La malaria, enfermedad potencialmente mortal transmitida por mosquitos del género Anopheles, ha repuntado en el territorio venezolano, y esta vez con un agravante: no hay medicinas para su tratamiento. Las últimas cifras del Ministerio de Salud (de julio del año pasado) dan cuenta de 63.732 casos para los primeros siete meses de 2015, lo que ya representaba un incremento de 56,8% respecto del periodo homólogo de 2014. Y, según los investigadores, las cifras de este año son muchísima más altas: 148.670 casos autóctonos se han registrado en lo que va de 2016.
Estas cifras fueron ofrecidas por el exministro de Salud, José Félix Oletta, miembro de la Sociedad Venezolana de Salud Pública y de la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, quien las calificó de “oficiales, pero no divulgadas”. Según Oletta, la proyección de casos para este año es de 348.285, lo que significaría que se multiplicó 11,65 veces respecto de los casos registrados en 2000: 29.000. Y, dentro de esta proyección, están 2.333 mujeres embarazadas.
La enfermedad ya ha dicho presente en 16 entidades y en 78 municipios del país, pero su foco sigue siendo el municipio Sifontes, en el estado Bolívar, la zona minera. Precisamente por esto, las etnias indígenas constituyen una de las poblaciones más vulnerables: están regadas en los estados fronterizos y, como en el resto del país, tampoco cuentan con medidas preventivas.
La malaria en la frontera también ha causado varios casos exportados a los países vecinos: en Guyana, 197 de los casos de malaria son importados de Venezuela. En Colombia, esta cifra es de 432 y en Brasil de 2.100.
La enfermedad, cuyos primeros síntomas son fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y vómitos, ha sido erradicada en seis países de los 21 en los que se registra en el continente, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS utiliza para Venezuela datos de 2014, el último año donde el Ministerio publicó cifras completas. Ya ahí denunciaban un aumento de 205%.

Tampoco hay medicamentos para tratarla. Primaquina y cloroquina son los principales. El segundo era producido por el Servicio de Elaboraciones Farmacéuticas (Sefar), pero desde hace año y medio la producción está parada, denunció Oletta. “Y estos no son medicamentos cualquiera, son medicamentos esenciales”, dijo.
El doctor también denunció que los medicamentos de estados no tan afectados están siendo trasladados, de urgencia, a estados donde se registra el mayor número de casos, como Zulia y Bolívar.
El pedido de los tratamientos para 2016 se hizo de forma tardía, según denunció el médico. No será hasta noviembre que llegue, este período de dos meses será crítico: si no se toman medidas, la Sociedad Médica anticipa un aumento de mortalidad y morbilidad. “Si el inventario no está en cero, está muy cercano”, comentó Oletta.
En la presentación estaban representantes del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el Instituto de Medicina Tropical de la UCV, la Academia Nacional de Medicina, la Red Venezolana de Sociedades Científicas Médicas de Venezuela, la Sociedad Venezolana de Salud Pública, la Sociedad Venezolana de Infectología, la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, la Sociedad Venezolana de Parasitología, la Asociación para el Progreso de la Investigación Universitaria (APIU) y el Observatorio Venezolano de la Salud (OVS).
Todas las instituciones proponen coordinar fuerzas para que, aliadas con el Estado y organizaciones internacionales, se puede hallar una solución al problema. Presentarán una carta pública que será entregada a la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud y otras 60 o 70 organizaciones más, además de ministros de Salud de todo el continente, exponiendo la situación.
Foto: passporthealthglobal.com