El adolescente bajó la ventana de la camioneta en la que se trasladaba y, con los ojos aguados y la voz entrecortada, le dijo a una de las vecinas que protestaba contra la inseguridad en Palo Verde: “Por favor, luchen por mi papá”.

El ruego  lo hizo uno de los huérfanos de Giuseppe Di Giulio, el comerciante asesinado en el estacionamiento de su residencia la noche de este jueves 21 mayo. El pequeño, de 12 años, presenció junto su madre cuando dos asesinos abalearon a su padre, una vez que la víctima opuso resistencia al robo de su camioneta mientras otros dos delincuentes permanecían dentro de otro vehículo. Los hampones atacaron mortalmente de Di Giulio.

El homicidio ocurrió en el edificio Arauca de la mencionada urbanización a las 8:30 pm. Minutos más tarde de la balacera, a escasos metros de esa residencia, un taxista recibió un disparo en un intento de robo y dos jóvenes fueron despojadas de sus pertenencias mientras bajaban la calle. Los tres hechos delictivos ocurrieron en menos de dos horas en la Av. Principal de Palo Verde.

En el transcurso de la mañana de este viernes 22 de mayo, en la misma calle, motorizados robaron las pertenencias de un joven tres edificios más abajo del Arauca y delincuentes atracaron un cybercafé ubicado en lo alto de la Av. Principal.

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Di Giulio, padre ejemplar 

Era un hombre ejemplar, un padre modelo, siempre comprometido en darle una buena educación a sus hijos”, comentaron dos de sus vecinas del Arauca. El comerciante tenía 46 años y cerca de 15 viviendo en Palo Verde. De acuerdo con el testimonio de los lugareños, era un señor muy educado.

En todas las aulas del Colegio San Francisco de Asís, donde cursaba sexto grado el hijo menor de Di Giulio, esta mañana hubo una charla sobre la seguridad ciudadana, según cuenta la Presidenta de la Sociedad de Padres de la escuela, María Eugenia Guedez. La otra hija del fallecido tiene 19 años y es estudiante universitaria.

“Giuseppe era trabajador, él se iba temprano en la mañana y llegaba en la noche. Además era deportista“, dijo Virgina Peñarán la conserje del Arauca. Ella fue una de las primeras que lo vio en el suelo y cuenta cómo aquel momento le evocó el asesinato de su sobrino ocurrido hace seis meses en La California: “Esto ya no se aguanta”, clamó entre lágrimas.

Di Giulio formaba parte del equipo de fútbol de padres del San Francisco de Asís y era un empresario, encargado de varios comercios. Recibió 6 de los 22 impactos de bala que se contabilizaron en la camioneta.

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El asesinato de Di Giulio despertó en los vecinos indignación e impotencia y la misma noche que lo  mataron decidieron trancaron el paso a la altura del Arauca con basura y desechos quemados. Estuvieron esperando una patrulla policial hasta las 4:00 de la madrugada, cuando efectivos de la Guardia Nacional reabrieron la circulación. Desde las 7:00 am de este viernes los volvieron a colocar.

La manifestación cesó cerca del mediodía, luego de que el alcalde Carlos Ocariz llegó al sitio y habló con los representantes vecinales. “Aquí todos votamos por ti y tú nos abandonaste”, se escuchaba a lo lejos. Los vecinos exigían mayor seguridad, más presencia policial, la colocación de al menos dos módulos de seguridad y verdadero empeño en la solución de la situación.

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La vida hecha cuadritos

“Son cuatro motorizados los que nos tienen así, hasta sabemos quiénes son”, dijo una vecina harta de los robos. Calculan que diariamente hay entre 5 y 12 atracos, la mayor parte ocurren luego de las 6:00 pm. “Aquí los delincuentes han herido a la gente, se meten en los edificios y hasta han secuestrado a la gente dentro de sus propios apartamentos”, declaró Denis Alvarado, vecino de Di Giulio.

“Hay casos de niñas violadas allá arriba en el colegio, también roban en las colas que se hacen en la mañana y a las personas que van a pie. Atracan incluso a los que nos venden el agua los fines de semana. No hay protección de ningún tipo”, explicó Lubi Hernández, residente de Palo Verde.

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Más arriba, en Lomas del Ávila, la semana pasada también se caldearon los ánimos de la vecindad. El 14 de mayo, residentes bajaron de los edificios y golpearon a cuatro delincuentes que robaban a una joven que cargaba a su hijo en brazos. Más de 100 personas les dieron con palos, bates y hasta cascos de moto: “Estamos hartos”, se escuchaba durante la protesta.

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María Laura Chang / @MarilaChang

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