Desnutrición aumentó 73% en niños menores de 5 años, alerta Cáritas de Venezuela
Según el último boletín de Cáritas de Venezuela, 49% de los casos de desnutrición detectados eran niños menores de 2 años | Foto: Mariana Souquett

Responder a la inseguridad alimentaria y a la desnutrición en Venezuela, dos de los principales problemas del país en los últimos años, requiere de un plan integral nacional de atención con un abordaje multidisciplinario, plantearon especialistas este jueves 24 de marzo.

Mejorar el acceso a los alimentos y a servicios públicos como el agua potable, la electricidad o el gas doméstico, garantizar combustible para trasladar los alimentos y proveer atención sanitaria oportuna y acompañamiento son algunas de las tareas a cumplir en el país, expusieron expertas en seguridad alimentaria y nutrición durante un foro del Observatorio Social Humanitario.

“Para abordar el problema nutricional no podemos solamente pensar en el impacto que tiene sobre el niño, el adulto y la mujer embarazada. Estamos en una situación compleja”, dijo la doctora Maritza Landaeta, investigadora e integrante de la directiva de la Fundación Bengoa.

Qué implica un plan integral contra la desnutrición

Según Landaeta, la aproximación a la desnutrición y la inseguridad alimentaria en Venezuela debe tomar en cuenta distintas variables, con énfasis en los determinantes sociales de la salud, como los factores económicos y ambientales, e inclusive en el impacto psicológico en los afectados. 

“Lo que necesitamos en el país es que se elabore un plan nacional de atención integral, que pueda atender todos los factores que se incluyen en esto y se prioricen las comunidades más afectadas”, añadió tras considerar que los recientes anuncios de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, mientras no se concreten, son “más propaganda que acciones”. 

Los problemas específicos

Yngrid Candela, investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela (Cendes-UCV), explicó que la inseguridad alimentaria se instauró y alcanzó “picos exorbitantes” en años específicos en el país por no contar con planes de atención efectivos e inmediatos para la población. 

“La inseguridad alimentaria comenzó por el deterioro de la calidad, ausencia o déficit de alimentos vitales como aquellos que aportan proteínas, vitaminas minerales, específicamente de origen animal”, expresó.

De acuerdo con un reciente informe de la Federación Internacional por los Derechos Humanos (Fidh) y la organización no gubernamental Provea, la inseguridad alimentaria en Venezuela también ha sido producto del incumplimiento del Estado de su responsabilidad de respetar, proteger y facilitar el acceso a alimentos, producto de la adopción de medidas que entorpecieron la compra y distribución de los mismos. 

“La Ley de precios justos, la Ley de abastecimiento soberano, las guías de movilización de dónde llevar la producción, todo esto favoreció fiscalizaciones abusivas, empresas y atentados contra las libertades económicas para el acceso a alimentos”, dijo Lissette González, coordinadora de investigación y difusión de Provea.  

Cuánto cuesta la canasta alimentaria

Con una canasta básica alimentaria superior a los 400 dólares, y un sueldo que recién aumentó al equivalente a 30 dólares, los venezolanos quedaron con menos posibilidad de acceso a una alimentación balanceada, saludable y amigable con el ambiente, explicó Maritza Landaeta.

A esta situación se sumaron la disminución de los programas de protección materno-infantil y la falta de gas, electricidad y agua potable.

La ausencia de agua potable en Venezuela incide en que incrementen las infecciones y, por ende, la desnutrición. Los cortes eléctricos dificultan la conservación de alimentos, mientras que la escasez de gas doméstico ha llevado a las comunidades a cocinar con leña, un factor que puede aumentar o agravar las enfermedades respiratorias, indicó la doctora Landaeta.

Además, la especialista destacó que la distribución de bolsas o cajas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) solo alcanza para que una familia coma el mínimo requerimiento calórico por cinco días, por lo cual son insuficientes para compensar el déficit nutricional. Y mientras más lejos esté la comunidad de las zonas urbanas, más compleja es la situación.  

“Fuimos a una comunidad en Yaracuy, donde dicen que (el Clap) llega cada dos meses, pero al mismo tiempo los niños tienen 10% de desnutrición aguda y el 40% de los niños de esa comunidad tenía retardo de crecimiento y las mujeres embarazadas tenían peso bajo”, añadió Landaeta. 

Consecuencias y propuestas

Samuel Díaz, director y cofundador de Nutriendo el Futuro, un comedor que busca cubrir la demanda calórica mínima diaria en una comunidad en El Hatillo, afirmó que es necesario empoderar a las comunidades con un modelo de corresponsabilidad. En el caso de su organización, han incorporado a las madres de los niños y niñas en la elaboración de alimentos, además de contar con tareas dirigidas.

Según Díaz, 61% de los niños y niñas evaluados por su programa en febrero de 2022 estaban en peso y talla para su edad. Sin embargo, para casi la mitad de los beneficiarios, la proteína que les da el comedor es la única que reciben en la semana.  

Estos programas son un paliativo, una curita ante la hemorragia de la emergencia humanitaria compleja, pero queremos cambiar mentalidades y que vean que si son apoyados y empoderados, las soluciones pueden venir de ellos mismos”, destacó. “Hay que enfocarnos en comunidades particulares, profundizar el impacto, la alimentación, educación y el empoderamiento comunitario”. 

Díaz resaltó que la desnutrición puede mermar el desarrollo físico y cognitivo de los niños y niñas de Venezuela, situación que en el futuro puede dificultar su ingreso al mercado laboral.

Por qué impacta en el futuro de los niños

Para la doctora Maritza Landaeta, de la Fundación Bengoa, el futuro de los niños dependerá de cuándo se inició el daño y cuánto tiempo duró, lo que puede afectar diversas funciones y el sistema endocrino, impactando su físico, desarrollo, integración e incluso personalidad.

La agresión de los primeros años, afirmó Landaeta, puede transformarse en enfermedades crónicas, más propensión a la diabetes y la obesidad. Según la experta, recibir afecto, estimulación y seguimiento también debe ser parte de cualquier recuperación nutricional. 

“Tenemos que ampliar el radio de acción a las personas, que no solamente de pan vive el hombre, sino que el problema nutricional conlleva una serie de variables que tenemos que incorporar en el diagnóstico y en la forma de abordaje. En la comunidad hay que entrelazarse con los ambulatorios, si existen, porque esos niños necesitan atención y control de crecimiento y desarrollo, y la madre embarazada necesita control de su embarazo”, añadió. 

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