Víctimas del hambre: desnutrición infantil ha cobrado tres vidas

SALUD · 26 AGOSTO, 2016 18:45

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Mariel Lozada | @marielozadab


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En Venezuela se empezó a registrar una terrible lista: la de los niños que mueren por hambre. El primero fue Kennedy, con discapacidad auditiva y con trastornos de crecimiento, que falleció el 21 de julio en la comunidad Brisas del Sur, en el estado Bolívar.

Según el informe de autopsia, una asfixia mecánica por unos parásitos intestinales fue la causa de que el corazón de Kennedy, que solo tenía 14 años, se detuviera. Detrás de ese diagnóstico hay otro, mucho más fácil de entender: Kennedy tenía hambre.

El caso fue reflejado por el Correo del Caroní, periódico regional bolivarense, que también dio a conocer la historia de Aketzali González.

Aketzali apenas había cumplido 7 meses cuando, el lunes 22 de agosto, cerró sus ojitos para no abrirlos más. Una desnutrición con deshidratación severa se había llevado su vida. Su cuerpo quedó con la piel reseca, opaca y con hematomas, como evidencia del sufrimiento que pasó.

“Cuando comenzó a botar algo por la nariz, pensé que era el juguito o la vitamina que le maduraba esa gripe, pero, o sea, tenía un olorcito feo y no se me ocurrió traerla. Dicen que era una bacteria que agarró y que recogió allí por la desnutrición. Lo que pasa es que ella nunca quiso la teta y la leche la rechaza”, dijo la madre de la bebé, de apenas 17 años, al periódico bolivarense.

El sábado 20, solo dos días antes de la muerte de Aketzali, Royer Machado dijo adiós en el sector Las Trinitarias de Maracaibo, para demostrar que la crisis llega a todos los extremos del país. De acuerdo con la versión policial, la causa de la muerte fue una desnutrición severa. El niño tenía tres días sin comer.

Pablo Hernández, nutricionista de la Fundación Bengoa, explicó que estos casos son solo la punta de un iceberg que oculta algo grave: por cada niño que se atiende (o fallece) por desnutrición crónica, hay unos 20 niños desnutridos en su comunidad. «No se ven porque están en sus casas y no en tratamiento, pero también presentan desnutrición».

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), la principal causa de la desnutrición es la pobreza extrema. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó justamente este 26 de agosto que que para el primer semestre de 2015, un 9,3% de los hogares venezolanos se encontraban en pobreza extrema: 683.370.

Mientras que la pobreza se ubicó en un 33,1 %, que se traduce como la situación dentro de la que viven 2.434.035 familias en ese periodo.

Las cifras de la Encuesta Condiciones de Vida (Encovi) 2015 son más alarmantes. Según sus cuentas, un 20,5% de la población sufren de pobreza crónica. Es decir, unos seis millones y medios de venezolanos, de acuerdo con la proyección de población del INE.

Bengoa también recogió cifras que reflejan la crisis: de acuerdo a sus datos, la desnutrición en 2016 ha aumentado 11% respecto a la cifra de 2013. Guiándose por esos datos, se obtiene que un 23% no está correctamente nutrido. La cifra asciende a 27% cuando se habla de zonas rurales.

Aunque generalmente las madres desconocen que el mal que padecen sus pequeños es desnutrición, sus síntomas hacen que los lleven a consulta, y así pasan a engrosar las estadísticas. Nada más en el Hospital de Niños José Manuel de los Ríos, se registraron 31 pequeños con desnutrición grave en los primeros cinco meses de 2016. Entre 2013 y 2015, en el mismo ente se habían registrado 30.

La situación empeora porque, como explicó el doctor Hernández, en los hospitales públicos no hay recursos para atenderlos. «Darles fórmulas lácteas es absolutamente necesario. Ellos necesitan proteínas, carbohidratos, grasas, y eso es una buena fuente. La leche materna es recomendada, pero en estos casos hay que complementarla», dijo el galeno.

El drama de las fórmulas no es solo en el J. M.; una encuesta, realizada por la organización Médicos por la Salud, reveló que en 63,64% de los hospitales a nivel nacional no hay formulas lácteas para los niños que la ameritan. Solo el 1.82% de los hospitales de la encuesta -86 en todo el país- admitió tener un buen inventario de fórmulas.

Hernández explicó que un niño desnutrido puede tardar un mes en salir del riesgo de muerte por desnutrición, pero el desconocimiento o los ambientes en los que se crían pueden empeorar la situación. «Salen de hospitalización y pasan a control, y cuando los traen a la próxima cita, ves que vienen con menos peso del que salieron», dijo el galeno.

A un niño mal alimentado le toma unos seis meses pasar a engrosar la lista de desnutridos crónicos. «Se puede ver como poco, pero para un niño eso es demasiado tiempo. Que una mujer embarazada no esté bien alimentada durante más de la mitad de su gestación conlleva cosas terribles, eso es un niño que ya nace desnutrido«, señaló.

Las consecuencias de esto son graves, tanto las nutricionales como las sociales.

«Esta generación de venezolanos que está pasando esta situación de escasez, seguramente se va a enfermar más que sus generaciones anteriores», había señalado Hernández en un comunicado emitido por el Observatorio Venezolano de Salud (OVS) con fecha de 11 de julio de este año. En el documento, Hernández señaló que incluso hay riesgos de que esta generación muera antes que los padres, producto del desequilibro en la salud.

En conversación telefónica con Efecto Cocuyo, Hernández añadió que los niños de esta generación tendrán bajo peso y baja estatura. «Un niño que no tiene las calorías necesarias pierde estatura, porque el cuerpo trata de compensarlo de esta manera».

El problema también se refleja a nivel social, porque un niño que no está bien alimentado tampoco tiene un buen desarrollo. «Presentan problemas de memoria, de aprendizaje. Son niños que crecen en una situación y en un ambiente que no les favorece».

Registro de niños fallecidos por hambre este año:

Foto de portada: Clavel Rangel/Correo del Caroní

SALUD · 26 AGOSTO, 2016

Víctimas del hambre: desnutrición infantil ha cobrado tres vidas

Texto por Mariel Lozada | @marielozadab

En Venezuela se empezó a registrar una terrible lista: la de los niños que mueren por hambre. El primero fue Kennedy, con discapacidad auditiva y con trastornos de crecimiento, que falleció el 21 de julio en la comunidad Brisas del Sur, en el estado Bolívar.

Según el informe de autopsia, una asfixia mecánica por unos parásitos intestinales fue la causa de que el corazón de Kennedy, que solo tenía 14 años, se detuviera. Detrás de ese diagnóstico hay otro, mucho más fácil de entender: Kennedy tenía hambre.

El caso fue reflejado por el Correo del Caroní, periódico regional bolivarense, que también dio a conocer la historia de Aketzali González.

Aketzali apenas había cumplido 7 meses cuando, el lunes 22 de agosto, cerró sus ojitos para no abrirlos más. Una desnutrición con deshidratación severa se había llevado su vida. Su cuerpo quedó con la piel reseca, opaca y con hematomas, como evidencia del sufrimiento que pasó.

“Cuando comenzó a botar algo por la nariz, pensé que era el juguito o la vitamina que le maduraba esa gripe, pero, o sea, tenía un olorcito feo y no se me ocurrió traerla. Dicen que era una bacteria que agarró y que recogió allí por la desnutrición. Lo que pasa es que ella nunca quiso la teta y la leche la rechaza”, dijo la madre de la bebé, de apenas 17 años, al periódico bolivarense.

El sábado 20, solo dos días antes de la muerte de Aketzali, Royer Machado dijo adiós en el sector Las Trinitarias de Maracaibo, para demostrar que la crisis llega a todos los extremos del país. De acuerdo con la versión policial, la causa de la muerte fue una desnutrición severa. El niño tenía tres días sin comer.

Pablo Hernández, nutricionista de la Fundación Bengoa, explicó que estos casos son solo la punta de un iceberg que oculta algo grave: por cada niño que se atiende (o fallece) por desnutrición crónica, hay unos 20 niños desnutridos en su comunidad. «No se ven porque están en sus casas y no en tratamiento, pero también presentan desnutrición».

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), la principal causa de la desnutrición es la pobreza extrema. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó justamente este 26 de agosto que que para el primer semestre de 2015, un 9,3% de los hogares venezolanos se encontraban en pobreza extrema: 683.370.

Mientras que la pobreza se ubicó en un 33,1 %, que se traduce como la situación dentro de la que viven 2.434.035 familias en ese periodo.

Las cifras de la Encuesta Condiciones de Vida (Encovi) 2015 son más alarmantes. Según sus cuentas, un 20,5% de la población sufren de pobreza crónica. Es decir, unos seis millones y medios de venezolanos, de acuerdo con la proyección de población del INE.

Bengoa también recogió cifras que reflejan la crisis: de acuerdo a sus datos, la desnutrición en 2016 ha aumentado 11% respecto a la cifra de 2013. Guiándose por esos datos, se obtiene que un 23% no está correctamente nutrido. La cifra asciende a 27% cuando se habla de zonas rurales.

Aunque generalmente las madres desconocen que el mal que padecen sus pequeños es desnutrición, sus síntomas hacen que los lleven a consulta, y así pasan a engrosar las estadísticas. Nada más en el Hospital de Niños José Manuel de los Ríos, se registraron 31 pequeños con desnutrición grave en los primeros cinco meses de 2016. Entre 2013 y 2015, en el mismo ente se habían registrado 30.

La situación empeora porque, como explicó el doctor Hernández, en los hospitales públicos no hay recursos para atenderlos. «Darles fórmulas lácteas es absolutamente necesario. Ellos necesitan proteínas, carbohidratos, grasas, y eso es una buena fuente. La leche materna es recomendada, pero en estos casos hay que complementarla», dijo el galeno.

El drama de las fórmulas no es solo en el J. M.; una encuesta, realizada por la organización Médicos por la Salud, reveló que en 63,64% de los hospitales a nivel nacional no hay formulas lácteas para los niños que la ameritan. Solo el 1.82% de los hospitales de la encuesta -86 en todo el país- admitió tener un buen inventario de fórmulas.

Hernández explicó que un niño desnutrido puede tardar un mes en salir del riesgo de muerte por desnutrición, pero el desconocimiento o los ambientes en los que se crían pueden empeorar la situación. «Salen de hospitalización y pasan a control, y cuando los traen a la próxima cita, ves que vienen con menos peso del que salieron», dijo el galeno.

A un niño mal alimentado le toma unos seis meses pasar a engrosar la lista de desnutridos crónicos. «Se puede ver como poco, pero para un niño eso es demasiado tiempo. Que una mujer embarazada no esté bien alimentada durante más de la mitad de su gestación conlleva cosas terribles, eso es un niño que ya nace desnutrido«, señaló.

Las consecuencias de esto son graves, tanto las nutricionales como las sociales.

«Esta generación de venezolanos que está pasando esta situación de escasez, seguramente se va a enfermar más que sus generaciones anteriores», había señalado Hernández en un comunicado emitido por el Observatorio Venezolano de Salud (OVS) con fecha de 11 de julio de este año. En el documento, Hernández señaló que incluso hay riesgos de que esta generación muera antes que los padres, producto del desequilibro en la salud.

En conversación telefónica con Efecto Cocuyo, Hernández añadió que los niños de esta generación tendrán bajo peso y baja estatura. «Un niño que no tiene las calorías necesarias pierde estatura, porque el cuerpo trata de compensarlo de esta manera».

El problema también se refleja a nivel social, porque un niño que no está bien alimentado tampoco tiene un buen desarrollo. «Presentan problemas de memoria, de aprendizaje. Son niños que crecen en una situación y en un ambiente que no les favorece».

Registro de niños fallecidos por hambre este año:

Foto de portada: Clavel Rangel/Correo del Caroní

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