El convento de las madres Siervas de Jesús, una casa colonial de ladrillos rojos ubicada en la esquina Luneta (parroquia Altagracia), es el único sitio de Caracas donde hacen hostias. La mañana del viernes 29 de mayo  las plantas del patio interno aún escurrían el chaparrón que las bañó toda la noche. Cinco religiosas de hábitos blancos estaban arrodilladas, en silencio, en una capilla discreta que hay en el lugar. Desde la recepción  se puede ver la puerta del salón donde otras monjas fabrican lo que será el cuerpo de Cristo.

Allí dentro, sobre planchas ardientes colocan la mezcla que previamente preparan con agua filtrada y harina de trigo. “Cinco o seis minutos y listo. Es el tiempo necesario para que no quede ni cruda ni quemada. Luego se pone a reposar en un paño y después se cortan”, explica una monja que prefiere no ser identificada. Ella, dice, no puede declarar porque la superiora no se encuentra en el convento.  “Quizá salió a buscar harina para que pueda seguir la producción. Es que cada vez cuesta más conseguir la materia prima.  Pero aquí se sigue trabajando. La misericordia del Señor es grande. A veces hay padres que nos traen un saco, o la madre consigue por ahí, la cosa es que la tiene que pagar más cara. El Señor provee”.

Antes -hasta hace apenas un año- todo era distinto. A las puertas de esa casa de tres plantas, cada tanto les llegaban cuatro o cinco sacos de harina directo de la fábrica. Eso les permitía trabajar con tranquilidad. “Pero resulta que esa empresa quebró”.

Ellas no son las únicas productoras de hostias  que se enfrentan a la escasez. Por ejemplo, la hermana María Orminda, miembro de la congregación de las Hermanas Siervas del Santísimo –que atiende la demanda de la mayoría de las iglesias del estado Lara- declaró al diario El Impulso en marzo de este año que la situación le preocupaba. “Afortunadamente recibimos donaciones. Así reunimos lo necesario para que se puedan seguir haciéndose. Pero agradecería se multiplicaran esas ayudas pronto (…)”.

Más caro

Un saco de harina de trigo, de 24 kilos, les dura a las madres Sirvas de Jesús aproximadamente 3 días. “Yo estimo que a diario se hacen acá 50 mil hostias”, dice la monja consultada. Se excusa por no manejar el dato preciso, y se apura a decir: “Lo que sí sé que es que por todo esto hemos tenido que aumentar el precio de las hostias. Porque usted sabe, la harina hay que pagarla, todo está muy caro”.

En el convento de las madres Siervas de Jesús, vendían una caja de mil hostias  a Bs 50. Eso fue hasta hace un año y medio: de Bs 50 pasó a Bs 75, luego a Bs 100, después a Bs 150. Ahora está en Bs 200.

La situación no es nueva. En 2013 las declaraciones  del Monseñor Baltazar Porras, obispo de Mérida,  a una agencia internacional causaron asombro: “Las monjas que elaboran las hostias tienen enormes dificultades para conseguir la harina de trigo”, dijo entonces. Y advirtió que había insumos para dos o tres meses.
La mayoría de los templos caraqueños se surten en la casa de las madres Siervas de Jesús. También hacen envíos a otros estados como Táchira, Miranda y  Vargas. Lo que elaboran las productoras de hostias es de suma importancia para los oficios religiosos católicos. Un dato puede ilustrar cuál es la demanda en el país: de acuerdo con un estudio de 2014 del Centro de Investigaciones Pew Reserch Center – con sede en Washington- 10% de los católicos venezolanos (73% del total de la población) asiste semanalmente a misas.

En esas celebraciones el sacerdote,  a través de una oración, convierte el pan –las hostias- y el vino en el cuerpo y sangre de Cristo, respectivamente. Es decir, sin el trabajo de las productoras de hostias no puede haber misas. “Hay colaboraciones, pero necesitamos más porque la demanda es mucha y no se puede parar la elaboración de algo tan significativo para la iglesia católica”, expresó la monja María Orminda a El Impulso.

Porras lo dijo en sus declaraciones de 2013: “De no haber elementos para oficiar la misa, tendremos que disminuir la celebración de eucaristías, lo cual sería realmente fatal”.

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Foto cortesía: El Impulso

“Estamos usando las ofrendas”

En la Capilla San Pedro de la Catedral de Caracas, en el centro de la ciudad, adquirieron hace tres semanas 2 millones de hostias pequeñas (que distribuyen entre la feligresía) y 50 grandes.

La compra la hizo Manuel Da Silva, ministro de comunión de esa iglesia. Gastó Bs 500. Dice que, “aunque no es una cifra altísima”,  hace un año y medio ese pedido le hubiese costado Bs 150. “¿Qué en este país no está caro? Estamos usando lo que dan en las ofrendas para eso”.

En ese templo se realizan cuatro misas los domingos y una los demás días de la semana. En cada celebración se usa una hostia grande. El consumo de las pequeñas dependerá de la feligresía.

En la Basílica de Santa Teresa  compran el producto en San Cristóbal (Táchira). El  que se encarga de eso, Carlos Pérez, también compró recientemente 15 mil hostias (allí dan tres misas  de lunes a sábado y los domingos cinco). “El precio está variando porque allá están comprando la materia prima en Cúcuta, Colombia”. Una caja de mil unidades le está costando Bs 1.400. Hace un año le costaba Bs 850. En 2007 gastaba Bs 200.

El vino, el otro ingrediente de la eucaristía, también está más caro. “La caja trae 12 botellas y está costando Bs 1. 500. Hace no mucho salía en Bs 240”, explica Da Silva.

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1 comentario

  1. Sin duda alguna, esto nos lanzará a ser y hacer una Iglesia creativa en nuestros simbolismos, para que aún faltando el pan y el vino, la gente siga evidenciando a Cristo encarnado entre nosotros… Confío en que esto cambiará, pero mientras eso pasa, no nos preocupemos por que falten las hostias o el vino de consagrar, siempre tendremos a Cristo por encima de todas las cosas, siempre y y en todo lugar…

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