Esta es la cuarta ocasión que el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, representada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se citan para exponer sus verdades y tratar de llegar a acuerdos mínimos de convivencia. Desde el año 2014 ha habido ensayos con encuentros televisados en Miraflores, con llamados insistentes del mandatario nacional y la mediación de expresidentes e incluso del Vaticano.

Sin embargo, hasta la fecha ninguno de esos intentos previos ha tenido una solución satisfactoria, ni para las partes en pugna ni para los venezolanos que siguen enfrentando escasez de alimentos, medicinas y productos de diversa índole, la inseguridad y una caída del poder adquisitivo producto de una economía cada vez más cerca de la hiperinflación.

A diferencia de los años 2014 y 2016, el actual escenario plantea otros retos para los dos bandos en confrontación. Para el Gobierno, la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, y las denuncias de violaciones a los derechos humanos durante la represión tras cuatro meses de protestas que dejaron más de 100 muertes, lo arrinconaron en el plano internacional, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, pero también con antiguos aliados de Suramérica.

Una especie de tregua

El politólogo Francisco Alfaro insiste en que en el actual momento las condiciones no son las mejores para un diálogo pero, visto el hecho de que el gobierno pasó de un modelo autoritario competitivo desde 2015 a otro autoritario cerrado totalitario, la oposición tiene que sentarse porque los últimos cuatro meses, a pesar de la movilización de calle donde plantearon una hora cero, la desobediencia civil y el artículo 350, se dio cuenta de que sin una fuerza fáctica para poder instalar un gobierno paralelo, tampoco tendría éxito.

“Pareciera que lo que se está negociando en República Dominicana  es una especie de tregua, en la que ambos sectores podrían estar analizando la posibilidad de mantener un mínimo de gobernabilidad en el país, tanto a nivel político, como a tomar ciertas medidas de interés nacional en el área económica”, dijo a Efecto Cocuyo el experto egresado de la Universidad Central de Venezuela.

Contra el Gobierno juega el factor económico, que para Alfaro, pudiera ser el detonante o acelerador de un cambio político. Como no preserva el orden interno, tampoco puede garantizar estabilidad económica para la sociedad, la gente se cansa de esto y lo responsabiliza. Sin embargo, con el dominio de las instituciones ha podido jugar a mantener el control político, pero no ha podido lograrlo.

“El gobierno se ha dado cuenta que esa deriva totalitaria tiene unos costos altos y si a eso le sumamos que a nivel económico no ha logrado una estrategia que al menos garantice la estabilidad o bienestar, un modelo así es mucho menos sostenible que uno de autoritarismo competitivo como el que estaba antes del mes de abril de este año”, explicó.

Carrera de largo aliento

El politólogo compara la gestión de Maduro con los países de la Europa del Este que a pesar de ser autoritarios sostenían sus economías y eso les garantizó estabilidad. Sin embargo, añade que el modelo actual tiene visos de “estados fallidos” como los de África Central, porque el país tiene áreas donde el Gobierno no tiene control institucional, que sumado al aspecto económico, lo llevan también a sentarse a dialogar.

Alfaro aclara que un proceso de negociación no es inmediato, toma hasta años y recuerda casos como el chileno (20 años), el colombiano (30 años), el cubano donde han pasado 60 años y el español que tomó 40 años. Aunque no se atreve a dar plazos sobre el venezolano, si hizo énfasis en que hay que decirle a la población la verdad: No será un proceso inmediato con soluciones exprés.

“Si uno lo ve en el corto plazo es frustrante  y pareciera que no tiene sentido. Pero si esto se viera como una carrera de largo aliento, donde los espacios electorales así sean gobernaciones, alcaldías, escaños en la AN, aunque pareciera que no tuvieran una incidencia fáctica real, son espacios que se tienen que ir manteniendo, porque es la única manera de ir medrando progresivamente un régimen totalitario a la democracia“, sentencia.

Recuerda que siempre existen críticos que hablan de traición o claudicación, pero tanto los seguidores del oficialismo como los de la Unidad Democrática deben entender que “este proceso de nuevos contactos va generando redes que con el paso de los meses y años generan cambios, pero son lentos, y es necesario ser francos y decirle a la gente”.

La ingenuidad de la MUD

Sobre las condiciones puestas en la mesa por la MUD, también señala que es ingenuo pensar que el Gobierno aceptará todas esas peticiones de forma inmediata, y en el corto plazo a la oposición le conviene ceder en algunos aspectos y aunque le traerá costos políticos, lograr algunos le permitirá evitar más hostigamiento, inhabilitaciones, encarcelamiento y persecución contra sus líderes.

Ante esto, recomienda a la MUD ir con una estrategia clara que vaya más allá de lo partidista-electoral, con una visión común, acompañados de expertos en materia de negociación -que los hay- y, por último, explicarle a la gente que no es algo rápido sino lento. Además ir trabajando en paralelo con el camino electoral (elecciones regionales), mantener las denuncias sobre violación de DDHH en el plano internacional y mantener el diálogo.

Cree que en este proceso, lo mínimo que debe exigir la oposición es garantizar el respeto a los resultados de las elecciones regionales y su realización sin cortapisas, y a partir de allí seguir avanzado en otros puntos.  El gobierno tendrá otras demandas y otras propuestas y en función de eso se puede ir avanzando en pequeños acuerdos y avances… porque evidentemente si el gobierno cediera en todos los puntos sería un costo muy alto, por lo cual no creo que el gobierno pueda ceder en todas las condiciones”, expresó.

Alfaro cree además, a diferencia de lo que piensa el común, el Ejecutivo no está sobre una base sólida aunque quiera aparentar eso. Tiene una popularidad por debajo del 20 %, la comunidad internacional en contra, una gestión económica mediocre y debe pasar por el proceso de “maduración del fracaso”, que tarde o temprano sucederá porque sus políticas económicas con controles no han funcionado ni van a funcionar.

Por último considera imprescindible acompañar este proceso, en especial porque dentro de la Fuerza Armada Nacional (FAN) hay “una caja negra”  y a diferencia de lo ocurrido en El Caracazo en 1989, los golpes de Estado de 1992 y el año 2002, cuando la institución se puso del lado de los gobiernos, en este momento un fracaso o caída de la coalición gobernante podría convertirse en un escenario peor porque “en los últimos años esa profesionalización de la FAN se ha ido perdiendo y uno observa que responde ahora a una visión de país menos integral, que es la particular del gobierno y uno no sabe si la FAN va a responder a liderazgos particulares como en el Siglo XIX cuando lo hacía a favor de los caudillos”.

Foto: La Razón

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