Esa cantidad absurda de cadenas que pasan por WhatsApp, desde que empezó la cuarentena por la COVID-19, tiene una razón. Se llama infodemia y es lo que tiene trabajando a decenas de fact-checkers a escala mundial.
La creación de supuestas vacunas en Cuba o Egipto; las recomendaciones sobre remedios para prevenir o combatir la COVID-19 con plantas medicinales, agua caliente, gárgaras, infusiones, nebulizaciones y antibióticos no probados o los textos infinitos sobre el presunto origen de la pandemia, forman parte de este fenómeno.
Según el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, la infodemia obstaculiza “las medidas de contención del brote, propagando pánico y confusión de forma innecesaria y generando división en un momento en el que necesitamos ser solidarios”.
El impacto de la infodemia puede variar mucho, desde generar de preocupación hasta promover acciones contraproducentes para la salud. Para muestra, lo ocurrido en Estados Unidos, donde se reportaron decenas de intoxicaciones luego de que el presidente Donald Trump dijera que “el desinfectante acabaría con el coronavirus en un minuto”, según reporte del diario El Tiempo. Pero ¿de qué va esto y cómo podemos ayudar? A continuación, las claves para entender la infodemia:
Definiciones
El buscador de dudas gramaticales Fundéu entiende la Infodemia (citando a la OMS) como la sobreabundancia de información, que puede o no ser rigurosa y dificulta que las personas puedan encontrar recursos confiables cuando los necesitan.
El Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés) se acoge a la palabra desinfodemia para nombrar a las “falsedades que circulan durante la pandemia”. Detallan que la desinfodemia acostumbra a esconder mentiras en medio de información verdadera y se transmite en formatos que son familiares para los usuarios de plataformas digitales.
La Red Internacional de Fact-checking (IFCN, por sus siglas en inglés) prefiere utilizar el término infodemia.
Esta organización le ha hecho seguimiento a la ola de desinformación durante la pandemia. Su base de datos mundial de chequeos (de la que Efecto Cocuyo forma parte) contiene más de 3.500 notas hechas por más de 100 fact-checkers de más de 70 países. La mayoría se hizo entre los meses de febrero y abril. En este último mes se duplicó la cantidad de chequeos publicados en los meses anteriores.
Cada organización de chequeo también tiene su manera particular de medir el impacto de la pandemia en sus redacciones. Desde el la aparición de la COVID-19, la Unidad de Verificación de Datos y Fact-checking de Efecto Cocuyo ha hecho más de 50 notas sólo de la enfermedad respiratoria.
Cómo reconocer la infodemia
El Instituto Poynter analizó la base de datos mundial del IFCN para sacar las características más importantes de este fenómeno. A la fecha, se han podido identificar tres olas de desinformación que se agrupan de la siguiente manera: mentiras sobre el origen del virus, cómo se contagia la enfermedad, curas y vías de prevención; grupos religiosos y políticos.
A su vez, cada una de estas olas está compuesta de temas mucho más específicos: factores de riesgo, síntomas, medicamentos, hospitales, vacunas, material médico, comidas, animales y más.
El ICFJ detectó otros temas: estadísticas falsas o engañosas, impacto económico, social o en el medio ambiente; desacreditaciones a periodistas o medios creíbles, contenidos para robar datos personales o desinformación que involucra celebridades.
Según la organización, los formatos en los que se propaga la desinformación buscan mover la conciencia de las personas a través de sus creencias, sentimientos, prejuicios, posición política y necesidad de encontrar una explicación a lo que vive el mundo. Los formatos más comunes son textos (o cadenas), imágenes, videos, memes, audios o falsos sitios web.
Las recomendaciones para evitar darle más fuerza a la infodemia son muy similares a las que se pueden emplear para reducir la propagación de desinformación.
Sin embargo, en esta cuarentena mundial, estos consejos son clave para disminuir los niveles de preocupación y ayudar a los sistemas de salud a contener la pandemia.
Evitemos ser cómplices
?Si buscas información sobre COVID-19, ve a las fuentes oficiales nacionales e internacionales antes que a los chats de WhatsApp. Puedes consultar los portales de la OMS y de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. La OMS incluso tiene una sección en la que recopiló mitos y mentiras sobre la enfermedad.
?Ten en cuenta que no todo lo que lees es cierto, especialmente si viene de las redes sociales o las plataformas de mensajería. Es común, sobre todo para las personas que no están familiarizadas con el ecosistema digital, pensar que si una información está en la web, es porque debe ser cierta. Lee con escepticismo.
?Las emociones son una de las guías más contundentes al momento de detectar desinformación. Si un contenido te genera preocupación, ansiedad, pánico, molestia o indignación, es posible que no sea cierto y que debas contrastar lo que aparece allí con otras fuentes.
?Sé selectivo al momento de elegir dónde informarte. Desconfía de los portales de noticias que ofrezcan información muy corta o poco rigurosa. Es importante que el texto diga qué sucedió, dónde y cuándo, quién o quiénes están involucrados, cómo ocurrió y, si es posible, por qué. El contexto y las fuentes son esenciales para comprender cualquier hecho que esté en la agenda noticiosa.
?Si no tienes tiempo de verificar alguna cadena o contenido extraño, puedes solicitar un chequeo a través de los canales de comunicación de los medios que se dedican al fact-checking. Puedes contactarnos a chequea@efectococuyo.com o buscar si ya ha sido verificado en la base de datos mundial de la IFCN o en su versión en español.