Cuando los médicos del hospital J. M. de los Ríos, en Caracas, supieron que atenderían casos de COVID-19, de inmediato se organizaron para recibir a los nuevos pacientes. Diseñaron la estrategia, capacitaron al personal, elaboraron una ruta de movilización y pidieron servicios, medicamentos e insumos para trabajar. Tras poco más de un año y medio, ya han evaluado a más de 2.700 pacientes y ahora comparten su experiencia sobre la atención del COVID-19 en niños.
Este 18 y 19 de noviembre, la Comisión de Infecciones del hospital presentó sus principales hallazgos durante las Jornadas Científicas sobre COVID-19 en Pediatría. Estas son cinco claves sobre las lecciones aprendidas en el área COVID-19 del principal hospital pediátrico de Venezuela:
Entre abril y diciembre de 2020, atendieron a 460 pacientes pediátricos, además de 152 trabajadores de la salud. Del total de pacientes pediátricos, 227 se hospitalizaron y seis fallecieron, informó la coordinadora de la Comisión de Infecciones del hospital de niños, la infectóloga pediatra Lisbeth Aurenty.
Las estadísticas del área COVID-19 son preliminares, pues en muchas oportunidades seguían llegando pacientes, pero las personas encargadas de la recolección de datos estaban de permiso.
Para 2021, entre enero y octubre, evaluaron a 2.296 pacientes, de los cuales 1.874 se trataron de manera ambulatoria y 422 requirieron ser hospitalizados. En total, 11 de ellos fallecieron.
El mes con más pacientes evaluados en 2021 fue junio, con 330, de los cuales solo hospitalizaron 44, pero el mes con más pacientes hospitalizados fue octubre, con 80.
«El año pasado, no conocer la patología nos hizo que hospitalizáramos muchos pacientes. Este año hemos visto y evaluado muchos pacientes, pero hospitalizado pocos, y los que hemos hospitalizado han sido pacientes gravemente enfermos», explicó Aurenty al referirse a las cifras de manera proporcional.
Entre los hospitalizados, 68% no tenía ninguna enfermedad de base, mientras que 12,20% tenía asma; 3,1% tenía cardiopatías congénitas, 3% tenía desnutrición, 2,20% VIH y 1,10% enfermedad neurológica.
Los principales diagnósticos de ingreso para los niños con COVID-19 en el hospital fueron neumonía, neumonía complicada, síndrome inflamatorio multisistémico y diarrea asociada a COVID-19.
Sobre las complicaciones durante la estancia hospitalaria en el área COVID-19 del J. M. de los Ríos, 78,1% no presentó ninguna, mientras que 12,3% presentó síndrome inflamatorio multisistémico; 7,9% reportó alguna infección asociada a la atención en salud; 1,9% presentó síndrome de Kawasaki y 0,9% tuvo pericarditis.
Lourdes Morillo, infectóloga pediatra del J. M. de los Ríos, destacó que la tos seca y la dificultad para respirar son síntomas muy frecuentes del COVID-19 los niños, junto a manifestaciones en el sistema digestivo.
«La mayor parte de los niños presenta clínica respiratoria y/o gastrointestinal», explicó.
Fiebre, tos, dificultad respiratoria, diarrea, goteo nasal y rash generalizado (erupción), en ese orden, han sido las principales manifestaciones clínicas del COVID-19 en los pacientes del hospital de niños, informó la doctora Lisbeth Aurenty.
Juan Félix García, infectólogo pediatra y exjefe del servicio de Infectología, resaltó que el manejo del COVID-19 en pediatría se debe basar en las manifestaciones clínicas individuales y debe contar con un equipo multidisciplinario, ya que aunque la mayoría son casos asintomáticos, puede convertirse en una enfermedad «aparatosa y cara», con componentes pulmonares, hepáticos, renales, cutáneos, gastrointestinales o cardíacos.
¿Pero cuándo deben los padres y los médicos sospechar de COVID-19 en pediatría? García indicó que si un paciente tiene algún síntoma como fiebre, tos, dificultad respiratoria, diarrea, erupción, conjuntivitis o lesiones en la piel, deben considerar COVID-19.
«Con cualquiera de estos síntomas en pediatría, como médico tienes que hablar con los padres y decir ‘esto puede ser COVID-19’. El padre llama y dice que el niño tiene una gripecita y lo automedica, pero la automedicación realmente está dándole tiempo suficiente al niño para dispersar el virus», dijo. «El niño con COVID-19 sí puede manejarse en casa, pero con control médico estricto».
En el caso de la diarrea, explicó que antes de la pandemia la primera sospecha era rotavirus. Si esa no era la causa, investigaban malos hábitos higiénicos, enfermedades congénitas, parásitos, infección por Shigella o afectación de la digestión, pero tras la pandemia, el COVID-19 se ha vuelto una de las principales causas de diarrea en pacientes pediátricos.
El especialista también llamó a los pediatras a recordar que en Venezuela el COVID-19 coexiste con otras enfermedades como el dengue, la malaria y la tuberculosis, además de infecciones bacterianas.
«Cuando usted hace la historia clínica, no olvide que los copatógenos están por descartarse y hay copatógenos bacterianos», dijo.
Tras poco más de un año y medio de atención, identificaron que los pacientes pediátricos que fallecieron en el área COVID-19 del J. M. de los Ríos tenían en su mayoría entre 0 y 4 años (64,7% de los decesos), mientras que 29,5% tenían de 5 a 9 años y 5,8% tenían entre 10 y 14 años.
Según los datos preliminares, del total de fallecidos, 58,8% eran niñas y 41,2% eran niños, indicó Miguel Herrera, médico infectólogo, en su ponencia sobre mortalidad pediátrica y COVID-19.
Todos los fallecidos en el hospital tenían comorbilidades, otras enfermedades, principalmente desnutrición y una patología de base adicional, como desnutrición y cáncer o desnutrición y fibrosis quística.
Además, se estima que más del 40% tuvo alguna alteración neurológica: en las últimas semanas de octubre murieron dos pacientes que habían presentado alteraciones como convulsiones. Entre las afectaciones también resaltó el síndrome inflamatorio multisistémico relacionado con el COVID-19.
La infectóloga Lourdes Morillo resaltó que los principales factores de riesgo para desarrollar COVID-19 severo en niños son la inmunodepresión, cardiopatías, neumopatías crónicas, diabetes drepanocitosis, diabetes y malnutrición (obesidad y desnutrición).
Durante las jornadas científicas, los especialistas destacaron que una de las dificultades que encontraron para la atención es que muchos de sus pacientes nunca recibieron el resultado de su prueba diagnóstica de PCR, a cargo del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel (Inhrr), y tuvieron que ser tratados nexos epidemiológicos y síntomas.
De los fallecidos, solo tres recibieron el resultado positivo de su PCR, mientras que uno tuvo resultado positivo de su prueba serológica.
«Más del 80% no tenía PCR al momento de fallecimiento. Teníamos clínica y antecedentes de contacto, pero no teníamos PCR», dijo el experto.
Según la coordinadora de la Comisión de Infecciones, Lisbeth Aurenty, los niños, niñas y adolescentes se enferman principalmente de sus grupos familiares, pues todos pueden ser vulnerables a enfermarse si tienen algún familiar contagiado.
Juan Félix García, infectólogo pediatra, recordó que cuando empezó a hablarse de COVID-19, se mencionaba que era «una enfermedad de adultos», que su contagiosidad entre niños era muy baja. Sin embargo, desde el surgimiento de las variantes gamma y delta, aumentaron los casos y detectaron que ya no había factores de riesgo importantes para la presencia de la enfermedad y que cada vez era más frecuente en grupos familiares.
«La variante delta nos trajo más hacia la enfermedad pediátrica y más contagios, con una enfermedad cuya incubación era más corta. Es la variante que más estamos teniendo en Venezuela aunque hay cinco variantes», señaló.
Para Venezuela, aseguró que el aumento de casos de niños, niñas y adolescentes no para: en este segundo año de pandemia ha habido más casos pediátricos que en el año anterior, con más diagnósticos del síndrome inflamatorio multisistémico.
También expresó que es importante seguir entrenando a los niños para el correcto lavado de manos. Los niños mayores de 2 años además deben usar correctamente la mascarilla, mientras que lo más recomendable es que los niños menores de 2 años permanezcan en casa.
Juan Félix García, profesor de Pediatría de la Escuela Vargas de la Universidad Central de Venezuela, igualmente alertó sobre la importancia de no descuidar el cumplimiento de los esquemas rutinarios de inmunizaciones.
«Por las caídas de las consultas de los niños sanos estamos a las puertas del despertar de algún monstruo porque no estamos vacunando», advirtió.
También llamó a vacunar cada vez más contra COVID-19 a niños en edades más tempranas, a medida que la ciencia así lo indique. Prevé que la vacuna contra COVID-19 se incorporará más adelante a los programas de inmunización.
Monitoreo registra más de 15.000 muertes por infección respiratoria en Venezuela desde 2020
«Esperamos que sea el primero de muchos»: reanudan trasplantes renales de donante vivo en el J. M. de los Ríos
Inameh: Cielo despejado y altas temperaturas para este lunes 20 de marzo
Putin puede ser arrestado “inmediatamente” en un centenar de países, asegura Borrell
Cuando los médicos del hospital J. M. de los Ríos, en Caracas, supieron que atenderían casos de COVID-19, de inmediato se organizaron para recibir a los nuevos pacientes. Diseñaron la estrategia, capacitaron al personal, elaboraron una ruta de movilización y pidieron servicios, medicamentos e insumos para trabajar. Tras poco más de un año y medio, ya han evaluado a más de 2.700 pacientes y ahora comparten su experiencia sobre la atención del COVID-19 en niños.
Este 18 y 19 de noviembre, la Comisión de Infecciones del hospital presentó sus principales hallazgos durante las Jornadas Científicas sobre COVID-19 en Pediatría. Estas son cinco claves sobre las lecciones aprendidas en el área COVID-19 del principal hospital pediátrico de Venezuela:
Entre abril y diciembre de 2020, atendieron a 460 pacientes pediátricos, además de 152 trabajadores de la salud. Del total de pacientes pediátricos, 227 se hospitalizaron y seis fallecieron, informó la coordinadora de la Comisión de Infecciones del hospital de niños, la infectóloga pediatra Lisbeth Aurenty.
Las estadísticas del área COVID-19 son preliminares, pues en muchas oportunidades seguían llegando pacientes, pero las personas encargadas de la recolección de datos estaban de permiso.
Para 2021, entre enero y octubre, evaluaron a 2.296 pacientes, de los cuales 1.874 se trataron de manera ambulatoria y 422 requirieron ser hospitalizados. En total, 11 de ellos fallecieron.
El mes con más pacientes evaluados en 2021 fue junio, con 330, de los cuales solo hospitalizaron 44, pero el mes con más pacientes hospitalizados fue octubre, con 80.
«El año pasado, no conocer la patología nos hizo que hospitalizáramos muchos pacientes. Este año hemos visto y evaluado muchos pacientes, pero hospitalizado pocos, y los que hemos hospitalizado han sido pacientes gravemente enfermos», explicó Aurenty al referirse a las cifras de manera proporcional.
Entre los hospitalizados, 68% no tenía ninguna enfermedad de base, mientras que 12,20% tenía asma; 3,1% tenía cardiopatías congénitas, 3% tenía desnutrición, 2,20% VIH y 1,10% enfermedad neurológica.
Los principales diagnósticos de ingreso para los niños con COVID-19 en el hospital fueron neumonía, neumonía complicada, síndrome inflamatorio multisistémico y diarrea asociada a COVID-19.
Sobre las complicaciones durante la estancia hospitalaria en el área COVID-19 del J. M. de los Ríos, 78,1% no presentó ninguna, mientras que 12,3% presentó síndrome inflamatorio multisistémico; 7,9% reportó alguna infección asociada a la atención en salud; 1,9% presentó síndrome de Kawasaki y 0,9% tuvo pericarditis.
Lourdes Morillo, infectóloga pediatra del J. M. de los Ríos, destacó que la tos seca y la dificultad para respirar son síntomas muy frecuentes del COVID-19 los niños, junto a manifestaciones en el sistema digestivo.
«La mayor parte de los niños presenta clínica respiratoria y/o gastrointestinal», explicó.
Fiebre, tos, dificultad respiratoria, diarrea, goteo nasal y rash generalizado (erupción), en ese orden, han sido las principales manifestaciones clínicas del COVID-19 en los pacientes del hospital de niños, informó la doctora Lisbeth Aurenty.
Juan Félix García, infectólogo pediatra y exjefe del servicio de Infectología, resaltó que el manejo del COVID-19 en pediatría se debe basar en las manifestaciones clínicas individuales y debe contar con un equipo multidisciplinario, ya que aunque la mayoría son casos asintomáticos, puede convertirse en una enfermedad «aparatosa y cara», con componentes pulmonares, hepáticos, renales, cutáneos, gastrointestinales o cardíacos.
¿Pero cuándo deben los padres y los médicos sospechar de COVID-19 en pediatría? García indicó que si un paciente tiene algún síntoma como fiebre, tos, dificultad respiratoria, diarrea, erupción, conjuntivitis o lesiones en la piel, deben considerar COVID-19.
«Con cualquiera de estos síntomas en pediatría, como médico tienes que hablar con los padres y decir ‘esto puede ser COVID-19’. El padre llama y dice que el niño tiene una gripecita y lo automedica, pero la automedicación realmente está dándole tiempo suficiente al niño para dispersar el virus», dijo. «El niño con COVID-19 sí puede manejarse en casa, pero con control médico estricto».
En el caso de la diarrea, explicó que antes de la pandemia la primera sospecha era rotavirus. Si esa no era la causa, investigaban malos hábitos higiénicos, enfermedades congénitas, parásitos, infección por Shigella o afectación de la digestión, pero tras la pandemia, el COVID-19 se ha vuelto una de las principales causas de diarrea en pacientes pediátricos.
El especialista también llamó a los pediatras a recordar que en Venezuela el COVID-19 coexiste con otras enfermedades como el dengue, la malaria y la tuberculosis, además de infecciones bacterianas.
«Cuando usted hace la historia clínica, no olvide que los copatógenos están por descartarse y hay copatógenos bacterianos», dijo.
Tras poco más de un año y medio de atención, identificaron que los pacientes pediátricos que fallecieron en el área COVID-19 del J. M. de los Ríos tenían en su mayoría entre 0 y 4 años (64,7% de los decesos), mientras que 29,5% tenían de 5 a 9 años y 5,8% tenían entre 10 y 14 años.
Según los datos preliminares, del total de fallecidos, 58,8% eran niñas y 41,2% eran niños, indicó Miguel Herrera, médico infectólogo, en su ponencia sobre mortalidad pediátrica y COVID-19.
Todos los fallecidos en el hospital tenían comorbilidades, otras enfermedades, principalmente desnutrición y una patología de base adicional, como desnutrición y cáncer o desnutrición y fibrosis quística.
Además, se estima que más del 40% tuvo alguna alteración neurológica: en las últimas semanas de octubre murieron dos pacientes que habían presentado alteraciones como convulsiones. Entre las afectaciones también resaltó el síndrome inflamatorio multisistémico relacionado con el COVID-19.
La infectóloga Lourdes Morillo resaltó que los principales factores de riesgo para desarrollar COVID-19 severo en niños son la inmunodepresión, cardiopatías, neumopatías crónicas, diabetes drepanocitosis, diabetes y malnutrición (obesidad y desnutrición).
Durante las jornadas científicas, los especialistas destacaron que una de las dificultades que encontraron para la atención es que muchos de sus pacientes nunca recibieron el resultado de su prueba diagnóstica de PCR, a cargo del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel (Inhrr), y tuvieron que ser tratados nexos epidemiológicos y síntomas.
De los fallecidos, solo tres recibieron el resultado positivo de su PCR, mientras que uno tuvo resultado positivo de su prueba serológica.
«Más del 80% no tenía PCR al momento de fallecimiento. Teníamos clínica y antecedentes de contacto, pero no teníamos PCR», dijo el experto.
Según la coordinadora de la Comisión de Infecciones, Lisbeth Aurenty, los niños, niñas y adolescentes se enferman principalmente de sus grupos familiares, pues todos pueden ser vulnerables a enfermarse si tienen algún familiar contagiado.
Juan Félix García, infectólogo pediatra, recordó que cuando empezó a hablarse de COVID-19, se mencionaba que era «una enfermedad de adultos», que su contagiosidad entre niños era muy baja. Sin embargo, desde el surgimiento de las variantes gamma y delta, aumentaron los casos y detectaron que ya no había factores de riesgo importantes para la presencia de la enfermedad y que cada vez era más frecuente en grupos familiares.
«La variante delta nos trajo más hacia la enfermedad pediátrica y más contagios, con una enfermedad cuya incubación era más corta. Es la variante que más estamos teniendo en Venezuela aunque hay cinco variantes», señaló.
Para Venezuela, aseguró que el aumento de casos de niños, niñas y adolescentes no para: en este segundo año de pandemia ha habido más casos pediátricos que en el año anterior, con más diagnósticos del síndrome inflamatorio multisistémico.
También expresó que es importante seguir entrenando a los niños para el correcto lavado de manos. Los niños mayores de 2 años además deben usar correctamente la mascarilla, mientras que lo más recomendable es que los niños menores de 2 años permanezcan en casa.
Juan Félix García, profesor de Pediatría de la Escuela Vargas de la Universidad Central de Venezuela, igualmente alertó sobre la importancia de no descuidar el cumplimiento de los esquemas rutinarios de inmunizaciones.
«Por las caídas de las consultas de los niños sanos estamos a las puertas del despertar de algún monstruo porque no estamos vacunando», advirtió.
También llamó a vacunar cada vez más contra COVID-19 a niños en edades más tempranas, a medida que la ciencia así lo indique. Prevé que la vacuna contra COVID-19 se incorporará más adelante a los programas de inmunización.