Phantom Thread, titulada en español El hilo invisible, es el octavo largometraje del cineasta estadounidense Paul Thomas Anderson y está nominada a seis premios Oscar como Mejor Película, Mejor Actor (Daniel Day-Lewis), Mejor Actriz de reparto (Lesley Manville), Mejor Director, Mejor Banda Sonora (Jonny Greenwod) y Mejor Vestuario (Mark Bridges), en la edición número 90 del galardón.

La acción transcurre en Londres, y refleja el mundo de la moda y el glamour en los años cincuenta. El renombrado diseñador de vestuario Reynolds Jeremiah Woodcock y su hermana Cyril (Manville) tienen una famosa casa de diseño de vestuario. Sus trajes son los favoritos de la aristocracia y las celebridades. Es un creativo diseñador de modas, un hombre maduro y atractivo que se mantiene soltero porque tiene una férrea rutina de vida y de trabajo, que no le gusta alterar, algo que comparte con su hermana.

Cyril es quien mantiene el orden en ese pequeño mundo como administradora de la empresa. Es la mujer que pone los pies en la tierra (¡y vaya forma de taconear que tiene!) y aconseja a su hermano sobre las mujeres que le convienen; además de regañarle cuando gimotea como un niño malcriado. Porque Reynolds vive añorando a su madre que falleció tempranamente y a quien le cosió el vestido de su segundo matrimonio, hasta el punto de que lleva siempre un mechón del cabello de ella cosido dentro del forro de su chaqueta, sobre el corazón.

Alma, la que pone todo “patas arriba”

Las mujeres entran y salen de la vida de Reynolds sin consecuencias hasta que conoce a Alma (Vicky Krieps) una camarera que lo atrae, físicamente al principio, y con la cual se involucra sentimentalmente más tarde. Se la lleva a vivir con él (eso sí, duermen en cuartos separados) y la convierte en su musa, su modelo favorita y, finalmente su amante.

Para seguir en la relación, Alma debe someterse a las costumbres de Woodcock, un hombre taciturno al que no le gusta ser molestado, especialmente en las mañanas cuando se siente más creativo y hasta el sonido del cuchillo untando de mantequilla una tostada le puede alterar los nervios y arruinar su día.

Al principio, Alma acepta las reglas del juego y poco a poco se va disolviendo en la relación como persona, hasta que un día se rebela y empieza a exigir se respete su derecho a ser ella misma y a evitar que la controlen. Esta lucha silenciosa evoluciona hasta convertirse más tarde en la necesidad de controlar ella a ese hombre, y de qué manera, hasta el punto de decidir si vive o no. Y todo porque ella quiere amarlo a su manera.

La relación se vuelve tóxica como las setas venenosas, pero sin dejar de ser amorosa. La película da un giro sorprendente hacia la mitad, que recuerda la sutileza de los ambientes descritos en las novelas de Agatha Christie, ambientes lujosos y sofisticados donde, cuando uno menos se lo espera, aparece un cadáver sobre la costosa alfombra persa.

No es este el caso, pero la película se torna inquietante cuando Alma decide poner “patas arriba” el pequeño mundo de Reynolds. El director Anderson propicia un ritmo narrativo demorado, sin grandes altibajos, donde todo, hasta lo extraño, parece fluir sin contratiempos. No hay grandes aspavientos en este film donde es raro que los protagonistas se permitan decir una grosería, aunque la procesión vaya por dentro.

Un festín audiovisual

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La puesta en escena es un festín auditivo y visual. La cinematografía es lujosa, un mundo silencioso donde solo se escucha el roce de las costosas telas y donde pespunte a pespunte se persigue una noción siempre esquiva de belleza. Los personajes viven en un ambiente de frivolidad y apariencias, aún así se mantienen incólumes gracias a su vocación de trabajo que roza la perfección artística.
El diseño de vestuario es notable y su autor, Mark Bridges, viene de ganar el Bafta, premio de la Academia inglesa, lo cual es un buen augurio para la venidera noche de los Oscar.

La música de Jonny Greenwood, compositor y multinstrumentista inglés perteneciente a la banda Radiohead, da un toque sofisticado a las escenas, aunque por momentos se vuelve un poco monótona.

Mención aparte merece el destacado trabajo de Daniel Day-Lewis, actor irlandés que ha ganado 3 veces el premio de la Academia, la primera con Mi pie Izquierdo (1989), de Jim Sheridan; la segunda con Pozos de Ambición (2007), también de Anderson (esta es la segunda ocasión en la que logra una nominación bajo su dirección); y la tercera con Lincoln (2012), de Steven Spielberg. Puede que “Phantom Thread” sea su última película, pues recientemente anunció que se retiraba de la actuación. Algunos piensan que recibir una cuarta estatuilla dorada sería un merecido homenaje.

No se quedan atrás las actrices en los roles que interpretaron, pues tanto la veterana Leslie Manville como la joven Vicky Krieps vuelven corpóreos personajes femeninos muy fuertes. En cuanto al director Paul Thomas Anderson, aspira a su primer Oscar que se le ha mostrado esquivo hasta los momentos. Este 4 de marzo se despejará la incógnita de si este director accederá al parnaso de los oscarizados.

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