Normas de Comunicación de Brotes Epidémicos de la Organización Mundial de la Salud, existentes desde el 2004. Con el brote de difteria, el Gobierno no ha cumplido ninguno. El cumplimiento de estas normas no solo denota un buen manejo comunicacional: también puede salvar vidas. Por ejemplo, la segunda norma (anuncios tempranos) sirve para evitar información errónea, evitar rumores y alertar a las personas afectadas y reduce al mínimo la amenaza que supone una enfermedad infecciosa. “Cuanto más tiempo tarden los funcionarios en dar la información, tanto más alarmante le parecerá al público cuando finalmente se divulgue, sobre todo si la da a conocer una fuente externa”. En el caso de la difteria, el primer caso se registró en abril, de acuerdo a documentos del Ministerio de Salud que se han hecho públicos y testimonios de los doctores. La enfermedad no se hizo de dominio público hasta el 18 de septiembre, cuando la Red Defendamos la Epidemiología y la Sociedad Venezolana de Salud Pública denunciaron la muerte de tres niños con síntomas típicos de difteria. No fue hasta el 26 de septiembre, 8 días después, cuando una fuente oficial se pronunció; el gobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez, confirmó 13 casos. La ministra de Salud Luisana Melo -máxima autoridad en el tema- llegó a la entidad el 2 de octubre, seis días después de las declaraciones de Rangel Gómez y 14 días después del comunicado de las ONG. Todavía, a esta fecha, no se ha pronunciado. Otra de las normas es la transparencia; es decir, proporcionar información oportuna y completa sobre el riesgo real o potencial que el brote representa, así como su control. En el brote de difteria no solo la información llegó tarde: los voceros oficiales no se apegaron a una versión única y tenían diferencias en el discurso. La primera denuncia de los medios hablaba de cinco niños fallecidos. La cifra subió hasta 17 y luego diputados -como José Manuel Olivares, de la comisión de Salud de la Asamblea Nacional– denunciaron que iban 22. El Gobierno todavía no habla de muertos ni da números de casos. Sin embargo, medios regionales que siguen la línea editorial gubernamental hablaron de 13 casos, de los cuales cinco habrían sido mortales. No obstante, sí empezó una jornada intensiva de vacunación, que, según sus cifras, ha atendido a más de 9 mil personas. “Acciones emprendidas luego de que en el estado se conociera la presencia de difteria en pocos habitantes en los municipios del sur”, se puede leer en una nota de prensa de la Gobernación. Teodardo Porras, secretario general del Gobierno regional, aseguró en una entrevista que no había ni uno y que se trataba, en cambio, de alguna enfermedad infectocontagiosa, según reportó el medio regional Correo del Caroní. Luego, el gobernador Rangel Gómez, quien ya había confirmado los casos, aseguró que “científicamente no se ha comprobado ningún caso de difteria”. “La transparencia deberá caracterizar la relación entre los gestores del brote, la ciudadanía y los socios, habida cuenta de que fomenta el mejoramiento de los procesos de recopilación de información, evaluación de riesgos y toma de decisiones asociados con el control del brote epidémico“, dicen las normas. La quinta norma (escuchar al pueblo) es, quizás, la menos respetada por el Gobierno. Desde que las ONG denunciaron los primeros casos, empezaron los rumores en la población bolivarense. Se preguntan dónde vacunarse, cómo protegerse, cuántos casos hay. Ninguna de sus preguntas tiene respuestas.  Si bien se han organizado operativos de vacunación, la poca información al respecto hace que las colas sean largas y empiecen en la madrugada.

“Así como se murió mi niño, ¿se van a tener que morir otros? ¿Por qué esto no lo sacaron a la luz pública si se murieron dos niños? ¿Por qué no lo dijeron? ¿Por qué tuvieron que esperar que mi hijo se muriera de difteria para que sacaran esto a la luz?”, madre de niño fallecido por Difteria (declaraciones al Correo del Caroní)

El canal más eficaz de comunicación entre el Gobierno y los ciudadanos podría ser las redes sociales, pero esto no es así: desde que empezó el brote, ningún funcionario se ha comunicado directamente con los ciudadanos. Preguntas sí tienen, por montón. “Si no se conoce la manera en que el público entiende y percibe un riesgo determinado, ni sus creencias y prácticas, cabe la posibilidad de que no se tomen las decisiones pertinentes ni se hagan los cambios de comportamiento necesarios para proteger la salud, además de que los trastornos sociales pueden ser más graves”, dice la OMS. La quinta norma es la planificación. La misma OMS dice al respecto; “la planificación es un principio importante, pero más importante aún es que se traduzca en la adopción de medidas“. Con las cifras de vacunación de DTP más bajas del país -apenas 42%- se evidencia el estado estaba abriéndole las puertas a la enfermedad, que aunque había sido erradicada hace 24 años, seguía tocando la puerta por la frontera con Brasil. Foto: Correo del Caroní]]>

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