En la entrega pasada, hablamos sobre la posibilidad de que Venezuela se erija a futuro como un país líder energético en la región. Esto, apalancado en las inmensas reservas de petróleo, gas y minerales que tenemos. Tan solo en yacimientos minerales, incluyendo petróleo y gas, en el subsuelo de Venezuela, reposan reservas naturales certificadas, que a precio mercado, alcanzan una suma cercana a los 30 mil millardos de dólares.
Para dimensionar el potencial económico del que estamos hablando, con la enorme cifra mencionada, podría pagarse 200 veces la deuda externa venezolana.
Siendo el nuestro, un país muy rico en el pasado, diferentes gobiernos se dieron a la labor de dotar a Venezuela, con una enorme, sino sobredimensionada infraestructura.
Con la mitad de la población de Colombia, Venezuela tiene una red vial asfaltada de 70.000 km, muy similar en longitud a la del vecino país. La intrincada disposición de autopistas, carreteras y calles, permiten conectar por vía terrestre, a la gran mayoría de nuestro territorio poblado.
En el mismo orden de ideas, Venezuela cuenta con 38 puertos marítimos y fluviales, de los cuales 6 tienen la infraestructura para el manejo de barcos, carga y contenedores de gran calado.
Se suman a la capacidad de transporte señalada, 127 aeropuertos con pistas asfaltadas, de los cuales 6, cubren los requisitos para ser considerados aeropuertos internacionales.
Si de servicios públicos se trata, aunque hoy se encuentren depauperados por falta de inversión, tenemos una capacidad de generación y distribución eléctrica de 31 millones de kilovatios, uno de los potenciales per cápita más altos de la región, y que, en algún momento de la historia reciente de Venezuela, nos permitía exportar electricidad a países vecinos.
Asimismo, la red de represas, fuentes de agua y acueductos venezolanos, permitiría suministrar agua corriente al 90% del país, como ocurría en el pasado, independientemente de que hoy se encuentre comprometida por fallas de infraestructura.
Otro tanto podemos decir de la conectividad en términos de telefonía e internet, que, en buenas condiciones, podría atender sin problemas a un 90% de la población.
El 85% de nuestra población se concentra en centros urbanos, lo que ofrece grandes ventajas en términos de fuerza laboral y disponibilidad de servicios.
Además, la capacidad industrial instalada en Venezuela, de la que hoy tan sólo está en uso un 20%, bien podría cubrir al menos las necesidades de productos y servicios de nuestra población, e incluso, producir excedentes para la exportación.
Sin caer repetidamente en la antipatía propia de las comparaciones, países como Colombia y Perú, con un desarrollo industrial y poblaciones mucho más grandes que las venezolanas, distan mucho del potencial industrial, logístico y de servicios de nuestro país.
Hemos escuchado desde nuestra infancia la célebre frase de Uslar Pietri, «sembrar el petróleo» en la que hace referencia a la necesidad de invertir el dinero procedente del petróleo en un país económicamente diversificado y socialmente desarrollado.
Como mencionamos, existe un importante potencial económico, hoy venido a menos por la visión de corto plazo de nuestros gobernantes y de todos nosotros, que todavía vemos en la economía venezolana, una oportunidad a corto plazo de explotación y puertos.
Un bien pensado plan país de largo plazo, podría dar cuentas de una economía sustentada en el desarrollo de muy diversos aspectos económicos y sociales, con la generación de bienestar y abundancia sostenidas.
Por mencionar algunos sectores económicos con potencial de desarrollo en los que poco hemos reparado, por ejemplo, el 60% de nuestro suelo es cultivable. 550 mil kilómetros cuadrados de tierra son aptos para la agricultura y cría, contando con condiciones climáticas de excepción para el desarrollo de una enorme gama de rubros que pueden satisfacer el consumo interno y, además, ser exportados.
Contamos con una enorme posibilidad de desarrollo de las industrias pesquera y de piscicultura. Con 3.772 kilómetros de costa marina y casi 2 millones de kilómetros cuadrados de agua en nuestras cuencas hidrografías fluviales, poco han sido exploradas como fuentes de recursos y desarrollo económico.
Hoy, muy tímidamente exportamos cacao, mariscos, crustáceos, madera, piel animal y algunos rubros agrícolas. Asimismo, todavía no logramos cubrir las necesidades alimentarias de los venezolanos en términos de producción agrícola y agroindustrial.
Por añadidura, Venezuela tiene las decimoprimeras reservas de agua dulce del mundo, calculadas en 1,320 millones de metros cúbicos. Hoy el agua, es un commodity escaso y costoso a nivel mundial, que cotiza en los mercados de valores internacionales.
Si entendemos el agua dulce, no sólo como una posibilidad de rentas en el corto plazo, sino más bien como un recurso vital en términos energéticos y alimentarios, bien podríamos capitalizarla como un elemento clave de desarrollo del país en el mediano y largo plazo.
Nada de lo mencionado, tiene sentido sin un plan país, que, en el horizonte de al menos 20 años, nos permita capitalizar las riquezas naturales y de infraestructura que tenemos, para alcanzar el sueño de Venezuela que todos compartimos.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Una estrategia económica para Venezuela
Estas son las señales que debemos atender con nuestros adolescentes.
El modelo machista tiene entre sus particularidades el alentar a los hombres a regar su semilla sin ocuparse mucho de hacerse cargo de los frutos.
Los «hombres de barro» carecen de capacidades cognitivas para confrontar las exigencias sociaes, económicas y políticas.
Después de 15 años se convocan elecciones en la Universidad Central de Venezuela. Ha pasado mucha agua debajo del puente, hemos vivido desgarradoras experiencias como comunidad universitaria. Una de las lecciones aprendidas, para mí, ha sido que el poder corrompe se vista de dictadura, totalitarismo o emplee el lenguaje y los argumentos de la democracia. […]
En la entrega pasada, hablamos sobre la posibilidad de que Venezuela se erija a futuro como un país líder energético en la región. Esto, apalancado en las inmensas reservas de petróleo, gas y minerales que tenemos. Tan solo en yacimientos minerales, incluyendo petróleo y gas, en el subsuelo de Venezuela, reposan reservas naturales certificadas, que a precio mercado, alcanzan una suma cercana a los 30 mil millardos de dólares.
Para dimensionar el potencial económico del que estamos hablando, con la enorme cifra mencionada, podría pagarse 200 veces la deuda externa venezolana.
Siendo el nuestro, un país muy rico en el pasado, diferentes gobiernos se dieron a la labor de dotar a Venezuela, con una enorme, sino sobredimensionada infraestructura.
Con la mitad de la población de Colombia, Venezuela tiene una red vial asfaltada de 70.000 km, muy similar en longitud a la del vecino país. La intrincada disposición de autopistas, carreteras y calles, permiten conectar por vía terrestre, a la gran mayoría de nuestro territorio poblado.
En el mismo orden de ideas, Venezuela cuenta con 38 puertos marítimos y fluviales, de los cuales 6 tienen la infraestructura para el manejo de barcos, carga y contenedores de gran calado.
Se suman a la capacidad de transporte señalada, 127 aeropuertos con pistas asfaltadas, de los cuales 6, cubren los requisitos para ser considerados aeropuertos internacionales.
Si de servicios públicos se trata, aunque hoy se encuentren depauperados por falta de inversión, tenemos una capacidad de generación y distribución eléctrica de 31 millones de kilovatios, uno de los potenciales per cápita más altos de la región, y que, en algún momento de la historia reciente de Venezuela, nos permitía exportar electricidad a países vecinos.
Asimismo, la red de represas, fuentes de agua y acueductos venezolanos, permitiría suministrar agua corriente al 90% del país, como ocurría en el pasado, independientemente de que hoy se encuentre comprometida por fallas de infraestructura.
Otro tanto podemos decir de la conectividad en términos de telefonía e internet, que, en buenas condiciones, podría atender sin problemas a un 90% de la población.
El 85% de nuestra población se concentra en centros urbanos, lo que ofrece grandes ventajas en términos de fuerza laboral y disponibilidad de servicios.
Además, la capacidad industrial instalada en Venezuela, de la que hoy tan sólo está en uso un 20%, bien podría cubrir al menos las necesidades de productos y servicios de nuestra población, e incluso, producir excedentes para la exportación.
Sin caer repetidamente en la antipatía propia de las comparaciones, países como Colombia y Perú, con un desarrollo industrial y poblaciones mucho más grandes que las venezolanas, distan mucho del potencial industrial, logístico y de servicios de nuestro país.
Hemos escuchado desde nuestra infancia la célebre frase de Uslar Pietri, «sembrar el petróleo» en la que hace referencia a la necesidad de invertir el dinero procedente del petróleo en un país económicamente diversificado y socialmente desarrollado.
Como mencionamos, existe un importante potencial económico, hoy venido a menos por la visión de corto plazo de nuestros gobernantes y de todos nosotros, que todavía vemos en la economía venezolana, una oportunidad a corto plazo de explotación y puertos.
Un bien pensado plan país de largo plazo, podría dar cuentas de una economía sustentada en el desarrollo de muy diversos aspectos económicos y sociales, con la generación de bienestar y abundancia sostenidas.
Por mencionar algunos sectores económicos con potencial de desarrollo en los que poco hemos reparado, por ejemplo, el 60% de nuestro suelo es cultivable. 550 mil kilómetros cuadrados de tierra son aptos para la agricultura y cría, contando con condiciones climáticas de excepción para el desarrollo de una enorme gama de rubros que pueden satisfacer el consumo interno y, además, ser exportados.
Contamos con una enorme posibilidad de desarrollo de las industrias pesquera y de piscicultura. Con 3.772 kilómetros de costa marina y casi 2 millones de kilómetros cuadrados de agua en nuestras cuencas hidrografías fluviales, poco han sido exploradas como fuentes de recursos y desarrollo económico.
Hoy, muy tímidamente exportamos cacao, mariscos, crustáceos, madera, piel animal y algunos rubros agrícolas. Asimismo, todavía no logramos cubrir las necesidades alimentarias de los venezolanos en términos de producción agrícola y agroindustrial.
Por añadidura, Venezuela tiene las decimoprimeras reservas de agua dulce del mundo, calculadas en 1,320 millones de metros cúbicos. Hoy el agua, es un commodity escaso y costoso a nivel mundial, que cotiza en los mercados de valores internacionales.
Si entendemos el agua dulce, no sólo como una posibilidad de rentas en el corto plazo, sino más bien como un recurso vital en términos energéticos y alimentarios, bien podríamos capitalizarla como un elemento clave de desarrollo del país en el mediano y largo plazo.
Nada de lo mencionado, tiene sentido sin un plan país, que, en el horizonte de al menos 20 años, nos permita capitalizar las riquezas naturales y de infraestructura que tenemos, para alcanzar el sueño de Venezuela que todos compartimos.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Una estrategia económica para Venezuela