¿Qué se compra con vocación?, testimonio de una maestra caraqueña
¿Qué se compra con vocación?, testimonio de una maestra caraqueña Credit: Mairet Chourio | @mairetchourio

Mayra Figueroa asegura que la mayoría de sus colegas en el país aún tienen vocación de enseñanza. “Pero con vocación, ¿cómo voy y compro eso que me hizo falta hoy?”, se preguntó la maestra de una escuela del Gobierno de Distrito Capital.

El jueves 24 de septiembre llamó a un plomero para intentar arreglar la ducha de su baño, que había empezado a gotear días atrás. El diagnóstico fue que tenía que cambiar la pieza, que en la ferretería más cercana costaba alrededor de 20 dólares.

“No la pude comprar”, contó ese día a Efecto Cocuyo. Solo le quedó cerrar la llave de paso. Se sintió impotente.

Como docente en la categoría V, y con 24 años de ejercicio profesional, Figueroa gana 400.000 bolívares en una quincena, y Bs. 800.000 en la otra, al sumar el bono de alimentación.

En total percibe al mes Bs 1.200.000, lo que el viernes 25 de septiembre equivale a 2,78 dólares en el mercado paralelo.

Reinventarse para subsistir

Con una hija adolescente que depende de ella, la profesional de 47 años de edad debió reinventarse.

Al terminar el año escolar en julio de 2019 pidió un año sabático para buscar nuevas opciones que le permitieran ganar algo más de dinero.

Fue entonces cuando comenzó a vender hortalizas en un local en Altavista, en Catia. “También hago tortas y a veces compro algún objeto y lo vendo”, contó. Durante la pandemia, dicta tareas dirigidas. Además, cuenta con el apoyo de su hijo mayor.

Aún así, señala que no se alimentan como antes. “¿Sabes lo triste que es condenar a un hijo a no poder brindarle lo necesario?”, lamentó. Ni hablar de poder comprar ropa o calzado.

La maestra recordó que cuando estudiaba en el Instituto Pedagógico de Caracas, los profesores siempre les repetían que no se iban a hacer ricos con su carrera.

Aún así, durante sus primeros años de ejercicio, pudo comprar su apartamento e incluso viajaba con frecuencia a Margarita. Con el seguro médico logró hacer rehabilitación por una lesión en la cervical. Esos recuerdos, hoy, se ven lejanos.

“Hoy no contamos con el seguro HCM ni el seguro funerario. Tengo un seguro porque lo paga mi hijo. Le pido a Dios que nos mantenga con salud”.

Lucha por un salario digno

Pese a que se apartó de las aulas por un tiempo, Mayra Figueroa siguió de cerca la lucha gremial. Se sabe con precisión artículos de la Constitución y las leyes sobre su derecho a un salario digno, que le permita satisfacer sus necesidades y las de su familia.

Manifestó que en el país “acabaron con la calidad de la educación“, incluyendo el deterioro de las escuelas. Por eso no considera viable la modalidad de educación a distancia por la pandemia. “Ayer en la tarde no tenía luz, falla el Internet y la renta de mi teléfono, ¿quién la paga?”.

Se consideró afortunada por tener un teléfono inteligente. “El lunes vino una colega, vecina, tenía que enviar la planificación, pero ella no tiene computadora ni Internet y ese día se le dañó el celular así que no podía utilizar WhatsApp”.

Aún cuando reconoce que hay temor entre el gremio por el amedrentamiento de los directores y jefes de zona, el mensaje que da a sus compañeros es que no desmayen en su reclamo.

Cree que unidos pueden lograr defender su dignidad, sus derechos económicos y sociales; estima que el gremio debería ser de los mejores pagados que y que la base debería ajustarse a entre 400 y 500 dólares.

“Como transformadores de la sociedad debemos dar ese ejemplo, no podemos ser conformistas. Tenemos una responsabilidad inmensa”, dijo.

Periodista egresada de la UCV. Estudiante del posgrado de periodismo de investigación del grupo editorial Perfil y la Universidad del Salvador en Argentina.