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Al menos una vez a la semana, tengo la costumbre de recorrer los principales titulares noticiosos de Latinoamérica. Los invito a acompañarme, a ver qué acontece actualmente en nuestra región.

A la izquierda

Podría uno sucumbir a la tentación de afirmar que la única dictadura que queda en nuestra región es la cubana, de ralea militar, izquierdista, vestida de democracia, con una alternabilidad presidencial impuesta por el partido. Realmente cumple todos los puntos del check-list de una dictadura latinoamericana típica.

Sin entrar en lo obsceno del caso cubano, particularmente sonoro en estos últimos días, podemos asegurar que actualmente existe un nuevo tipo de totalitarismo postmodernista. Mandatarios electoralmente legitimados, con alternabilidad o sin ella, que pulverizan las instituciones, y funcionan como autócratas seculares con la venia de la ciudadanía, la mayoría de los países, multilaterales y demás especies.

Por ejemplo, EE UU acusa al gobierno socialista de Daniel Ortega de tratar de acallar los medios de comunicación de cara a las elecciones presidenciales, a celebrarse en Nicaragua, sancionando por ello a 100 funcionarios públicos. La vicepresidenta Rosario Murillo, tilda a los periodistas de “malignos”, “hipócritas”, “destructores”, “criminales”, y terroristas de la comunicación”. Por su parte, la cancillería rusa denuncia la enorme presión y la injerencia de EE UU contra el gobierno y pueblo de Nicaragua ante elecciones generales. En este caso en particular, no sé cuál de los tres es más totalitario, si el gobierno de Nicaragua, EE UU o Rusia,

En la misma acera ideológica, Bukele, expulsó del Salvador al periodista mexicano Daniel Lizárraga, editor del medio digital El Faro, por denunciar maniobras dictatoriales del presidente. En la denuncia, destaca el envío de tropas armadas al Congreso para forzar el voto y expulsar a magistrados independientes del primer tribunal del país, con lo cual abre se el camino para controlar todos los poderes del Estado.

A la derecha

Tocando el otro polo ideológico, el derechista presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei prohíbe protestas opositoras porque “alborotan la pandemia”. Dijo a principios de semana, que en consejo de ministros impondrán un estado de prevención en todo el país, en respuesta a protestas de ciudadanos que exigen su renuncia por el mal manejo de la pandemia, la falta de vacunación y severa corrupción.

Otro buen ejemplo, lo tenemos en Ecuador, donde el derechista presidente Lasso, amenaza con cárcel a los dirigentes agrarios que promuevan el paro agrícola, convocado por el Movimiento Nacional Campesino. Este paro es consecuencia de una falta de acuerdos entre campesinos y el gobierno, además del incumplimiento de las promesas electorales. Durante su candidatura, Lasso ofreció al campesinado que los precios de los rubros agrícolas, superarían la cobertura de sus costos de producción.

Asimismo, en Uruguay, la comisión pro referendo revocatorio informó que fueron conseguidas más firmas de las requeridas, para presentar ante la Corte Electoral la convocatoria a una revocatoria de la Ley de Urgente Consideración (LUC). La ley, grupo de 500 leyes neoliberales, fue promovida y aprobada en julio de 2020, por la mayoría derechista en el parlamento uruguayo, liderada por el Partido Nacional, donde milita el presidente Luis Lacalle Pou. La legislación ampara las privatizaciones del sector público, mayor apoyo económico al sector privado en detrimento de los trabajadores, y especiales facultades represivas a las fuerzas policiales.

En la raya de lo autoritario sutil, como nunca antes, en República Dominicana se ha desatado una ola de allanamientos y detenciones de presuntos corruptos. Para estas funciones el independiente mandatario dominicano, Luis Abidaner, nombró como Procuradora General a Miriam Germán Brito, asegurando que estaba cumpliendo su primera promesa de campaña al crear las condiciones para un Ministerio Público (MP) independiente. Eso, sin aclarar, que la procuraduría es una posición de libre nombramiento y remoción por parte del propio presidente.

¿Y Cuba?

A gritos de “libertad” y “abajo la dictadura” miles de cubanos se han lanzado a las calles desde el domingo pasado en varias localidades de Cuba. Se trata de una de las mayores protestas ocurridas en la isla en los últimos 60 años. En las transmisiones, se veía a miles de personas gritando consignas contra el gobierno, contra el presidente Miguel Díaz-Canel y pidiendo cambios.

Ante la decisión del gobierno de censurar los medios de comunicación, así como de suspender internet, las RRSS, con vida propia, han hecho de las suyas, manteniendo al mundo informado de la represión del Estado y de los cientos de detenidos que se oponen abiertamente al régimen.

Con el turismo prácticamente paralizado, el coronavirus ha tenido un profundo impacto en la vida económica y social de la isla, a lo que se ha unido la emergencia de una creciente inflación, apagones, escasez de comida, medicamentos y productos básicos. Según las denuncias, numerosos hospitales han colapsado y muchos cubanos han muerto en sus casas sin recibir cuidados médicos, de allí las protestas en curso.

Lo afirmado, nos hace preguntarnos si la gente realmente clama por libertad o por bienestar social, que no están necesariamente vinculadas.

López Obrador, ha manifestado su solidaridad con el gobierno cubano, así como ha ofrecido ayuda humanitaria para su población. Otro tanto ha hecho nuestro gobierno, con la “interesante” interpretación de la situación, hecha por Diosdado Cabello, quien insiste que en Cuba no hay protestas, sino una prolongada celebración por los resultados de la Eurocopa.

Sin importar si se trata de gobiernos de derecha o izquierda, son variopintos, peculiares y en algunos casos surrealistas los acontecimientos referidos como titulares de prensa de los últimos días. Esto, solo puede interpretarse como una tendencia subcontinental, dentro de un contexto global en el que comienzan a proliferar gobiernos de ralea totalitaria y populistas, en diferentes latitudes del globo. ¿Serán el covid y el totalitarismo populista, las plagas del siglo XXI? Realmente no sé cual de ellas es peor. En próximas entregas, seguiremos revisando que acontece en Latinoamérica. Por supuesto, dejamos a Venezuela, nuestra tierra de gracia, como un caso aparte, porque la extensión de este escrito no daba para contener tantas palabras.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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