De acuerdo con un estudio de Common Sense, 3 de cada 4 adolescentes (73%) han estado expuesto a la pornografía, ya sea de forma accidental o a propósito. La investigación se realizó en septiembre de 2022 con una muestra representativa de 1.358 adolescentes (13-17 años) en EE UU.
La búsqueda de información, imágenes sobre el sexo es un hecho natural en el despertar sexual de la adolescencia, muchos lo definen incluso como un rito de iniciación y transición a la adultez; pero las posibilidades de conexión pone a las nuevas generaciones ante un universo de información sin precedentes.
Porcentaje de adolescentes que han visto pornografía en línea por género: alguna vez chicos (75%), chicas (70%). La han visto a propósito: chicos (72%), chicas (36%). Pareciera confirmar a los chicos como los mayores consumidores.
La mayoría de los adolescentes que ven pornografía intencionalmente lo hacen habitualmente, una vez a la semana o más (59%). Abriendo el debate de qué incidencia tendrá sobre los hábitos y el impacto sobre la salud mental, adicciones.
Más de la mitad de los adolescentes han visto pornografía violenta, incluida pornografía que muestra lo que parece ser una violación, asfixia o alguien sufriendo (52%). Representando uno de los puntos más polémicos sobre la naturalización de relaciones violentas y la incidencia en los procesos de socialización.
Las edades para ver pornografía en línea muestran: 17 años o menos (73%), 13 años o menos (54%) y 10 años o menos (15%). Confirmando la tendencia hacia la disminución de la edad para iniciar el contacto con una información que no pueden procesar adecuadamente por su edad y la inducción a la hipersexualización desde edades más tempranas afectando su desarrollo psicosexual.
En cuanto a la intencionalidad, manifiestan haberla visto accidentalmente (58%) mientras que la vieron a propósito (44%). Ese contacto no buscado prende las alarmas sobre la inexistencia o falta de eficacia de las herramientas de control parental para tener acceso a información no adecuada.
Un grupo importante de adolescentes considera que la pornografía en línea es una fuente de información útil sobre el sexo (45%) y casi la cuarta parte manifiesta que muestra exactamente como son las relaciones sexuales (27%). Es quizás uno de los aspectos que debe llamar más la atención, la pornografía como la fuente de información sobre sexualidad con la que se están formando nuestros muchachos.
A estas alturas se pudiera estar pensando que esos datos corresponden a un país industrializado, donde niños y adolescentes tienen mayor acceso a dispositivos y conectividad por lo que no deberíamos preocuparnos; sin embargo, el que no dispongamos de un estudio similar en nuestro país no debería persuadirnos de “no poner nuestras bardas en remojo”.
Si no contamos con programas de educación sexual en los centros educativos para debatir y canalizar las inquietudes de nuestros adolescentes; y tampoco tienen acceso de información escrita, gráfica, digital adecuada, ¿cómo estarán satisfaciendo esta realidad? Muy probablemente recurriendo a la pornografía.
El propio estudio nos da luces: menos de la mitad de los adolescentes han hablado sobre pornografía con un adulto de confianza (57%). De ellos 51% dijo que la conversación “los animó a pensar en el sexo o su sexualidad de forma distinta a la pornografía”.
Podemos pensar que es una conversación embarazosa y que «todos alguna vez vimos esas cosas y no nos pasó nada». Preguntarles si tienen alguna inquietud o dudas sobre la información que han visto, problematizar sobre lo que implica hacer una película, con un guión donde la ficción está presente, actores que realizan un casting y escenas que no necesariamente representan cómo son las relaciones en la vida real.
Hablar de mayores posibilidades de acceso a la información podrá evitar estados de ansiedad y autoestima, trastornos en la imagen corporal, entre otros. Tenemos que hablar del tema en casa, en la escuela; si nosotros no lo hacemos, seguirán buscando las respuestas en las pantallas.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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La búsqueda de información, imágenes sobre el sexo es un hecho natural en el despertar sexual de la adolescencia, muchos lo definen incluso como un rito de iniciación y transición a la adultez; pero las posibilidades de conexión pone a las nuevas generaciones ante un universo de información sin precedentes.
Porcentaje de adolescentes que han visto pornografía en línea por género: alguna vez chicos (75%), chicas (70%). La han visto a propósito: chicos (72%), chicas (36%). Pareciera confirmar a los chicos como los mayores consumidores.
La mayoría de los adolescentes que ven pornografía intencionalmente lo hacen habitualmente, una vez a la semana o más (59%). Abriendo el debate de qué incidencia tendrá sobre los hábitos y el impacto sobre la salud mental, adicciones.
Más de la mitad de los adolescentes han visto pornografía violenta, incluida pornografía que muestra lo que parece ser una violación, asfixia o alguien sufriendo (52%). Representando uno de los puntos más polémicos sobre la naturalización de relaciones violentas y la incidencia en los procesos de socialización.
Las edades para ver pornografía en línea muestran: 17 años o menos (73%), 13 años o menos (54%) y 10 años o menos (15%). Confirmando la tendencia hacia la disminución de la edad para iniciar el contacto con una información que no pueden procesar adecuadamente por su edad y la inducción a la hipersexualización desde edades más tempranas afectando su desarrollo psicosexual.
En cuanto a la intencionalidad, manifiestan haberla visto accidentalmente (58%) mientras que la vieron a propósito (44%). Ese contacto no buscado prende las alarmas sobre la inexistencia o falta de eficacia de las herramientas de control parental para tener acceso a información no adecuada.
Un grupo importante de adolescentes considera que la pornografía en línea es una fuente de información útil sobre el sexo (45%) y casi la cuarta parte manifiesta que muestra exactamente como son las relaciones sexuales (27%). Es quizás uno de los aspectos que debe llamar más la atención, la pornografía como la fuente de información sobre sexualidad con la que se están formando nuestros muchachos.
A estas alturas se pudiera estar pensando que esos datos corresponden a un país industrializado, donde niños y adolescentes tienen mayor acceso a dispositivos y conectividad por lo que no deberíamos preocuparnos; sin embargo, el que no dispongamos de un estudio similar en nuestro país no debería persuadirnos de “no poner nuestras bardas en remojo”.
Si no contamos con programas de educación sexual en los centros educativos para debatir y canalizar las inquietudes de nuestros adolescentes; y tampoco tienen acceso de información escrita, gráfica, digital adecuada, ¿cómo estarán satisfaciendo esta realidad? Muy probablemente recurriendo a la pornografía.
El propio estudio nos da luces: menos de la mitad de los adolescentes han hablado sobre pornografía con un adulto de confianza (57%). De ellos 51% dijo que la conversación “los animó a pensar en el sexo o su sexualidad de forma distinta a la pornografía”.
Podemos pensar que es una conversación embarazosa y que «todos alguna vez vimos esas cosas y no nos pasó nada». Preguntarles si tienen alguna inquietud o dudas sobre la información que han visto, problematizar sobre lo que implica hacer una película, con un guión donde la ficción está presente, actores que realizan un casting y escenas que no necesariamente representan cómo son las relaciones en la vida real.
Hablar de mayores posibilidades de acceso a la información podrá evitar estados de ansiedad y autoestima, trastornos en la imagen corporal, entre otros. Tenemos que hablar del tema en casa, en la escuela; si nosotros no lo hacemos, seguirán buscando las respuestas en las pantallas.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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