Autoritarismo, división y falta de estrategia opositora persisten a 20 años de abril de 2002  

POLÍTICA · 11 ABRIL, 2022 06:00

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Deisy Martínez


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Dos décadas se cumplen esta semana de los sucesos del 11, 12 y 13 de abril de 2002. Tres días que comenzaron con una gigantesca marcha que finalizó con un ataque armado contra manifestantes, una anunciada renuncia presidencial, un gobierno de transición efímero y el regreso de Hugo Chávez a Miraflores en tiempo récord.

El debate sobre si fue vacío de poder o golpe de Estado nunca ha sido superado. Sobre lo que sí parece haber convencimiento es que abril de 2002 dejó varias lecciones que 20 años después se consideran no aprendidas ni por el chavismo ni por la oposición, más allá de que la gestión de Chávez aprovechara tales acontecimientos para avanzar en el control institucional del país.

Así lo recuerda un GNB retirado

Al para entonces teniente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) José Antonio Colina, hoy retirado y en el exilio, lo agarró el 11 de abril de 2002 en el puerto de La Guaira. Relata a Efecto Cocuyo que en total 40 efectivos fueron acuartelados desde ese día en la unidad, desde donde, recordó, vio a Antonio Rodríguez San Juan, entonces gobernador de Vargas, «huir en una lancha».

«Reinó la confusión, no sabíamos bien lo que pasaba y allí permanecimos viendo por televisión cuando informaron sobre las muertes en Puente Llaguno; cuando Lucas Rincón (en ese tiempo de inspector general de la FAN a ministro de la Defensa hasta julio de 2002) dijo que Chávez había aceptado la renuncia, cuando (Pedro) Carmona Estanga se juramentó y luego cuando los militares rescataron a Chávez», dijo.

Expresa que para entonces no compartía las políticas del Ejecutivo nacional, lo que lo llevó a manifestar su descontento unos meses después (octubre) junto un grupo de militares en la Plaza Altamira de Chacao. Los disidentes denunciaron presencia de la guerrilla colombiana en territorio venezolano además de otros «elementos extranjeros», en clara violación de la soberanía nacional que la Fuerza Armada juró defender.

Una orden de captura en su contra en febrero de 2003 lo llevó a escapar hacia Estados Unidos, donde solicitó asilo político y fundó la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) que hoy preside.

«El 11 de abril de 2002 fue una expresión de la sociedad civil que salió con fuerza a manifestar su rechazo a las políticas de Chávez. Para mí fue la última expresión contundente de la gente, que se perdió por la falta de liderazgo y de estrategia de la oposición, fue un momento desaprovechado por el estamento militar y político, es una desconexión con la gente que todavía persiste», sostiene el militar retirado.

¿Por qué el Plan Zamora recuerda al Plan Ávila ordenado en abril del 2002?

 «Vacío de poder»

La mañana del 11 de abril de 2002, una gran marcha,  calculada en millón y medio de personas, recorrió  desde Parque del Este hasta la sede de Pdvsa en Chuao (ahora sede de la Unefa). Bajo la consigna «Ni un paso atrás», los manifestantes exigían la renuncia de Chávez, a quien el año anterior la Asamblea Nacional le otorgó una Ley Habilitante con amplios poderes, especialmente en materia económica y financiera.

En medio de la efervescencia ciudadana los líderes de la oposición llamaron a marchar hacia Miraflores. Un preocupado comandante de la extinta Policía Metropolitana (PM), Henry Vivas, advirtió a los organizadores sobre los riesgos de avanzar hacia el centro de Caracas, dominado por los llamados círculos bolivarianos, pero no fue escuchado.

Al conocer las intenciones de la marcha, diputados del chavismo, entre ellos Juan Barreto, llamaron a defender la revolución bolivariana en Miraflores. Al poner un pie los manifestantes en el centro de Caracas todo fue caos. Se advirtió la presencia de francotiradores, hubo enfrentamientos entre la PM y los grupos progobierno que dispararon desde Puente Llaguno, tras lo cual se contabilizaron 19 muertes y cientos de heridos de bando y bando.

«Sostengo que fue un vacío de poder presionado por una manifestación ciudadana que fue atacada ferozmente por los círculos bolivarianos. El chavismo mantiene la tesis del golpe de Estado para restarle fuerza a esa expresión, pero las armas no fueron usadas para tomar el poder, los militares que ya venían descontentos, solo reaccionaron al levantamiento popular», asevera Colina.

Errores repetidos

Se considera que Chávez aprovechó los sucesos de 2002 para «depurar» la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) de los cuadros no leales. Lo mismo se aplicó posteriormente al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) tras la polémica sentencia según la cual ese año no hubo golpe de Estado sino vacío de poder.

«En su vocación totalitaria, el chavismo ha tenido la habilidad para avanzar todo lo que la fuerza y los errores de los adversarios le permiten. No solo apartó de la FANB elementos no leales, también aprovechó el paro petrolero y puso a Pdvsa bajo su control y luego usó la abstención opositora de 2005 para tener control total de la AN y así cada espacio que ha sido dejado vacío por la oposición lo ha ido ocupando», sostiene el exsecretario ejecutivo de la MUD, Jesús «Chúo» Torrealba.

Para el activista social, 20 años después de abril de 2002, hay actores que siguen cometiendo los mismos errores de entonces que es creer que la política se puede hacer «sin la gente y contra la gente», sin construir consensos. Esto, sostiene, con el único fin, de un lado, de solo asaltar el poder y del otro preservarlo, desconectados del sentir popular.

«Chávez impuso el juego de suma cero, en el que yo gano y tú pierdes todo y eso lo compró la ciudadanía y la oposición, o es todo o es nada. Pero hay matices que deben ser escuchados en la sociedad civil, entre los empresarios, la Iglesia y dirigentes de partidos políticos que entienden que ese juego debe ser superado y hacer política en beneficio del país», declaró a Efecto Cocuyo.

11 de abril de 2002

La marcha del 11 de abril de 2002 que decidió ir a Miraflores

Sin diferencias desde Carmona 

Tanto para Colina como para Torrealba no hay mucha diferencia entre Pedro Carmona Estanga, el presidente de Fedecámaras que ejerció como presidente de facto por 47 horas tras la salida momentánea de Chávez entre el 11 y 13 de abril, disolviendo todos los Poderes Públicos por decreto y sin el debido consenso y lo que ha sido luego la oposición que se empeña en vender la idea de un cambio inmediato y no viable.

«Los errores de hace 20 años se cometieron en 2014, 2017 y entre 2019 y 2021, porque no se entendió que los cambios estructurales, de fondo, inclusivos y sostenibles en el tiempo se hacen mediante la construcción de consensos. De allí la importancia de la participación de sectores de la sociedad en la designación, primero del CNE y ahora del TSJ, porque el diálogo es una necesidad del país, no de los políticos», agrega Torrealba.

Del lado del chavismo, acota, sigue sin desprenderse de su «ADN violento» que desencadenó el 11 de abril y sin entender que su revolución fracasó y que sus políticas no conducen a que mejore la calidad de vida de los más pobres.

Historias borradas de abril 2002

Presos políticos de 2002

La fecha es aprovechada por la ONG Foro Penal para recordar que producto de los sucesos de 2002 hay presos políticos que todavía esperan por su liberación.

Uno de ellos es Luis Molina, ex funcionario (distinguido) de la PM, privado de libertad desde el 19 de abril de 2003. De acuerdo con Foro Penal, fue «acusado falsamente» de ser responsable de los asesinatos de Puente Llaguno el 11 de Abril de 2002.

Ha cumplido 19 de los 30 años a los que fue condenado por homicidio calificado frustrado en grado de corresponsabilidad correspectiva contra ocho personas (de 19 que murieron el 11 de abril), según sentencia de la jueza Maryorie Calderón, actual magistrada de la Sala de Casación Social del TSJ.

La misma sentencia recibieron Erasmo Bolívar y Héctor Rovain, quien junto a Molina son los únicos efectivos de la PM que aún permanecen en prisión por los sucesos de aquel año. En octubre de 2021 fueron trasladados desde Ramo Verde a la cárcel de Uribana en el estado Lara.

Abogados defensores y ONG denunciaron que no solo cumplen cárcel sin habérseles demostrado delito alguno sino que sus vidas son puestas en peligro al ser trasladados a una cárcel común.

Otros seis ex PM fueron liberados bien sea porque cumplieron condena o porque les fueron otorgadas medidas humanitarias por complicaciones con su salud, como fue el caso de los excomisarios Lázaro Forero y Henry Vivas.

 

POLÍTICA · 11 ABRIL, 2022

Autoritarismo, división y falta de estrategia opositora persisten a 20 años de abril de 2002  

Texto por Deisy Martínez

Dos décadas se cumplen esta semana de los sucesos del 11, 12 y 13 de abril de 2002. Tres días que comenzaron con una gigantesca marcha que finalizó con un ataque armado contra manifestantes, una anunciada renuncia presidencial, un gobierno de transición efímero y el regreso de Hugo Chávez a Miraflores en tiempo récord.

El debate sobre si fue vacío de poder o golpe de Estado nunca ha sido superado. Sobre lo que sí parece haber convencimiento es que abril de 2002 dejó varias lecciones que 20 años después se consideran no aprendidas ni por el chavismo ni por la oposición, más allá de que la gestión de Chávez aprovechara tales acontecimientos para avanzar en el control institucional del país.

Así lo recuerda un GNB retirado

Al para entonces teniente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) José Antonio Colina, hoy retirado y en el exilio, lo agarró el 11 de abril de 2002 en el puerto de La Guaira. Relata a Efecto Cocuyo que en total 40 efectivos fueron acuartelados desde ese día en la unidad, desde donde, recordó, vio a Antonio Rodríguez San Juan, entonces gobernador de Vargas, «huir en una lancha».

«Reinó la confusión, no sabíamos bien lo que pasaba y allí permanecimos viendo por televisión cuando informaron sobre las muertes en Puente Llaguno; cuando Lucas Rincón (en ese tiempo de inspector general de la FAN a ministro de la Defensa hasta julio de 2002) dijo que Chávez había aceptado la renuncia, cuando (Pedro) Carmona Estanga se juramentó y luego cuando los militares rescataron a Chávez», dijo.

Expresa que para entonces no compartía las políticas del Ejecutivo nacional, lo que lo llevó a manifestar su descontento unos meses después (octubre) junto un grupo de militares en la Plaza Altamira de Chacao. Los disidentes denunciaron presencia de la guerrilla colombiana en territorio venezolano además de otros «elementos extranjeros», en clara violación de la soberanía nacional que la Fuerza Armada juró defender.

Una orden de captura en su contra en febrero de 2003 lo llevó a escapar hacia Estados Unidos, donde solicitó asilo político y fundó la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) que hoy preside.

«El 11 de abril de 2002 fue una expresión de la sociedad civil que salió con fuerza a manifestar su rechazo a las políticas de Chávez. Para mí fue la última expresión contundente de la gente, que se perdió por la falta de liderazgo y de estrategia de la oposición, fue un momento desaprovechado por el estamento militar y político, es una desconexión con la gente que todavía persiste», sostiene el militar retirado.

¿Por qué el Plan Zamora recuerda al Plan Ávila ordenado en abril del 2002?

 «Vacío de poder»

La mañana del 11 de abril de 2002, una gran marcha,  calculada en millón y medio de personas, recorrió  desde Parque del Este hasta la sede de Pdvsa en Chuao (ahora sede de la Unefa). Bajo la consigna «Ni un paso atrás», los manifestantes exigían la renuncia de Chávez, a quien el año anterior la Asamblea Nacional le otorgó una Ley Habilitante con amplios poderes, especialmente en materia económica y financiera.

En medio de la efervescencia ciudadana los líderes de la oposición llamaron a marchar hacia Miraflores. Un preocupado comandante de la extinta Policía Metropolitana (PM), Henry Vivas, advirtió a los organizadores sobre los riesgos de avanzar hacia el centro de Caracas, dominado por los llamados círculos bolivarianos, pero no fue escuchado.

Al conocer las intenciones de la marcha, diputados del chavismo, entre ellos Juan Barreto, llamaron a defender la revolución bolivariana en Miraflores. Al poner un pie los manifestantes en el centro de Caracas todo fue caos. Se advirtió la presencia de francotiradores, hubo enfrentamientos entre la PM y los grupos progobierno que dispararon desde Puente Llaguno, tras lo cual se contabilizaron 19 muertes y cientos de heridos de bando y bando.

«Sostengo que fue un vacío de poder presionado por una manifestación ciudadana que fue atacada ferozmente por los círculos bolivarianos. El chavismo mantiene la tesis del golpe de Estado para restarle fuerza a esa expresión, pero las armas no fueron usadas para tomar el poder, los militares que ya venían descontentos, solo reaccionaron al levantamiento popular», asevera Colina.

Errores repetidos

Se considera que Chávez aprovechó los sucesos de 2002 para «depurar» la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) de los cuadros no leales. Lo mismo se aplicó posteriormente al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) tras la polémica sentencia según la cual ese año no hubo golpe de Estado sino vacío de poder.

«En su vocación totalitaria, el chavismo ha tenido la habilidad para avanzar todo lo que la fuerza y los errores de los adversarios le permiten. No solo apartó de la FANB elementos no leales, también aprovechó el paro petrolero y puso a Pdvsa bajo su control y luego usó la abstención opositora de 2005 para tener control total de la AN y así cada espacio que ha sido dejado vacío por la oposición lo ha ido ocupando», sostiene el exsecretario ejecutivo de la MUD, Jesús «Chúo» Torrealba.

Para el activista social, 20 años después de abril de 2002, hay actores que siguen cometiendo los mismos errores de entonces que es creer que la política se puede hacer «sin la gente y contra la gente», sin construir consensos. Esto, sostiene, con el único fin, de un lado, de solo asaltar el poder y del otro preservarlo, desconectados del sentir popular.

«Chávez impuso el juego de suma cero, en el que yo gano y tú pierdes todo y eso lo compró la ciudadanía y la oposición, o es todo o es nada. Pero hay matices que deben ser escuchados en la sociedad civil, entre los empresarios, la Iglesia y dirigentes de partidos políticos que entienden que ese juego debe ser superado y hacer política en beneficio del país», declaró a Efecto Cocuyo.

11 de abril de 2002

La marcha del 11 de abril de 2002 que decidió ir a Miraflores

Sin diferencias desde Carmona 

Tanto para Colina como para Torrealba no hay mucha diferencia entre Pedro Carmona Estanga, el presidente de Fedecámaras que ejerció como presidente de facto por 47 horas tras la salida momentánea de Chávez entre el 11 y 13 de abril, disolviendo todos los Poderes Públicos por decreto y sin el debido consenso y lo que ha sido luego la oposición que se empeña en vender la idea de un cambio inmediato y no viable.

«Los errores de hace 20 años se cometieron en 2014, 2017 y entre 2019 y 2021, porque no se entendió que los cambios estructurales, de fondo, inclusivos y sostenibles en el tiempo se hacen mediante la construcción de consensos. De allí la importancia de la participación de sectores de la sociedad en la designación, primero del CNE y ahora del TSJ, porque el diálogo es una necesidad del país, no de los políticos», agrega Torrealba.

Del lado del chavismo, acota, sigue sin desprenderse de su «ADN violento» que desencadenó el 11 de abril y sin entender que su revolución fracasó y que sus políticas no conducen a que mejore la calidad de vida de los más pobres.

Historias borradas de abril 2002

Presos políticos de 2002

La fecha es aprovechada por la ONG Foro Penal para recordar que producto de los sucesos de 2002 hay presos políticos que todavía esperan por su liberación.

Uno de ellos es Luis Molina, ex funcionario (distinguido) de la PM, privado de libertad desde el 19 de abril de 2003. De acuerdo con Foro Penal, fue «acusado falsamente» de ser responsable de los asesinatos de Puente Llaguno el 11 de Abril de 2002.

Ha cumplido 19 de los 30 años a los que fue condenado por homicidio calificado frustrado en grado de corresponsabilidad correspectiva contra ocho personas (de 19 que murieron el 11 de abril), según sentencia de la jueza Maryorie Calderón, actual magistrada de la Sala de Casación Social del TSJ.

La misma sentencia recibieron Erasmo Bolívar y Héctor Rovain, quien junto a Molina son los únicos efectivos de la PM que aún permanecen en prisión por los sucesos de aquel año. En octubre de 2021 fueron trasladados desde Ramo Verde a la cárcel de Uribana en el estado Lara.

Abogados defensores y ONG denunciaron que no solo cumplen cárcel sin habérseles demostrado delito alguno sino que sus vidas son puestas en peligro al ser trasladados a una cárcel común.

Otros seis ex PM fueron liberados bien sea porque cumplieron condena o porque les fueron otorgadas medidas humanitarias por complicaciones con su salud, como fue el caso de los excomisarios Lázaro Forero y Henry Vivas.

 

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