Wilmary tiene 21 años de edad y fue madre cuando era adolescente; pasó 3 años y ocho meses en una cárcel venezolana. El 7 de enero de este año, ella se dirigió a la sede de Cáritas de Venezuela en Los Teques a pedir ayuda. Su hija, una niña de seis años de edad, fue abusada por su pareja, por lo que decidió irse a vivir con la pequeña debajo de un puente en la avenida Panteón de Caracas, hasta que tocó esta puerta en los Altos Mirandinos.
Para la directora de la organización social, María José González, Wilmary es el rostro que evidencia la incapacidad del sistema penitenciario venezolano de reinsertar a los privados de libertad en la sociedad, pues queda demostrado que la joven madre se encuentra desasistida por el Estado en una situación precaria y con dificultades de conseguir trabajo por el estigma de ser una expresidiaria.
Estas palabras fueron parte de lo expuesto durante el foro organizado por la organización Una Ventana a la Libertad que tenía como centro mostrar la vulneración de los derechos humanos de las privadas de libertad.
Según González, durante los primeros años de trabajo de Cáritas en el Internado Nacional de Orientación Femenina (Inof), ubicado en Los Teques, registró que las mujeres eran recluidas por delitos de estafa y robo, y eventualmente homicidio. Asegura que ahora, la participación de la mujer en crímenes es mayor y que 70% de las detenidas en ese centro penitenciario llegan por delitos asociados a su pareja.
En este internado judicial existen actualmente 786 mujeres recluidas en un espacio diseñado para albergar solo a 200.
Mujeres solas
Semanalmente, las entradas de las cárceles se abarrotan con largas filas de mujeres, madres, hermanas y esposas de los detenidos, que esperan un turno para ingresar. Mujeres y no hombres, porque en 80% de los recintos carcelarios del país no permiten el ingreso de padres, hermanos, tíos o parejas de las reclusas.
Las visitantes pasan por requisas que trasgreden la diginidad humana y, en la mayoría de los casos, culminan un largo trayecto de horas, debido a que el sitio de reclusión está alejado de sus lugares de residencia.
Son ellas las que, además, velan porque sus familiares internos cuenten con las medicinas, alimentos y artículos de aseo personal que necesitan. También por que el proceso judicial se cumpla según la ley.
En el caso de las mujeres detenidas, esto no es así. “Son escasos los hombres que visitan a sus parejas (esposas legales o en unión libre), que les llevan sus cosas, que van al tribunal para hacer los trámites de la causa. Las mujeres quedan solas en las cárceles, porque incluso las madres suelen acompañar más a sus hijos privados de libertad que a sus hijas”, mencionó la directora de Cáritas-Los Teques.
Precisó que incluso los hijos de las detenidas en Venezuela son abandonados por los abuelos y/o las familias de ellos, por lo que la fundación se encarga de darles cobijo durante su primera etapa de vida.

Abstinencia obligada
Carlos Nieto Palma, director de Una Ventana a la Libertad, recordó que en Venezuela hay cerca de 500 espacios para detenidos, pero la mayoría de ellos no tienen estructura con condiciones para garantizar los derechos de las mujeres.
“Están mezcladas con la población masculina e incluso con adolescentes. En las comandancias policiales, las mujeres salen embarazadas mientras están detenidas y ellas mismas no saben si el bebé es de un policía o de otro recluso”, manifestó.
La experiencia de 20 años en el área penitenciaria le ha permitido a Nieto Palma determinar que mientras que en las cárceles masculinas se permite la visita conyugal con mayor facilidad, en los recintos penitenciarios femeninos la lista de requisitos es larga, por lo que las parejas terminan abandonando a las reclusas.
“El venusterio o cámara reservada ya no existe en las cárceles, lo que hay son unas sábanas que sirven de pared. El derecho a la intimidad es necesario, porque es un momento de compartir con el compañero de vida, con quien te puede dar amor. Es una necesidad física y espiritual que no es cubierta para los privados de libertad en Venezuela”, dijo Alcahalis Morales, defensora de los derechos humanos y actual secretaria general de la Universidad José María Vargas.
Día de la Mujer en las cárceles
La presidenta de la Federación Venezolana de Abogadas, Sofía Sgambatti, informó que de los 100 mil presos que hay en el país, 15 mil son mujeres. De este número, 7 mil están en comandancias policiales, lugares de detención preventiva que no están creadas para mantener a una persona por más de 72 horas.
“En las cárceles, celebran el Día de la Mujer con violación de sus derechos fundamentales“, sentenció la abogada con larga trayectoria en el sistema de justicia del país.
Refirió el caso de dos detenidas que se encontraban esposadas en un pasillo de la Policía de Guaicaipuro (Miranda), quienes quedaron embarazadas durante su reclusión. También mencionó que en las celdas de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de El Valle (Distrito Libertador), las reclusas deben hacer turnos para dormir en una colchoneta.
“Venezuela ingresó al tercer milenio sin centros de reeducación reales”, culminó Sgambatti su intervención en el foro que tuvo lugar en la Universidad José María Vargas.
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