Virgilio Trujillo Arana vigilaba. Desde las orillas del río Sipapo, en el pueblo Uwottujja del municipio Autana (estado Amazonas), se aseguraba de que no entrara ningún foráneo o embarcación no autorizada.
En la ribera montó un comando con ayuda de voluntarios que integraban la guardia territorial indígena, un cuerpo de resistencia civil que ayudó a crear para resguardar su territorio de las mafias, las guerrillas y los mineros.
Ya en Colombia, los indígenas se organizaban como centinelas y Trujillo adoptó esta práctica de defensa que aprendió de la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic).
La comunidad de Uwottujja vio en él una vocación de protector y lo postuló para que recibiera la formación de la Onic que, a su vez, se alió con la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia) para lograr la misión.
El líder indígena, de 38 años, decía que había heredado sus ideales de un tío a quien admiraba. El valor de la tierra lo aprendió de sus ancestros y lo reforzó con estudios en agronomía que no pudo terminar.
Con la aprobación de los sabios y sabias que lideran su comunidad, Trujillo Arana empezó a formar a jóvenes como guardianes territoriales indígenas. Logró sumar a más de 100 defensores en el sector Sipapo.
Pero el miedo y la falta de ingresos económicos para sostener la iniciativa provocaron que unos cuantos aceptaran las ofertas de los extractivistas y los grupos armados irregulares y se unieran a sus filas.
Trujillo Arana se opuso a todo eso y resistió, aunque las amenazas que recibía a diario obligaron a su esposa a retornar a la comunidad Sardinita, ubicada en la cabecera del río Autana.
Resistió hasta el jueves 30 de junio, fecha en la que fue asesinado por presuntos sicarios que se oponían a su labor proteccionista.
Trujillo también era emprendedor. Hacía chocolates artesanales con copoazu, una especie de cacao blanco originario de la Amazonía, que luego vendía.
Es descrito como una persona organizada y responsable, también como un luchador del Autana. Sus familiares se despidieron de él, por última vez, este sábado 2 de julio.
Organizaciones indígenas condenaron su asesinato, exigieron una investigación a las autoridades y que el gobierno de Nicolás Maduro tome medidas. Acciones «contundentes» contra los grupos irregulares que han invadido, contaminado ríos y provocado violencia el sur de Venezuela.
Con información de Jersy Delgado, periodista de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia).
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Virgilio Trujillo Arana vigilaba. Desde las orillas del río Sipapo, en el pueblo Uwottujja del municipio Autana (estado Amazonas), se aseguraba de que no entrara ningún foráneo o embarcación no autorizada.
En la ribera montó un comando con ayuda de voluntarios que integraban la guardia territorial indígena, un cuerpo de resistencia civil que ayudó a crear para resguardar su territorio de las mafias, las guerrillas y los mineros.
Ya en Colombia, los indígenas se organizaban como centinelas y Trujillo adoptó esta práctica de defensa que aprendió de la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic).
La comunidad de Uwottujja vio en él una vocación de protector y lo postuló para que recibiera la formación de la Onic que, a su vez, se alió con la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia) para lograr la misión.
El líder indígena, de 38 años, decía que había heredado sus ideales de un tío a quien admiraba. El valor de la tierra lo aprendió de sus ancestros y lo reforzó con estudios en agronomía que no pudo terminar.
Con la aprobación de los sabios y sabias que lideran su comunidad, Trujillo Arana empezó a formar a jóvenes como guardianes territoriales indígenas. Logró sumar a más de 100 defensores en el sector Sipapo.
Pero el miedo y la falta de ingresos económicos para sostener la iniciativa provocaron que unos cuantos aceptaran las ofertas de los extractivistas y los grupos armados irregulares y se unieran a sus filas.
Trujillo Arana se opuso a todo eso y resistió, aunque las amenazas que recibía a diario obligaron a su esposa a retornar a la comunidad Sardinita, ubicada en la cabecera del río Autana.
Resistió hasta el jueves 30 de junio, fecha en la que fue asesinado por presuntos sicarios que se oponían a su labor proteccionista.
Trujillo también era emprendedor. Hacía chocolates artesanales con copoazu, una especie de cacao blanco originario de la Amazonía, que luego vendía.
Es descrito como una persona organizada y responsable, también como un luchador del Autana. Sus familiares se despidieron de él, por última vez, este sábado 2 de julio.
Organizaciones indígenas condenaron su asesinato, exigieron una investigación a las autoridades y que el gobierno de Nicolás Maduro tome medidas. Acciones «contundentes» contra los grupos irregulares que han invadido, contaminado ríos y provocado violencia el sur de Venezuela.
Con información de Jersy Delgado, periodista de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia).