Los enredos de la política

Ante la inquietante pregunta de por qué la política no es constante se discuten distintas respuestas. Todas buscan explicar el comportamiento propio de la política. El debate sigue generando una interesante polémica. Quizás, la respuesta más sencilla pudiera ser aquella que los griegos descubrieron mientras indagaban las actitudes del hombre, la vida del ser humano en la afanosa tarea de la socialización.

Esa respuesta daba cuenta de que la naturaleza de la política es coincidente con la vida misma, es precisamente lo que determina la variación propia del comportamiento humano. De esa forma, se conciben gustos, aprecios y expectativas. Precisamente por eso es variable, equívoca e incierta.

Ya lo describía el poeta colombiano, Porfirio Barba Jacob, cuando escribió su poema Canción de la Vida Profunda (1937): “La vida es clara, undívaga y abierta como un mar”.

Una reflexión aparejada

Dado lo arriba referido, podría enunciarse que la política la ejerce el hombre ante las exigencias que las realidades le plantean y sobre las cuales elabora y formula sus decisiones. Sean implícitas o explícitas.

El ejercicio de la política oscila entre actividades de toda índole. Razón para argumentar que, al igual que la vida, se desarrolla siempre, aparejada con la complejidad de los problemas que surgen de las relaciones humanas.

Esto hace que el ser humano se encuentre sujeto a incidencias, casualidades y causalidades que incitan a que su vida se desenvuelva entre situaciones dinámicas. Tal como la política las permite y estimula.

Pero aunque la política tanto como la vida del ser humano ocurra en contextos desconocidos, el individuo debe evitar verse arrastrado por las impetuosas aguas que corren por las ranuras que abren las coyunturas. De manera que no hay forma segura de anticipar los cambios que la dinámica de la política o de la vida deparan.

Pero no por ello, el acontecer debe reducirse al verse a través del cristal del pesimismo. Así se relegarían las conquistas logradas en cada batalla contra la incertidumbre. No obstante, la política, al igual que la vida, debe atenderse y entenderse con el mayor esmero por cuanto sus caminos son complicados en su tránsito. Particularmente, cuando dichas rutas se asemejan a los reveses de la vida. O a los enredos de la política.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: La testarudez de un absurdo referendo

</div>