Oposición “va en minusvalía” a la contienda electoral, señalan politólogos
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La oposición venezolana va a los comicios regionales y municipales en desventaja. Politólogos consultados destacan la baja coordinación estratégica que imposibilitó unificar las candidaturas, lo que fragmenta el voto opositor en estados como Miranda, Nueva Esparta y Táchira donde tenían más posibilidades de ganar.

Los adversarios de Nicolás Maduro van divididos a estas elecciones locales tras abstenerse en cuatro procesos electorales consecutivos que denunciaron como no competitivos ni democráticos: las elecciones de la Asamblea Constituyente en 2017, las municipales de 2017, las presidenciales en 2018 y las parlamentarias de 2020.

No obstante, la articulación y el respaldo popular que logre ganar la disidencia este año, puede convertirse en un saldo positivo de cara a la eventual convocatoria de un referendo revocatorio o de elecciones presidenciales en 2024, aunque los pronósticos apunten a una mayoría oficialista en alcaldías y gobernaciones.

Baja coordinación estratégica

“Es visible que la oposición va con baja coordinación estratégica como consecuencia de una decisión tardía (de participar). El mismo método de selección de las candidaturas no fue el más conveniente porque está demostrado en Venezuela, desde 2012 en adelante, que las primarias ayudan a que la oposición legitime sociopolíticamente a sus candidatos”, explica el politólogo John Magdaleno.

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) impuso las encuestas como mecanismo para la escogencia de sus abanderados. Pero esto, lejos de simplificar la unidad, profundizó las grietas en las filas opositoras, siendo la riña entre Carlos Ocariz y David Uzcátegui, en Miranda, el ejemplo más emblemático de esto.

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Los alcaldes opositores del Área Metropolitana sirvieron de mediadores en medio de la disputa de Ocariz y Uzcátegui

El director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), Benigno Alarcón, subraya que la oposición “va en una situación de minusvalía y muy dividida”.

“El partido de gobierno puede convertirse en una mayoría relativa por la fragmentación de la oposición. Hay 70 mil candidatos en total y, de esos, unos 3.082 son del Psuv y el resto de la oposición. Esto es una estrategia bien diseñada por parte del gobierno y lo que va a terminar pasando es que va a haber una enorme dispersión del voto que deje a la oposición con pérdidas importantes”.

El abogado, especialista en análisis político y manejo estratégico de conflictos, también señala que no hay equidad en el proceso electoral pues los principales partidos de oposición, como Acción Democrática o Primero Justicia, fueron intervenidos judicialmente.

“Músculo político”

En opinión de Magdaleno, tres variables servirán para medir el éxito o fracaso de la oposición en estos comicios, además del número de cargos que obtenga: “Hay que considerar si la elección contribuye a revitalizar el voto y las elecciones como una arena en la cual se puede dar la lucha en lo sucesivo contra el régimen autoritario; si la oposición construye una capacidad organizativa, especialmente en los estados donde pueda conquistar triunfos; y si su respaldo popular creció o no respecto a consultas anteriores”.

El director de la consultora Polity ve probable un escenario similar al de 2017. En este panorama los adversarios de Maduro obtendrían entre seis (en el mejor de los casos) o cuatro gobernaciones.  Zulia, Nueva Esparta y Lara entrarían en el cuadro que visualiza, si se toman en cuenta distintos estudios de opinión.

“Esta elección no es para plantearle dilemas estratégicos al poder, no es para detonar ninguna crisis en la coalición gobernante, es para retomar el camino electoral. La medida del éxito no va a ser solo el número de cargos sino si se logró revitalizar un mínimo de capacidad organizativa como para dar la pelea”, argumenta.

Tareas urgentes

Es poco lo que la oposición puede hacer para elevar el costo político al gobierno de Maduro en esta coyuntura, pero el politólogo enumera dos tareas urgentes que deben atender tras el 21 de noviembre:

“Elevarle los costos a un régimen autoritario, que viola garantías, supone organizarse socialmente para la protesta no violenta: esto requiere la construcción de un poderoso movimiento social de escala nacional para lo cual deben reclutar activistas sociales y políticos, debería aproximarse a tener un millón de activistas inscritos; hablo de un movimiento social, no de un partido, a partir del cual se organice y articule a sectores sociales”, propone.

La segunda acción, apunta Magdaleno, es la reconstrucción de la plataforma de la unidad opositora, “una versión mejorada de la Mesa de la Unidad Democrática”.

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El partido de la manito fue habilitado por el CNE para estos comicios (Foto: Efe) Credit: EFE

“Solo de esa forma, junto a las presiones internacionales, se puede plantear dilemas estratégicos al régimen de cara a una consulta nacional, bien sea un referendo o una elección presidencial. Tiene que haber tal nivel de organización como para que si al régimen se le ocurre hacer un fraude o alguna irregularidad, la movilización social y política le eleven el costo”, afirma.

El estudioso de las transiciones políticas hace referencia al caso de Serbia en tiempos de Slobodan Milosevic. Tras las elecciones presidenciales de 2000, Milosevic pierde, pero no admite los resultados y se mantiene en el poder, pero esto desata protestas masivas que incluyen la toma de centros de poder, como el Parlamento. La insurrección termina con la caída del régimen.

Abstención será clave

“Creo que la misma oposición se elevó el costo político. Lo que queda es repensar y reorganizar después de este proceso electoral”, agrega Alarcón.

El profesor también ve posible que la oposición obtenga entre cuatro y cinco gobernaciones, pero aclara que, al ser elecciones locales, el margen de error de cualquier proyección es alto.

“Son 335 elecciones de alcaldes, 23 de gobernadores, al final del día, tratar de adivinar cómo va a quedar puede ser muy complejo, es muy fácil equivocarse. No sabemos ni tenemos cómo medir cuál es la realidad en cada municipio o estado. Lo que hemos visto en la calle es que tenemos un proceso tremendamente frío que no levanta ningún ánimo electoral ni en la capital ni en el interior del país”, expresa.

De acuerdo con los datos que maneja el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Ucab, la abstención podría alcanzar un 60%. Si, en efecto, la participación no supera el 40%, la oposición será la más perjudicada, opina Alarcón.

“Mientras el partido de gobierno tiene una maquinaria de movilización para arrastrar a sus partidarios, la oposición depende más del voto espontáneo. Aunque la oposición es mayoría, la dispersión del voto y una alta abstención terminarán quitándole toda la ventaja”, concluye.

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