"En la tarde doy clases, en las mañana cargo agua", varguenses tienen hasta cuatro años sin agua
"En la tarde doy clases, en las mañana cargo agua", varguenses tienen hasta cuatro años sin agua Credit: Reynaldo Mozo

Hasta cuatro años sin agua. Todos los martes, jueves, sábados y domingos por la mañana, Niurka Romero va junto a su familia a cargar bidones de agua potable a la parte alta del sector Quebrada de Germán, en La Guaira, Desde hace tres meses no reciben el servicio por tubería en su casa.

Romero es maestra de primaria en un colegio en La Guaira, pero por las medidas de distanciamiento físico por la pandemia del COVID-19  ahora imparte clases online.

"En la tarde doy clases, en las mañana cargo agua", varguenses tienen hasta cuatro años sin agua

La falta de agua no solo cambió su rutina como docente, sino también la de su hogar, ubicado en la parte alta del barrio Gavilán. “En la tarde imparto mis clases como maestra. Las mañanas las ocupo únicamente para buscar agua. Acá venimos mis hijos, mi esposo y yo, cargamos toda la familia”, cuenta Romero mientras llena un recipiente de casi 20 litros.

La hacienda Virgen de Coromoto es el punto donde Romero, junto a otros habitantes de las parroquias Maiquetía, La Guaira y Macuto, va a abastecerse de agua potable tras el corte del servicio hace tres meses.

"En la tarde doy clases, en las mañana cargo agua", varguenses tienen hasta cuatro años sin agua

Desde las 3 de la  madrugada, al menos 300 personas hacen largas filas para llenar sus bidones. En la hacienda los encargados cobran 5.000 bolívares por cada bidón, aunque hacen excepciones para quienes no tienen dinero.

Distribuye el agua en la comunidad

Desde que Alberto Sanz empezó a notar la falla de agua en las diferentes zonas de La Guaira instaló dos mangueras para surtir del líquido a sus vecinos de las zonas altas del barrio Quebrada de Germán, donde no llegan  cisternas.

Con ese sistema rudimentario sumnistra agua directamente a los tanques de 150 familias del barrio, que pagan 20 mil bolívares  cada una por el servicio.  Con el dinero, Sanz, exguardaparques, puede tratar el agua que les envía. “El tratamiento que le doy al agua cuesta 50 dólares. También se debe clorificar, mientras  haya más salida de agua se le hace mayor mantenimiento. Se lleva un control para que el agua sea cristalina y tenga buen sabor”, cuenta Sanz.

"En la tarde doy clases, en las mañana cargo agua", varguenses tienen hasta cuatro años sin agua

El agua que llega a la hacienda Virgen de Coromoto proviene de un manantial subterráneo. Sanz acondicionó el pozo para que no se evapore. Por las noches el manantial llena los tanques de la hacienda con capacidad para 30 mil litros de agua, que posteriormente comercializa a sus vecinos.

“Mis tanques eran utilizados para la parte agrícola de mi hacienda, pero debido a la escasez de agua se las doy a mis vecinos. Por la sequía he parado la producción, las matas se me han secado porque no las he podido regar; prefiero ponerle el agua a las personas que la vienen a buscar porque no tienen”.

Sanz lleva un registro en un papel de las 150 familias que surte, además tiene una rutina agotadora para mantener en funcionamiento su servicio de agua. “Yo me levanto a las 4:00 am, es ahora un trabajo fuerte para mí porque la gente empieza a llegar desde las 3:00 am. A esa hora, lleno los tanques y empiezo a repartir el agua a la gente”.

"En la tarde doy clases, en las mañana cargo agua", varguenses tienen hasta cuatro años sin agua

Sanz denunció que los miembros de los consejos comunales de la zona les han enviado en tres ocasiones a funcionarios de seguridad del Estado, para obligarlo a entregar la hacienda. “Este terreno es de mi propiedad. Tengo los papeles en mis manos.  Yo he construido esto con mis propias manos y no me lo van a quitar, yo ayudo a la gente y cobro muy barato porque sé que muchos no tienen dinero y cobro solo porque debo mantener el agua limpia”, asegura.

Los niños cargan agua

En las afueras de la hacienda también los niños hacen filas para poder llevar el agua que el gobierno no les suministra a sus hogares. Algunos llegan con sus padres, otros caminan kilómetros para llevar unos bidones de agua.

“Muchos llegan con sus perolitos pequeños, no traen dinero para la colaboración pero aún así yo les doy el agua, es inhumano no ayudarlos”, dice Alberto Sanz.

Vargas

El equipo de Efecto Cocuyo se mantuvo en el lugar durante más de cuatro horas y  fue testigo de cómo al menos diez niños llegaban con garrafas de cinco litros a buscar agua, todos sin compañía de algún representante.

“Aquí tú ves eso todos los días, los chamitos vienen y hacen hasta cinco viajes diariamente. A mí me da tristeza verlos cargando agua en vez de estar estudiando o jugando”, comenta un hombre que esperaba su turno para llenar las pimpinas.

Vargas

Fallas estructurales

La última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) revela que en Venezuela el derecho a los servicios más básicos, como el agua, ha sido vulnerado a los ciudadanos. El estudio presentado en el año 2018 indica que los hogares que recibían agua todos los días disminuyeron de 45 % a 29 %.

Vargas

“Hidrocapital como ente debe prestar un mejor servicio para la colectividad. Debe hacer un buen mantenimiento a las plantas y enviar agua aunque sea una vez a la semana a cada sector”, exige la educadora Niurka Romero.

Recientemente, para paliar la grave escasez del servicio, en 188 municipios del país, la administración de Nicolás Maduro incorporó  252 camiones “supercisternas”, en el marco del  Plan Nacional de Abastecimiento de Agua.

El ministro Néstor Reverol señaló que en una primera fase estos vehículos, que cargan 30 mil litros de agua cada uno, surtirán las zonas de Caracas y Miranda. Sin embargo, estas cisternas también han abastecido zonas residenciales de Vargas, por órdenes de Jorge Luis García Carneiro, gobernador de la entidad.

“Esos camiones no pueden subir a los cerros”, opina Romero.

Vargas

Sin descanso

Pedro Celis, enfermero del hospital José María Vargas de La Guaira, es una de las 300 personas que va diariamente en busca del líquido a la hacienda Virgen de Coromoto, a tres kilómetros de su hogar en el El Guamacho.

Cumple esta rutina en vez de aprovechar los días libres de su trabajo. Tras la consolidación de la pandemia del COVID-19, la situación en el hospital  se ha vuelto más exigente. “Dejo de dormir y descansar en mis días libres por estar cargando agua. Por ejemplo, ayer salí de la guardia en la noche, llegué a mi casa y me paré a las 4 am para poder hacer la cola y empezar a cargar mi agua”, explica.

En un día, hace seis viajes para poder llenar sus pipotes. “Desde hace tres meses no le llega agua por tuberías a su casa”.

El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (Ovcs) revela que en abril se documentaron 158 protestas en rechazo a las fallas en el servicio de agua potable en Venezuela. “El agua es un servicio vital para cualquier persona y necesario para frenar la propagación del COVID-19. Sin embargo, en Venezuela es uno de los derechos más vulnerados”, dice la ONG en su estudio.

La falta de agua es tan grave en el estado que lugareños van a abastecerse a las fuentes públicas. Este 21 de mayo Efecto Cocuyo pudo constatar cómo un grupo de personas llenaba bidones de agua de la fuente ubicada  en la parada de autobuses de El Pachao, a una cuadra de la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi) La Guaira, y a menos de 500 metros de la gobernación del estado.

Hasta cuatro años sin agua

“Todos los días vengo a cargar agua las veces que sean necesarias porque la falta de agua nos tiene mal. Yo cargo de 10 a 15 bidones diarios y esto cansa porque la distancia es lejana”, dice Yolver Echarri, un joven de 27 años, trabajador de una empresa en el Puerto de La Guaira.

Tiene cuatro años cargando bidones de agua porque en su residencia, y otras tres casas más de Gavilán, las tuberías están secas desde esa fecha. “Son cuatro casas a las que nunca, nunca, les llega el agua. Lo hemos reportado a las autoridades, hemos llamado y nunca nos atienden”, se lamenta.

Mañana agua potable vargas

Cargar agua se ha convertido en la rutina de Echarri durante casi un lustro. “Yo salgo de trabajar y vengo a cargar agua”, expresa. Trabaja por turnos de 12 horas en el Puerto de La Guaira. Cuando tiene días libre debe caminar para buscar el servicio básico.

“Ya mi cervical está dañada, ni siquiera para una inyección tengo. Con 27 años me siento como si tuviera 80”.

Cuando Yerges Quezada se presenta al equipo de Efecto Cocuyo dice: “Yo soy uno de los constantes”.

El hombre trabaja en un ente público del Estado y tiene cuatro años sin agua. Acude desde entonces a la hacienda porque a su casa, ubicada en El Guamacho, no le llega el servicio básico desde esa fecha.

Mañana agua potable vargas

“A mi casa nunca llega el agua por tuberías. Esta es la única forma que tenemos de llevar agua para la casa”, expresa Quezada, quien además se coloca un palo de madera en los hombros para poder llevar dos bidones en un solo viaje.

Hago 10 viajes diarios con guindas (madera en el hombro) para poder surtir mi casa. Yo vivo con mi esposa, mamá y abuela y los días que tengo libre vengo a cargar agua y ahora más por la cuestión de la pandemia”, detalla.

A pesar de las medidas de cuarentena para frenar la propagación del coronavirus, muchos varguenses salen todos los días con bidones sobre los hombros. “Sería un sueño volver a tener agua por el chorro”, concluye.

Mañana agua potable vargas
</div>