¿Qué tan racista soy?

El racismo –la creencia de que una persona o grupo es superior a otros grupos por razones biológicas expresadas en sus rasgos físicos– ha sido una de las razones históricas de conflictos sociales

Con el progreso de la humanidad, el racismo debió haberse extinguido, pero en pleno siglo XXI los noticieros reportan, frecuentemente, actos o manifestaciones de racismo con consecuencias violentas en varias partes del mundo. Ocurren, paradójicamente, en los países que se consideran “más civilizados”.

Al superponerse con la xenofobia y el clasismo, el racismo ha adquirido fuerza en nuestros días constituyendo una peligrosa llama de odio social.

Racismo, clasismo y xenofobia van de la mano

El racismo es una interpretación ideológica en la que los miembros de un grupo étnico se atribuyen poder social debido una supuesta superioridad biológica.  Sobre esa base se ha escrito buena parte de la historia de la humanidad.

La versión de la historia que se escribió, después de la colonización de Europa a otros continentes, creó  “verdades culturales” que se extendieron como creencias tanto en los grupos dominantes como en los dominados.

En el pensamiento racista, las personas blancas, de ojos y cabello claro, se autoperciben y son percibidas como superiores, “mejores” que otras razas o grupos étnicos.  Esta representación social ha hecho que los pobladores de África, la inmensa mayoría de raza negra y los indígenas de las tres Américas, sean vistos como despreciables, “feos”, casi que como “monos”, por sus rasgos.

Se pudiera pensar que el racismo solo aparece como un monstruo nocturno, como el Klu Klux Klan, o vestido de policía o en los gritos de grupos que se dejan llevar por las pasiones deportivas. Pero el racismo se puede expresar en cualquier lugar, a cualquier hora y de múltiples formas: Desde las violentas hasta las casi amorosas e ingenuas, en foma de chistes, burlas y miradas. Todas son humillantes para quien las recibe.

El racismo puede confundirse con el clasismo –discriminación a otros grupos o personas por su condición socioeconómica–  y con la xenofobia, rechazo a otros grupos o personas por ser extranjeras, de otro país o región y que se perciben como amenaza para la estabilidad del grupo originario.

Verse racista es difícil

El racismo es un sentimiento más generalizado, enraizado, de lo que se cree.  Y un análisis de su expresión debería comenzar por uno mismo: ¿Qué tan racista soy?

Un problema con el racismo es que no se ve.  Según una teoría psicológica, solemos tener una imagen distorsionada de nosotros mismos, nos creemos libres de prejuicios, de creencias erradas,  que nuestras opiniones no están sesgadas. La autoimagen suele ser mejor de lo que realmente somos. Pudiéramos no percibir nuestro racismo, al igual que con otras fobias sociales,  pero los demás sí lo perciben.

La hipocresía social o lo políticamente correcto nos ha llevado a ocultar, hasta de nosotros mismos, nuestras auténticas opiniones y, lo que es peor, nuestras auténticas creencias y sentimientos. Sin darnos cuenta podemos ser más racistas, clasistas, xenófobos o sentir cualquier otra fobia social, de lo que creemos.

Aun estando fresco el dramático episodio de racismo en Europa que puso en marcha el nazi fascismo contra la población judía en el siglo pasado, en este mismo continente vuelven a darse episodios racistas contra gente de otros países si son de rasgos orientales, negros o indígenas.

El monstruo del racismo recorre todo el mundo. El neofascismo expresado por grupos conservadores en casi todos los países parece estar más extendido de lo que creemos y no es solo en discursos, es en acción.

Verse racista es difícil pero ser visto como racista puede ser “cool”.  De ese pensamiento hay que cuidarse.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Diario de un cura pederasta

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.