que ¡amor con hambre no dura! Entre promesas y pescozones se puede prolongar un tanto la querencia, pero se le puede escapar de las manos de un momento a otro.
Por otra parte, la oposición, sin mayores acuerdos internos, no logra sostener una postura medianamente coherente para sentarse a negociar cambios progresivos que, ante todo, atiendan la agenda económica y humanitaria que diezma a nuestra población.
Lamentablemente, la mayoría opositora quiere sentarse a negociar con una irreal y casi pueril hoja de términos, en virtud de la cual Maduro abandone de una vez el poder, pase la batuta a las fuerza opositoras con la bendición de los gringos y, además los rojos actores políticos civiles y militares se entreguen a la justicia internacional. No hemos visto en ninguna capítulo de la historia contemporánea –en Narnia, no recuerdo– a un régimen autoritario y militarista que ceda así el poder.
¿Qué motivaciones o incentivos tiene el gobierno para ceder espacios políticos? Como ya mencionamos, lo único que podría empujar al gobierno a llegar a algún tipo de pacto con la oposición es la crisis económica, las sanciones financieras y el ostracismo internacional. Además, íntimamente relacionado con lo anterior, los cada vez más depauperados servicios públicos, electricidad, agua, gas, y la escasez de combustible, pueden ser un eventual detonante para el temido escenario de explosión social.
Según el Observatorio para la conflictividad social, las protestas se han incrementado de forma sustancial en número e intensidad, en los últimos meses, lo que apoya la tesis anterior.
Los incentivos que ofrecemos al oficialismo son sanciones individuales e institucionales, acusaciones internacionales de violación a los derechos humanos y otros delitos de lesa humanidad, amenazas contra la integridad física y psicológica y anulación de visas en el extranjero a los hijos, cónyuges y otros familiares de los actores oficialistas, expropiación de sus bienes y cárcel en el extranjero a los personeros del régimen.
De corazón, la oposición que ha empujado todo lo mencionado, perdió todos los tornillos, y los gringos detrás de ese grupo opositor, o son chavistas, o desconocen la venezolanidad, porque la oferta mencionada, sin duda incentiva al gobierno a que se quede por secula seculorum en el poder.
Durante el siglo XX y XXI, todos los países de América Latina, desde México a la Argentina, escuchemos bien, todos los países latinoamericanos sin excepción, han tenido regímenes autoritarios. Sólo en el siglo XX, nuestra golpeada patria vivió las salvajes dictaduras gomecista y perezjimenista y ahora, después de los 40 años de democracia macoyerista, llevamos viviendo más de 20 años de un gobierno que contó con un masivo apoyo popular durante su primera década y que sin ninguna intención de alternabilidad, ha ido secuestrando la institucionalidad.
La aplastante mayoría de las transiciones de dictaduras a democracias han tenido como ingredientes la participación futura de todas las facciones políticas en los diferentes espacios políticos, así como la condonación y escucha y acuerdos de coexistencia y convivencia. No obstante, algunas transiciones han sido pacíficas y otras violentas, con altos costos de vidas. Ojalá, cuando llegue el momento, los venezolanos decantemos por la vía pacífica.
El año entrante, a través del ojo de vidrio de las Grayas, vemos un escenario de estática continuidad política con un “pelín” de mejora económica no institucional. ¿Razones? Ya estamos en la quilla económica, con una contracción del PIB de casi el 90% desde el 2015, lo que hace difícil reventar más la economía. Además, la nueva Ley Anti-Bloqueo puede ser leída como una ley de inversiones extranjeras, con menor riesgo de sanciones y mayor seguridad jurídica para los inversionistas.
Así, capitales de riesgo foráneos y locales, atraídos por la reciente semiapertura a los mercados de Maduro, podrían comenzar a refrescar la economía nacional. El año que viene podríamos ver el país lleno de persas, árabes, asiáticos, europeos del este, algún occidental camuflado y muchos locales, haciendo pingües negocios en nuestro país, con privatizaciones de empresas públicas y nuevas concesiones estatales, lo que podría dar cierto aliento económico al gobierno nacional.
El escenario de una retrocesión a un régimen de corte, marxista, dogmático, estatizador, expropiador, al mejor estilo del ya old fashion Giordani, con el riesgo de mayor aplastamiento de ya moribunda economía nacional, lo vemos muy poco probable. La “peladera” es demasiado grande, y por ende, la pérdida de la base poblacional chavista resulta enorme, lo que resulta muy peligroso para la permanencia del régimen.
Por otra parte, un progreso institucional, donde la oposición y el gobierno se sientan y llegan a acuerdos, celebrando elecciones transparentes e inclusivas, lo vemos muy lejos. Salvo el recientemente resurrecto, Henrique Capriles, ningún otro líder opositor hasta el momento, ha dado muestras de entender que deben sentarse pacientemente en búsqueda de puntos comunes.
Ojalá esté equivocado, y la buena disposición que sigue mostrando el Grupo de Oslo, así como más recientemente la Unión Europea, conjuntamente con la Iglesia venezolana, y algunos gremios del empresariado venezolano, como Fedecamaras y Conapri tengan la fuerza para que comencemos a negociar prontamente.
La siguiente entrega trataremos de hacer un ejercicio de cartomancia sobre la economía del año entrante. Sacamos a orear el I Ching, las runas, los cuarzos, caracoles, estampitas y todo lo que pueda ayudar.
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