Por Oscar Doval
@oscardoval_
No se asusten queridos lectores, no verán en este artículo ninguna crítica o referencia a la muy conocida, y bastante pavosa, serie de Netflix, The Crown. Cuando hablo de mi reina, hablo de mi mujer, mi compañera, la que me gobierna la vida. Y cuando hablo de corona, ya podrán inferir que no me refiero a ninguna diadema sino al coronavirus.
Pues sí, mi mujer, brillante y reconocida psicoterapeuta, que al comenzar la pandemia, decidió apartarse de las consultas presenciales, pasando a sesiones virtuales para proteger a sus pacientes y a ella misma del contagio. La que usa continuamente todo tipo de geles desinfectantes y se lava las manos un chorro de veces al día. La que no sale ni entra de casa sin tapabocas, “face sheet”, escafandras, batas y todo tipo de perol que pueda protegerla. Justamente ella, que tanto se ha cuidado, tiene COVID.
En estos días tenía algo de congestión nasal y dolor de cabeza, y se empeñó en decir que tenía COVID-19. Yo le insistí en que era una gripe común, y que no toda gripe podía ser leída como coronavirus.
Voluntariosa como lo es, y contradiciendo mi pésimo criterio médico, se hizo la PCR. En efecto, salió positiva para el virus. Asimismo, todos los demás en casa nos hicimos el PCR, y salimos negativos. La hipótesis de mi mujer sobre cómo pudo haberse contagiado del bicho ese es bastante válida. Tuvo que hacerse una mamografía de rutina, que la había diferido largo tiempo por la pandemia, y asegura haberse contagiado en la clínica. Es una suposición válida, ya que como todos sabemos, los ambientes hospitalarios suelen estar más contaminados por la mayor circulación de pacientes contagiados. Yo en broma le digo que deberíamos reportar su caso como un contagio “teta-a-teta”, pero no está de humor, y no se ríe de mis payasadas.
A la par del padecimiento de mi mujer, se ha venido desatando una batalla mundial relacionada con el desarrollo y suministro de las vacunas. Farmacéuticas de Estados Unidos, China, Alemania, Reino Unido y Rusia, pujan por probar mayor efectividad y capacidad productiva y logística respecto a la vacuna, pues el primero en lograr su masificación, se hará del negocio más multimillonario del siglo.
A finales del año pasado, Rusia fue el primer actor en anunciar la conclusión de su vacuna Sputnik V, mientras los gringos a través de la alianza entre las empresas Pfizer-BioNTech, así como la empresa Moderna, daban pocos días después su tubazo. No tardaron los británicos con Astrazeneca y los chinos, más calladitos con Sinopharm, en sacar sus propias versiones del fármaco. Con precios que oscilan entre 25 y 100 dólares por inmunización, a principios de enero de este año, se comenzó la vacunación masiva.
Hasta el momento, se han vacunado en el mundo poco menos de 100 millones de personas, de las cuales el 50% son gringos, asegurando los americanos que en el primer semestre del año tendrán vacunada a toda su población. Si bien los asiáticos van a buen ritmo, solo la población china llega a 1.400 millones de habitantes por lo que la logística será más prolongada, aunque aseguran poder inmunizar a toda su gente antes de que finalice el año.
Por otra parte, la Unión Europea, se queja amargamente de que las farmacéuticas no han cumplido a tiempo, con la entrega del número de vacunas ofrecidas, lo que ha retrasado el programa de inmunización en sus países miembros.
Recordemos que el mundo tiene 7.700 millones de habitantes que no están concentrados en los tres imperios mencionados, de hecho unos 5.000 millones de personas habitan en economías emergentes y países pobres.
El año pasado, la Organización Mundial de la Salud puso en marcha el mecanismo Covax, que califica según criterios del Banco Mundial, el nivel de pobreza de los países, para que todo el mundo pueda acceder a la vacuna en condiciones de igualdad. Pero, los intereses privados y nacionales prevalecieron, y los países ricos compraron grandes cantidades de vacunas, en volúmenes incluso superiores a los de su población. Un ejemplo de ello es el de la Unión Europea, que encargó 2,3 mil millones de dosis para sus 450 millones de habitantes. En contraposición, África en su totalidad, reservó 870 millones de vacunas para una población de 1,3 mil millones de habitantes.
Ante las demoras en la vacunación, las personas con dinero están optando por viajar a países donde es fácil conseguir las vacunas, con agencias de viajes que ofrecen planes para viajeros. Dubái es uno de los destinos más populares cuando de turismo sanitario se trata, buscando posicionarse en este nuevo nicho del mercado de viajes para inmunización anti-COVID. Esta alternativa vacacional solo es apta para gente con alto poder adquisitivo, ya que se estima en unos 40.000 euros un viaje de 3 semanas. En occidente, Miami es otro destino que ha visto un significativo aumento de la llegada de turistas adinerados de Latinoamérica y Canadá para vacunarse.
Maduro anunció que el primer lote de 100.000 dosis de la vacuna rusa contra el COVID-19, llegaría en la semana del 15 al 21 de febrero de 2021, pero no llegó. Los rusos alegaron que tienen retraso en su producción. A lo anterior, se suma el hecho de que la Organización Panamericana de Salud ha negado el acceso gratuito de las dosis a nuestro país, por la deuda de Venezuela con la organización de 11 millones de dólares en cuotas atrasadas. Además, Venezuela no es considerada como elegible para la recepción de las vacunas gratuitas según el referido criterio COVAX del Banco Mundial. ¡Ahora somos ricos, que interesante!
Entre tanto, por recomendaciones del Dr. Agustín Acuña, eminencia en la materia y amado amigo, aislamos a mi mujer en nuestra habitación, mientras convalece de un COVID que, podríamos decir, ha sido leve.
El otro día, mientras la saludaba desde la puerta, a lo lejos, me gritó que estaba viendo una serie gallega de Netflix que se llama Vivir sin permiso, en la que una empresa de pescado, que realmente se dedicaba al narcotráfico, tenía un dueño muy perverso que se llama Nemo, y está perdiendo la memoria como la pececita Dori. Le lancé un beso y pensé: ¿Será que este virus del carajo le está jodiendo el juicio a mi reina?
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Lo que nos faltaba, el cinismo de la ONU
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@oscardoval_
No se asusten queridos lectores, no verán en este artículo ninguna crítica o referencia a la muy conocida, y bastante pavosa, serie de Netflix, The Crown. Cuando hablo de mi reina, hablo de mi mujer, mi compañera, la que me gobierna la vida. Y cuando hablo de corona, ya podrán inferir que no me refiero a ninguna diadema sino al coronavirus.
Pues sí, mi mujer, brillante y reconocida psicoterapeuta, que al comenzar la pandemia, decidió apartarse de las consultas presenciales, pasando a sesiones virtuales para proteger a sus pacientes y a ella misma del contagio. La que usa continuamente todo tipo de geles desinfectantes y se lava las manos un chorro de veces al día. La que no sale ni entra de casa sin tapabocas, “face sheet”, escafandras, batas y todo tipo de perol que pueda protegerla. Justamente ella, que tanto se ha cuidado, tiene COVID.
En estos días tenía algo de congestión nasal y dolor de cabeza, y se empeñó en decir que tenía COVID-19. Yo le insistí en que era una gripe común, y que no toda gripe podía ser leída como coronavirus.
Voluntariosa como lo es, y contradiciendo mi pésimo criterio médico, se hizo la PCR. En efecto, salió positiva para el virus. Asimismo, todos los demás en casa nos hicimos el PCR, y salimos negativos. La hipótesis de mi mujer sobre cómo pudo haberse contagiado del bicho ese es bastante válida. Tuvo que hacerse una mamografía de rutina, que la había diferido largo tiempo por la pandemia, y asegura haberse contagiado en la clínica. Es una suposición válida, ya que como todos sabemos, los ambientes hospitalarios suelen estar más contaminados por la mayor circulación de pacientes contagiados. Yo en broma le digo que deberíamos reportar su caso como un contagio “teta-a-teta”, pero no está de humor, y no se ríe de mis payasadas.
A la par del padecimiento de mi mujer, se ha venido desatando una batalla mundial relacionada con el desarrollo y suministro de las vacunas. Farmacéuticas de Estados Unidos, China, Alemania, Reino Unido y Rusia, pujan por probar mayor efectividad y capacidad productiva y logística respecto a la vacuna, pues el primero en lograr su masificación, se hará del negocio más multimillonario del siglo.
A finales del año pasado, Rusia fue el primer actor en anunciar la conclusión de su vacuna Sputnik V, mientras los gringos a través de la alianza entre las empresas Pfizer-BioNTech, así como la empresa Moderna, daban pocos días después su tubazo. No tardaron los británicos con Astrazeneca y los chinos, más calladitos con Sinopharm, en sacar sus propias versiones del fármaco. Con precios que oscilan entre 25 y 100 dólares por inmunización, a principios de enero de este año, se comenzó la vacunación masiva.
Hasta el momento, se han vacunado en el mundo poco menos de 100 millones de personas, de las cuales el 50% son gringos, asegurando los americanos que en el primer semestre del año tendrán vacunada a toda su población. Si bien los asiáticos van a buen ritmo, solo la población china llega a 1.400 millones de habitantes por lo que la logística será más prolongada, aunque aseguran poder inmunizar a toda su gente antes de que finalice el año.
Por otra parte, la Unión Europea, se queja amargamente de que las farmacéuticas no han cumplido a tiempo, con la entrega del número de vacunas ofrecidas, lo que ha retrasado el programa de inmunización en sus países miembros.
Recordemos que el mundo tiene 7.700 millones de habitantes que no están concentrados en los tres imperios mencionados, de hecho unos 5.000 millones de personas habitan en economías emergentes y países pobres.
El año pasado, la Organización Mundial de la Salud puso en marcha el mecanismo Covax, que califica según criterios del Banco Mundial, el nivel de pobreza de los países, para que todo el mundo pueda acceder a la vacuna en condiciones de igualdad. Pero, los intereses privados y nacionales prevalecieron, y los países ricos compraron grandes cantidades de vacunas, en volúmenes incluso superiores a los de su población. Un ejemplo de ello es el de la Unión Europea, que encargó 2,3 mil millones de dosis para sus 450 millones de habitantes. En contraposición, África en su totalidad, reservó 870 millones de vacunas para una población de 1,3 mil millones de habitantes.
Ante las demoras en la vacunación, las personas con dinero están optando por viajar a países donde es fácil conseguir las vacunas, con agencias de viajes que ofrecen planes para viajeros. Dubái es uno de los destinos más populares cuando de turismo sanitario se trata, buscando posicionarse en este nuevo nicho del mercado de viajes para inmunización anti-COVID. Esta alternativa vacacional solo es apta para gente con alto poder adquisitivo, ya que se estima en unos 40.000 euros un viaje de 3 semanas. En occidente, Miami es otro destino que ha visto un significativo aumento de la llegada de turistas adinerados de Latinoamérica y Canadá para vacunarse.
Maduro anunció que el primer lote de 100.000 dosis de la vacuna rusa contra el COVID-19, llegaría en la semana del 15 al 21 de febrero de 2021, pero no llegó. Los rusos alegaron que tienen retraso en su producción. A lo anterior, se suma el hecho de que la Organización Panamericana de Salud ha negado el acceso gratuito de las dosis a nuestro país, por la deuda de Venezuela con la organización de 11 millones de dólares en cuotas atrasadas. Además, Venezuela no es considerada como elegible para la recepción de las vacunas gratuitas según el referido criterio COVAX del Banco Mundial. ¡Ahora somos ricos, que interesante!
Entre tanto, por recomendaciones del Dr. Agustín Acuña, eminencia en la materia y amado amigo, aislamos a mi mujer en nuestra habitación, mientras convalece de un COVID que, podríamos decir, ha sido leve.
El otro día, mientras la saludaba desde la puerta, a lo lejos, me gritó que estaba viendo una serie gallega de Netflix que se llama Vivir sin permiso, en la que una empresa de pescado, que realmente se dedicaba al narcotráfico, tenía un dueño muy perverso que se llama Nemo, y está perdiendo la memoria como la pececita Dori. Le lancé un beso y pensé: ¿Será que este virus del carajo le está jodiendo el juicio a mi reina?
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Lo que nos faltaba, el cinismo de la ONU