Por lo general, se asocia la muerte con la vejez. El imaginario social asume que niños, niñas, adolescentes y jóvenes no les corresponde morirse, mucho menos que piensen en ello y, mucho menos, que puedan quitarse la vida, suicidándose.
Recientemente, una organización no gubernamental en Venezuela prendió las alarmas acerca de la cantidad de riesgos suicidas en niños, niñas y adolescentes expresados en las consultas terapéuticas a partir del año de la pandemia en el país. Es necesario detenerse ante los factores de riesgos de este peligro.
La Organización Mundial de la Salud indica que cada año, en el mundo, se suicida más gente joven. Son cifras de suicidios, de hechos consumados. Pocas cifras o ninguna sobre la ideación suicida, las cuales, obviamente, tienen que ser mucho mayores.
Cuando se habla de suicidio hay tres expresiones: las ideas o pensamientos suicidas que cualquier persona en dificultades puede tener; el intento de suicidio, cuando alguien atenta contra si mismo sabiendo que no morirá o fracasa en hacerlo; y el suicidio propiamente dicho, cuando la persona se mata intencionalmente.
Los niños, niñas y adolescentes pueden tener pensamientos o fantasías suicidas entre las otras muchas fantasías a esas edades, pero la alarma se prende cuando esa idea se repite con frecuencia y sobre todo, cuando hay factores de riesgo a su alrededor que pueden llevar a que la idea se materialice, intentando el suicidio o lográndolo.
Los niños, niñas y adolescentes son altamente vulnerables por requerir de apoyo en su formación y pasar por etapas evolutivas en las que el sentido de pertenencia y la búsqueda de identidad, entre otras razones psicológicas, les hace sentir crisis personales propias de la edad.
Entre los factores de riesgo del suicidio, a cualquier edad, están la represión por miedo ante la intolerancia y la desesperanza, pero en los más jóvenes se agregan la violencia familiar en cualquiera de sus formas y los sentimientos de descalificación o rechazo a través de mensajes directos o de la burla constante (lo que se conoce como bullying o acoso).
El rechazo es un factor frecuente en el suicido en gente joven que no solo se da en la escuela o en el transporte escolar como suele destacarse. También se puede sentir rechazo en la familia, en el vecindario, los compañeros de juegos, en mensajes por las redes, como en cualquier contexto significativo.
Cuando se es niño, niña o adolescente hay necesidad de ser aceptado, de tener sentido de pertenencia, sentirse querido, aún más que en otras etapas de la vida. Si no me aceptan, si no me quieren ¿para qué vivir?, pudieran pensar.
Durante la adolescencia aparecen como factores de riesgo el rechazo amoroso, la rebeldía hacia la familia, el consumo de drogas de alto calibre, el temor al fracaso en un ambiente familiar o escolar muy exigente y, por supuesto, el acoso por las redes virtuales.
El acoso o abuso sexual es un factor de riesgo de suicido a cualquier edad, pero más en la niñez y adolescencia.
Entre los factores de riesgo de suicidio a nivel macro destaca la violencia. Vivimos en un mundo en el que la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, forma parte de la cotidianidad.
Los niños, niñas y adolescentes conviven con la violencia real, en su medio ambiente natural, el hogar, la escuela, la calle, y la ficticia en la televisión y videos juegos al punto de ver al asesinato, matar, como una reacción “natural”. Pudieran no tenerle miedo a la muerte.
Niños, niñas y adolescentes son particularmente sensibles a la violencia en la familia de la cual son víctimas indirectas al sentir pánico cuando el padre y la madre, u otros miembros de la familia discuten hasta los golpes, o directamente cuando reciben castigos violentos y malos tratos. El suicido puede ser contemplado como una salida a esa situación.
Se trata de un acto violento y de violencia hacia los demás. Nada extraño que les atraiga a algunos miembros de las jóvenes generaciones creadas bajo esas pautas..
Factores contemporáneos de riesgo
Las jóvenes generaciones de ahora, además de estar expuesta a los factores de riesgo de suicidio que podríamos considerar clásicas y universales, están enfrentado, a nivel global, situaciones inéditas que le conectan con la muerte.
La pandemia del Covid nos ha aislado de los demás, una conducta contra natura y más para la naturaleza social niños, niñas y adolescentes. Durante casi un año se les ha obligado a encerrarse en su mundo, a confrontarse con sus propios fantasmas o a vivir conectado con el exterior a través de las redes virtuales, otra expresión fantasmagórica de estos tiempos.
Muchas familias se han desintegrado a consecuencia de la migración, se ha producido una diáspora en varios países y la lejanía de los seres y lugares queridos produce sentimientos de pérdida, de abandono, da rabia y dolor. Caldo de cultivo para pensar en suicidio.
Como si fuera poco el clima de muerte y soledad en el que se ha vivido en años recientes, ha explotado una guerra que amenaza al mundo. A lo mejor las bombas y disparos no atraviesan más fronteras pero la vida en cualquier parte podrá alterarse por la crisis económica mundial, que agudizará las crisis nacionales y en países donde la atención psicológica es insuficiente. Las ideas del suicidio pueden convertirse en una bomba de tiempo que ojalá se quede a nivel de ideas.
Lee también Cecodap alerta sobre aumento del riesgo e ideación suicida en niñas, niños y adolescentes
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Sexo, mentiras y delitos
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Recientemente, una organización no gubernamental en Venezuela prendió las alarmas acerca de la cantidad de riesgos suicidas en niños, niñas y adolescentes expresados en las consultas terapéuticas a partir del año de la pandemia en el país. Es necesario detenerse ante los factores de riesgos de este peligro.
La Organización Mundial de la Salud indica que cada año, en el mundo, se suicida más gente joven. Son cifras de suicidios, de hechos consumados. Pocas cifras o ninguna sobre la ideación suicida, las cuales, obviamente, tienen que ser mucho mayores.
Cuando se habla de suicidio hay tres expresiones: las ideas o pensamientos suicidas que cualquier persona en dificultades puede tener; el intento de suicidio, cuando alguien atenta contra si mismo sabiendo que no morirá o fracasa en hacerlo; y el suicidio propiamente dicho, cuando la persona se mata intencionalmente.
Los niños, niñas y adolescentes pueden tener pensamientos o fantasías suicidas entre las otras muchas fantasías a esas edades, pero la alarma se prende cuando esa idea se repite con frecuencia y sobre todo, cuando hay factores de riesgo a su alrededor que pueden llevar a que la idea se materialice, intentando el suicidio o lográndolo.
Los niños, niñas y adolescentes son altamente vulnerables por requerir de apoyo en su formación y pasar por etapas evolutivas en las que el sentido de pertenencia y la búsqueda de identidad, entre otras razones psicológicas, les hace sentir crisis personales propias de la edad.
Entre los factores de riesgo del suicidio, a cualquier edad, están la represión por miedo ante la intolerancia y la desesperanza, pero en los más jóvenes se agregan la violencia familiar en cualquiera de sus formas y los sentimientos de descalificación o rechazo a través de mensajes directos o de la burla constante (lo que se conoce como bullying o acoso).
El rechazo es un factor frecuente en el suicido en gente joven que no solo se da en la escuela o en el transporte escolar como suele destacarse. También se puede sentir rechazo en la familia, en el vecindario, los compañeros de juegos, en mensajes por las redes, como en cualquier contexto significativo.
Cuando se es niño, niña o adolescente hay necesidad de ser aceptado, de tener sentido de pertenencia, sentirse querido, aún más que en otras etapas de la vida. Si no me aceptan, si no me quieren ¿para qué vivir?, pudieran pensar.
Durante la adolescencia aparecen como factores de riesgo el rechazo amoroso, la rebeldía hacia la familia, el consumo de drogas de alto calibre, el temor al fracaso en un ambiente familiar o escolar muy exigente y, por supuesto, el acoso por las redes virtuales.
El acoso o abuso sexual es un factor de riesgo de suicido a cualquier edad, pero más en la niñez y adolescencia.
Entre los factores de riesgo de suicidio a nivel macro destaca la violencia. Vivimos en un mundo en el que la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, forma parte de la cotidianidad.
Los niños, niñas y adolescentes conviven con la violencia real, en su medio ambiente natural, el hogar, la escuela, la calle, y la ficticia en la televisión y videos juegos al punto de ver al asesinato, matar, como una reacción “natural”. Pudieran no tenerle miedo a la muerte.
Niños, niñas y adolescentes son particularmente sensibles a la violencia en la familia de la cual son víctimas indirectas al sentir pánico cuando el padre y la madre, u otros miembros de la familia discuten hasta los golpes, o directamente cuando reciben castigos violentos y malos tratos. El suicido puede ser contemplado como una salida a esa situación.
Se trata de un acto violento y de violencia hacia los demás. Nada extraño que les atraiga a algunos miembros de las jóvenes generaciones creadas bajo esas pautas..
Factores contemporáneos de riesgo
Las jóvenes generaciones de ahora, además de estar expuesta a los factores de riesgo de suicidio que podríamos considerar clásicas y universales, están enfrentado, a nivel global, situaciones inéditas que le conectan con la muerte.
La pandemia del Covid nos ha aislado de los demás, una conducta contra natura y más para la naturaleza social niños, niñas y adolescentes. Durante casi un año se les ha obligado a encerrarse en su mundo, a confrontarse con sus propios fantasmas o a vivir conectado con el exterior a través de las redes virtuales, otra expresión fantasmagórica de estos tiempos.
Muchas familias se han desintegrado a consecuencia de la migración, se ha producido una diáspora en varios países y la lejanía de los seres y lugares queridos produce sentimientos de pérdida, de abandono, da rabia y dolor. Caldo de cultivo para pensar en suicidio.
Como si fuera poco el clima de muerte y soledad en el que se ha vivido en años recientes, ha explotado una guerra que amenaza al mundo. A lo mejor las bombas y disparos no atraviesan más fronteras pero la vida en cualquier parte podrá alterarse por la crisis económica mundial, que agudizará las crisis nacionales y en países donde la atención psicológica es insuficiente. Las ideas del suicidio pueden convertirse en una bomba de tiempo que ojalá se quede a nivel de ideas.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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