«Este es el 1 de mayo más oscuro que hemos tenido en Venezuela», dice Carlos Salazar

LA HUMANIDAD · 1 MAYO, 2020 11:13

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Isabella Reimí │@isabellareimi

Foto por Mairet Chourio

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Este año, los trabajadores públicos venezolanos vuelven a conmemorar su día con más motivos de lucha que objetos de celebración. El coordinador de la Coalición Sindical Nacional (CSN), Carlos Salazar, reflexionó que a pesar de las movilizaciones los trabajadores, fracasaron en su meta de alcanzar un salario digno.

“Es el 1 de mayo más oscuro que hemos tenido en toda la vida”, sintetizó el sindicalista en una entrevista para Efecto Cocuyo.

Este viernes entra en vigencia el nuevo salario mínimo que anunció el ministro de Trabajo de la administración de Nicolás Maduro, Eduardo Piñate.

Ahora, los trabajadores del Estado venezolano ganarán un salario base de 400 mil bolívares, dependiendo de su rango y jerarquía, y otros 400 mil más por el bono de alimentación.

Aunque el salario se elevó en un 62,5% con respecto a los 250 mil bolívares que ganaban los trabajadores desde enero de este año, el nuevo monto, que equivale a 2,06 dólares (de acuerdo al cambio oficial) está lejos de los 400 dólares que la CSN empezó a exigir para el sector público desde julio de 2019.

El salario es insuficiente para costear la canasta básica familiar, que de acuerdo al Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas) se situó en 19. 156.000 bolívares en marzo (o 236 dólares al cambio del momento).

Ni siquiera podrían adquirir los 27 productos alimentarios esenciales que fueron regulados por el gobierno el pasado 27 de abril, que tienen un valor aproximado de 15 millones de bolívares (o 77 dólares al cambio de este 1 de mayo).

Además, la CSN calificó esta última medida de “precios acordados” como “otra gran mentira que puede traer una escasez mayor que la del 2016 y 2017”, dijo Salazar.

Año de agitaciones “a una cuadra de Miraflores”

Al evaluar su sueldo, Carlos Salazar concluyó que “no podemos darles victoria a los pequeños aumentos” en 2019 y 2020, “pero hemos causado agitación y la lucha comienza a dar giros inesperados”.

El 2019 el país rompió récord en el número de protestas registradas con un total de 16.739 manifestaciones, la cifra más alta en los últimos nueve años. De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social la mayoría de las protestas (58%) se caracterizó por la exigencia de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

En específico el Ovcs contabilizó 4.756 acciones de trabajadores para exigir mejoras salariales.

La lucha empezó hace un año, otro 1 de mayo, en la capital del país con manifestaciones del sector público en La Hoyada, en el núcleo ministerial, “para acostumbrar al gobierno a que íbamos a protestar en nuestra zona de trabajo, aunque no nos lo permitieran”, comentó Salazar.

Luego en julio “empezó a tomar mayor fervor con la participación de jubilados”. Ese mes las protestas “se transformaron en una gran agenda” que inició en una marcha desde la Plaza Miranda hasta la Vicepresidencia de La República.

“En agosto los trabajadores del metro tomaron La Hoyada; luego el 16 de septiembre la primera protesta de educación que dio pie a tres paros de docentes; el 26 de septiembre fue la marcha de las togas con el sector tribunalicio; el 4 de octubre el sector universitario protestó; y el 8 de octubre, día internacional del trabajo decente incluimos al sector salud y empezaron los ciclos fuertes de protesta”, enumeró.

Siempre estuvimos a una cuadra de Miraflores y el gobierno ha contrarrestado las luchas generando los bonos de la patria. Dicen que son un gobierno obrerista, pero es mentira, se siguen apropiando empresas, desmantelando el sector productivo y acallando a sus dirigentes”, dijo el sindicalista.

La antipolítica y la caída

Salazar contó que la movilización sindical, hoy paralizada por la pandemia, empezó a nublarse cuando las protestas políticas coincidieron con las laborales, en un período en el que la oposición venezolana, liderada por el presidente de la Asamblea Nacional (AN) Juan Guaidó, perdía popularidad.

Esto inició en septiembre cuando la AN concedió un derecho de palabra a los educadores para que denunciaran la precaria situación de sus planteles. Después Guaidó empezó a convocar marchas “para reactivar la calle” en los mismos días que los trabajadores habían citado a protestar.

“Hubo una pequeña merma ahí porque (la oposición) se quería atribuir las protestas del sector laboral, eso generó confusión y un retraso en la agenda”, reflexionó.

Los primeros en recular fueron un pequeño grupo de trabajadores chavistas que se habían unido con el propósito de alcanzar un salario digno y hacer cumplir sus exigencias laborales.

Los sindicalistas aseguran que para que se cumpla esa meta debe haber un cambio estructural en la gobernanza y la gestión de políticas públicas, pero, aunque muchos de ellos apoyan la renuncia del mandatario Nicolás Maduro, no respaldan a la oposición.

“La idea de tomar la presidencia era una propuesta política, pero no partidista. Eran los actores políticos los que tenían que apoyar el movimiento sindical y no al revés”, insistió.

De igual forma consideran que en el Parlamento la lucha tuvo efectos. La CSN celebró cuando la AN aprobó el bono de 100 dólares mensuales para el sector de salud mientras transcurría la pandemia.

Fue fruto de la lucha. Guaidó quiso participar porque vio de cerca las protestas, y vio a los obreros y al personal administrativo”, contestó, aunque criticó que la plataforma Héroes de la Patria pidiera una constancia de trabajo emitida por el Estado, cuando los sindicalistas cuentan con una base de datos.

Contenidos por el COVID-19, pero con propósito claro

Carlos Salazar considera que la pandemia contuvo a la lucha sindical y las protestas como las del 1 de mayo.

Esperaban que el 2020 fuera el año de “empoderar al movimiento sindical y terminar lo que no se hizo el año pasado” por el partidismo político. En ese sentido dijo que “el gobierno tomó un gran oxígeno en una olla de presión”.

También recordó que la central bolivariana hizo un esfuerzo muy grande por paralizar las protestas amenazando a los sindicalistas. Tildó a esa organización como “totalmente esclava del gobierno”.

Lo que causaba mayor temor al chavismo, según Salazar, no era la visibilización de la pobreza de los trabajadores públicos, sino que sus dirigentes sindicales denunciaran las precarias condiciones de las empresas del Estado, venidas a menos.

A pesar de ello, aseguró que el estallido social está cerca. “Vino un momento donde pones en la balanza la dignidad del trabajador ¿llevo de comer a mi casa o sigo recibiendo líneas partidistas?”

Después de plantear esta interrogante se respondió a si mismo lo siguiente: “Los trabajadores no podemos pagar una crisis que generó la corrupción. Para producir un cambio en el país tiene que venir un cambio laboral primero, y eso detona de un cambio de gobierno”.

Este 1 de mayo en el mundo las protestas reivindicativas y movilizaciones de calle sufren un alto por el confinamiento general ante la pandemia del nuevo coronavirus.

LA HUMANIDAD · 1 MAYO, 2020

«Este es el 1 de mayo más oscuro que hemos tenido en Venezuela», dice Carlos Salazar

Texto por Isabella Reimí │@isabellareimi
Foto por Mairet Chourio

Este año, los trabajadores públicos venezolanos vuelven a conmemorar su día con más motivos de lucha que objetos de celebración. El coordinador de la Coalición Sindical Nacional (CSN), Carlos Salazar, reflexionó que a pesar de las movilizaciones los trabajadores, fracasaron en su meta de alcanzar un salario digno.

“Es el 1 de mayo más oscuro que hemos tenido en toda la vida”, sintetizó el sindicalista en una entrevista para Efecto Cocuyo.

Este viernes entra en vigencia el nuevo salario mínimo que anunció el ministro de Trabajo de la administración de Nicolás Maduro, Eduardo Piñate.

Ahora, los trabajadores del Estado venezolano ganarán un salario base de 400 mil bolívares, dependiendo de su rango y jerarquía, y otros 400 mil más por el bono de alimentación.

Aunque el salario se elevó en un 62,5% con respecto a los 250 mil bolívares que ganaban los trabajadores desde enero de este año, el nuevo monto, que equivale a 2,06 dólares (de acuerdo al cambio oficial) está lejos de los 400 dólares que la CSN empezó a exigir para el sector público desde julio de 2019.

El salario es insuficiente para costear la canasta básica familiar, que de acuerdo al Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas) se situó en 19. 156.000 bolívares en marzo (o 236 dólares al cambio del momento).

Ni siquiera podrían adquirir los 27 productos alimentarios esenciales que fueron regulados por el gobierno el pasado 27 de abril, que tienen un valor aproximado de 15 millones de bolívares (o 77 dólares al cambio de este 1 de mayo).

Además, la CSN calificó esta última medida de “precios acordados” como “otra gran mentira que puede traer una escasez mayor que la del 2016 y 2017”, dijo Salazar.

Año de agitaciones “a una cuadra de Miraflores”

Al evaluar su sueldo, Carlos Salazar concluyó que “no podemos darles victoria a los pequeños aumentos” en 2019 y 2020, “pero hemos causado agitación y la lucha comienza a dar giros inesperados”.

El 2019 el país rompió récord en el número de protestas registradas con un total de 16.739 manifestaciones, la cifra más alta en los últimos nueve años. De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social la mayoría de las protestas (58%) se caracterizó por la exigencia de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

En específico el Ovcs contabilizó 4.756 acciones de trabajadores para exigir mejoras salariales.

La lucha empezó hace un año, otro 1 de mayo, en la capital del país con manifestaciones del sector público en La Hoyada, en el núcleo ministerial, “para acostumbrar al gobierno a que íbamos a protestar en nuestra zona de trabajo, aunque no nos lo permitieran”, comentó Salazar.

Luego en julio “empezó a tomar mayor fervor con la participación de jubilados”. Ese mes las protestas “se transformaron en una gran agenda” que inició en una marcha desde la Plaza Miranda hasta la Vicepresidencia de La República.

“En agosto los trabajadores del metro tomaron La Hoyada; luego el 16 de septiembre la primera protesta de educación que dio pie a tres paros de docentes; el 26 de septiembre fue la marcha de las togas con el sector tribunalicio; el 4 de octubre el sector universitario protestó; y el 8 de octubre, día internacional del trabajo decente incluimos al sector salud y empezaron los ciclos fuertes de protesta”, enumeró.

Siempre estuvimos a una cuadra de Miraflores y el gobierno ha contrarrestado las luchas generando los bonos de la patria. Dicen que son un gobierno obrerista, pero es mentira, se siguen apropiando empresas, desmantelando el sector productivo y acallando a sus dirigentes”, dijo el sindicalista.

La antipolítica y la caída

Salazar contó que la movilización sindical, hoy paralizada por la pandemia, empezó a nublarse cuando las protestas políticas coincidieron con las laborales, en un período en el que la oposición venezolana, liderada por el presidente de la Asamblea Nacional (AN) Juan Guaidó, perdía popularidad.

Esto inició en septiembre cuando la AN concedió un derecho de palabra a los educadores para que denunciaran la precaria situación de sus planteles. Después Guaidó empezó a convocar marchas “para reactivar la calle” en los mismos días que los trabajadores habían citado a protestar.

“Hubo una pequeña merma ahí porque (la oposición) se quería atribuir las protestas del sector laboral, eso generó confusión y un retraso en la agenda”, reflexionó.

Los primeros en recular fueron un pequeño grupo de trabajadores chavistas que se habían unido con el propósito de alcanzar un salario digno y hacer cumplir sus exigencias laborales.

Los sindicalistas aseguran que para que se cumpla esa meta debe haber un cambio estructural en la gobernanza y la gestión de políticas públicas, pero, aunque muchos de ellos apoyan la renuncia del mandatario Nicolás Maduro, no respaldan a la oposición.

“La idea de tomar la presidencia era una propuesta política, pero no partidista. Eran los actores políticos los que tenían que apoyar el movimiento sindical y no al revés”, insistió.

De igual forma consideran que en el Parlamento la lucha tuvo efectos. La CSN celebró cuando la AN aprobó el bono de 100 dólares mensuales para el sector de salud mientras transcurría la pandemia.

Fue fruto de la lucha. Guaidó quiso participar porque vio de cerca las protestas, y vio a los obreros y al personal administrativo”, contestó, aunque criticó que la plataforma Héroes de la Patria pidiera una constancia de trabajo emitida por el Estado, cuando los sindicalistas cuentan con una base de datos.

Contenidos por el COVID-19, pero con propósito claro

Carlos Salazar considera que la pandemia contuvo a la lucha sindical y las protestas como las del 1 de mayo.

Esperaban que el 2020 fuera el año de “empoderar al movimiento sindical y terminar lo que no se hizo el año pasado” por el partidismo político. En ese sentido dijo que “el gobierno tomó un gran oxígeno en una olla de presión”.

También recordó que la central bolivariana hizo un esfuerzo muy grande por paralizar las protestas amenazando a los sindicalistas. Tildó a esa organización como “totalmente esclava del gobierno”.

Lo que causaba mayor temor al chavismo, según Salazar, no era la visibilización de la pobreza de los trabajadores públicos, sino que sus dirigentes sindicales denunciaran las precarias condiciones de las empresas del Estado, venidas a menos.

A pesar de ello, aseguró que el estallido social está cerca. “Vino un momento donde pones en la balanza la dignidad del trabajador ¿llevo de comer a mi casa o sigo recibiendo líneas partidistas?”

Después de plantear esta interrogante se respondió a si mismo lo siguiente: “Los trabajadores no podemos pagar una crisis que generó la corrupción. Para producir un cambio en el país tiene que venir un cambio laboral primero, y eso detona de un cambio de gobierno”.

Este 1 de mayo en el mundo las protestas reivindicativas y movilizaciones de calle sufren un alto por el confinamiento general ante la pandemia del nuevo coronavirus.

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