OPINIÓN · 14 AGOSTO, 2022 05:15

Colombia y Venezuela: ¿un nuevo comienzo?

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Piero Trepiccione

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Colombia y Venezuela ocupan un eje geográfico al norte de Suramérica con una historia común pero llena de ambigüedades e intereses contrapuestos. Una región cuyo intercambio comercial por la década de los noventa llegó a estar por el orden de los diez mil millones de dólares al año, con una generación de empleos a ambos lados de la frontera y enriqueciendo comercialmente unos vínculos culturales de larga data. No obstante, comenzando el siglo XXI la política volvió por sus fueros y las diferencias no se pudieron procesar adecuadamente y las consecuencias para los ciudadanos de ambos lados no se hicieron esperar.

Si bien es cierto que los más de dos mil kilómetros de línea fronteriza han estado caracterizados por el control de grupos paramilitares (de derecha e izquierda) con negocios turbulentos incluido el narcotráfico, cuando las relaciones económicas se fortalecieron, ambos Estados lograron ejercer una mayor gobernabilidad en las fronteras para el beneficio de la gran población que vive a ambos lados. Destacable la particularidad del conflicto armado que durante más de 50 años ha afectado a Colombia y que, en un momento determinado, promovió la migración masiva hacia Venezuela y otras latitudes de la región. Y a partir del inicio de este siglo, con la exacerbación de la polarización política interna y la aplicación de un modelo económico retrógrado, se invirtió el proceso, llevando desde Venezuela hacia Colombia, a más de dos millones de personas que aún hoy, tratan de salir adelante en un contexto nuevo.

Con la llegada al poder en Bogotá de Gustavo Petro, recientemente investido como presidente colombiano, las grandes expectativas generadas en la región ya comienzan a aflorar. La restitución de las embajadas y la designación de sus representantes diplomáticos, la reapertura de las fronteras, entre otras medidas anunciadas, muestran un camino que probablemente, no estará exento de dificultades y diferencias, pero que vuelve a un cauce de ejercicio institucional con resultados prácticos y positivos para quienes viven a ambos lados de la frontera y particularmente, para los venezolanos que se esparcen por toda la geografía neogranadina. En este contraste de dinámicas de forma pendular, esperemos que ahora la sindéresis prime por encima de los intereses del gobierno y se centre en la gente.

La Comunidad Andina de Naciones, una organización que nunca debió abandonarse por ser el eje natural de desarrollo equilibrado para los países que la componían, puede ser la vía para relanzar la complementariedad económica necesaria para fortalecer las finanzas públicas de sus Estados miembros. Las divisiones políticas entre nuestros países han favorecido el crecimiento económico de China, Vietnam, India, Malasia, entre otros Estados, que aprovechan al máximo la competitividad y el descuido de las políticas públicas apuntaladas al desarrollo de países como los nuestros, para inundarnos de sus productos a bajo precio. Lo cual no es malo para el consumidor pero sí para la economía que pierde empleos e impulso productivo.

Las relaciones colombo-venezolanas han entrado en una dinámica declarativa que las ubica en primer plano de la agenda pública de ambos Estados. Esto es demasiado simbólico y puede desencadenar acciones de rápidas alternativas que consoliden al eje andino en los próximos años. A la par, la recuperación del control institucional de ambos Estados de la frontera en detrimento de los grupos irregulares que pululan, puede, sin duda alguna, servir de marco para que los ciudadanos de la frontera sean los verdaderos protagonistas de la hermandad histórica de colombianos y venezolanos.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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