A estas alturas de la semana, ya es para todos conocido que el candidato opositor Sergio Garrido le ganó la gobernación de Barinas —con una amplia ventaja—al candidato oficialista Jorge Arreaza. También es vox populi todos los mensajes de felicitaciones que ha recibido el nuevo gobernador barinés y, aunque parezca cruel ironía, más de una de esas felicitaciones vienen precisamente de personas que alienta la expresión «se vota, pero no se elige». Pero no nos detengamos en este último punto, sino que intentemos comprender la lección de Barinas.
En simple, los barineses demostraron —no una vez, sino que dos—que una masiva participación electoral neutraliza cualquier ventajismo o jugarretas sucias. Por ejemplo, el uso desproporcionado de los recursos del Estado para promover ciertas candidaturas, la compra de votos oficialistas, la intimidación o la amenaza a la disidencia, las dudas del capta huellas, el despliegue militar grosero y alucinante, en fin, todas las pésimas condiciones electorales que todos conocemos para desmotivar el voto.
Además, el domingo pasado no solamente perdió el chavismo-madurismo, sino que también el abstencionismo, el divisionismo, las atrocidades del TSJ y las tesis que desalientan la ruta pacífica, constitucional y electoral. En resumen, perdió la falacia «el CNE cambia los votos».
Y con respecto aquellos que manifiestan que esta victoria opositora es un «caramelo» que regala Maduro & Cía, les pregunto:
¿De verdad creen que un régimen autoritario anula una elección que perdió por unos escasos 100 votos para perderla por cerca de 44 mil votos?
¿Honestamente creen que mandan a repetir una elección para perderlas utilizando uno de los personajes más consentidos de su buró?
¿Sinceramente utilizan cuantiosos recursos y aplican mil abusos para regalarle un «caramelo» a su adversario?
Por último, ¿después de todos los costos en el ámbito nacional e internacional que significó la repetición de las elecciones en ese estado y del dominio de una dinastía mostrado en ese lugar por más de 20 años, creen que la derrota es insignificante para ellos?
Por supuesto, los resultados en Barinas no cambian la realidad política nacional y todas las perversidades de Maduro & Cía se mantienen. Pero la lección que se desprende de los resultados de Barinas es que las capacidades organizativas de la oposición son efectivas para ganar elecciones; que sí hay voluntad de movilización ciudadana; que hay ganas de expresarse a través del voto; que el abstencionismo es infertilidad asegurada; que debemos recomponernos y fortalecer la unidad de propósito; y, finalmente, que hasta en las peores condiciones, no hay ventajismo que pueda ganarle a una masiva participación electoral.
En conclusión, Barinas vuelve a demostrarnos que somos mayoría ciudadana y nuestras energías deben estar enfocadas en cómo rayos (para no decir otra cosa) la transformamos en mayoría política. Los barineses lo hicieron posible sin beber el tóxico cóctel de la división y la abstención y, por cierto, siendo coherentes y actuando con coraje para usar la única herramienta que tenían para el cambio político: el voto.
Quizás ese sea el aprendizaje que nos deja Barinas.
Aunque en Los Llanos también dicen que «no hay peor ciego que el que no quiere ver», pero al menos yo quisiera pensar que la evidencia es bastante clara sobre lo que hay que hacer de aquí al 2024, para seguir el ejemplo que Barinas dio.
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Del mismo autor: ¿Quién gobierna?