Nueve estados del país aplican sanciones o multas por incumplir cuarentena Credit: NTN24

Valentina trabaja como community manager de una empresa en Madrid. A pesar de que es un trabajo perfectamente realizable de manera remota, su jefa no le permite faltar a la oficina porque es su voluntad. Ella es venezolana, con papeles a medio tramitar y teme quedarse sin ingresos para pagar sus gastos en estos días si se niega a asistir. Sale de su casa con todo el susto del mundo ante algún contagio, pero mayor es el terror a quedarse desempleada.

Gloria limpia casas en Bogotá. Vive al día con lo que hace de su trabajo. En su casa viven sus cuatro hijos y seis nietos, hacinados, dependiendo del trabajo informal que todos realizan para poder comprar comida y pagar la renta. Si se queda en casa, colapsa el grupo familiar. Gloria, aun a sus 70 años, es la responsable de cuidar, cocinar y atender enfermos en su casa. Pero también, en las casas donde ha servido, esperan que ella llegue a mantener la limpieza, justamente necesaria en medio de esta pandemia.

Amalia es mamá de tres niños, jefa de hogar sin marido. Vive en Maracaibo. Sin agua, sin transporte, con luz a veces. Es profesora de universidad, pero se redondea el sueldo vendiendo tortas porque lo que devenga dando clases no llega a los 10$ mensuales. Ahora tiene a los hijos en casa sin escuela, sin nadie que los atienda si ella sale a buscar lo que necesita para mantener el negocio. Pero si no vende, no come. Y además tiene que ayudar a los niños con las tareas, sin Internet ni una computadora decente como para mantenerlos sin retrasos educativos importantes.

Valentina, Gloria y Amalia no pueden acogerse al #QuedateEnCasa que los gobiernos han decretado por razones epidemiológicas súper válidas para detener la curva de contagio, básicamente porque viven situaciones que no les garantizan las mínimas condiciones sociales y económicas para mantenerse a salvo de la pandemia.

¿Qué son los privilegios?

Vale la pena repasar lo que significa un privilegio. Privilegio es una ventaja especial o una exención de una obligación que disfruta alguien por la concesión de un superior o por su propia capacidad y circunstancia. Los privilegiados, por lo tanto, gozamos de mejores condiciones que los ciudadanos comunes.

Pero, según leemos en el Diccionario de la Real Academia, hay varios tipos de privilegios y algunos de estos son:

Local, que es aquel que se concede a un espacio determinado y que no existe fuera de sus fronteras.

Personal, que es aquel que se otorga a un individuo en concreto y que no se transmite a sus sucesores.

Odioso, que es el que se define por el hecho de que al otorgarse a una persona supone que se perjudique a un tercero.

Remuneratorio, el que se da como premio a alguien que ha llevado a cabo una acción que merece la pena ser reconocida, alabada y recompensada.

Se conoce como clase privilegiada a aquella que dispone de mayor poder y riqueza y que, por lo tanto, constituye una élite. Un grupo social privilegiado es el conjunto de personas que disponen de medios económicos y productivos, cuentan con acceso a todos los servicios, viven en casas confortables, disponen de ahorros, etc. Los menos privilegiados o los no privilegiados, en cambio, son pobres, no disponen de acceso a la salud o educación, subsisten en viviendas precarias y sufren el desempleo.

Por regla general, siempre que un derecho humano, aunque en principio parezca universal, sea ejercido por un pequeño grupo, puede que sea de fundamento un derecho, pero para los que lo disfrutan, es un privilegio. 

Cuarentena romantizada

Por las redes leemos todos los días llamados furibundos a quedarse en casa. Dan opciones vía Internet para pasar el rato de forma creativa y productiva: emprendimientos, yoga, manualidades, conferencias en vivo, cursos, libros digitales, obras teatrales, recetas de cocina, conciertos de famosos por las redes, gratis y “accesibles”. Se multiplican los llamados a reflexionar acerca del sentido de la vida y del necesario reenfoque de prioridades. Momentos para bajar la marcha, meditar y estar en calma. Eso está bien para quien puede darse el lujo de comer al final de la sesión de yoga o del concierto virtual. 

Pero no todos tienen esos privilegios, porque para hacer la cuarentena (sin tiempo definido) debes tener  ahorros o algún ingreso fijo, del Estado, de una empresa que asuma tu cesantía o una renta que te permita seguir pagando las facturas. Debes tener capacidad para almacenar comida y provisiones. Servicios básicos que funcionen. Seguridad en las calles y en las casas. Acceso a medicamentos, artículos para evitar contagios, mucha agua y jabón. 

Y sobre todo, debes tener un teléfono inteligente, Internet con un ancho de banda respetable, equipos de computación, conexión a redes para aprovechar opciones de comunicación, entretenimiento, teletrabajo y formación tuya y de tus hijos.  Según la CEPAL, apenas el 45% de los hogares en América Latina tenían para 2018 estas posibilidades, siendo la brecha mayor en zonas rurales o en países subdesarrollados. 

Todo este cuadro se complica cuando hay niños, eres mujer (por aquello de la distribución asimétrica de responsabilidades laborales y domésticas) y eres pobre. Por esto, una medida tan necesaria como la del confinamiento, puede generar consecuencias negativas, ampliando más aun la brecha entre géneros y clases.

Más empatía

Hemos presenciado escenas de personas que desde sus balcones insultan a quien pasa por la calle, tildándoles de inconscientes, en desconocimiento absoluto de la circunstancia de quien transita. Puede ser una Valentina, una Gloria, una Amalia, que quisieran guardar la cuarentena, pero no tienen con qué. Los gobiernos están contabilizando las cifras de contagiados y muertos por el coronavirus, pero luego habrá que contar los que mueran por desempleo y por enfermedades vinculadas con el hambre, la violencia y la pobreza que traerá todo esto. 

No te sientas culpable por tus privilegios, pero reconócelos. Y mientras los gobiernos no se ocupen de asegurar que los derechos sean del disfrute de unos pocos, intenta ayudar a otros desde tu posición, con más empatía y solidaridad.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

De la misma autora: Cuarentena: esta puede ser la oportunidad del feminismo

Psicóloga. Magister en Gerencia de Empresas. Coach Ontológico Empresarial. Directora Fundadora de feminismoinc.org Venezolana. Feminista. IG: @feminismoinc